Bruja

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Anathema era una bruja. Y a pesar de que no lo había elegido, lo supo desde que era una niña ya que su mamá se lo había dicho, se lo había inculcado de tal manera que la niña se sentía orgullosa de serlo y al inicio, se la pasaba pregonando más de lo que debería acerca de su extraña condición de vida.

Era 31 de octubre y todos le llamaban Halloween, pero en su familia era más conocido como noche de brujas y hacían una cena con alguno rituales que no llegaban a extremos que se creían las brujas hacían en medio de sus aquelarres.

Anathema nunca había estado en uno en todo ese tiempo, nunca había conocido a alguien que estuviera en uno. Había escuchado que eran reuniones de brujas y brujas en las que se invocaba a Belcebú, pero en su familia, nunca se había hablado de que sus poderes derivaran de alguna especie de ser superior.

Anathema había dicho a su clase que ella era una bruja y todos habían reído sin piedad acerca de la pequeña fenómeno que ahora aceptaba lo que todo el mundo sospechaba desde hacía tiempo atrás debido a sus formas excéntricas de vestir y por su aún más extraña forma de escribir, muy chapada a tiempos pre-shakespeareanos que las maestras no terminaban de entender, ni los motivos por los que una niña escribiría de tal forma, a muchos escritores expertos en el tema les costaba muchísimo perfeccionar.

Había sucedido porque había visto a todo el mundo vestido con trajes coloridos y llenos de pintura roja que se suponía debía aparentar sangre, mientras  ella no terminaba de entender el trasfondo de dicha situación.

- Estoy disfrazada de bruja- la pequeña enana de cabellos dorados, clásica figura de popularidad aún en primer año había exclamado con tono de obviedad en su vocecilla, creía que Anathema era alguna especie de tonta  por no notar que su sombrero de pico y vestido largo en tonos morados, naranjas  y negros representaba a una clásica bruja.

- ¿Y que es eso en tu naríz?

- Una verruga, porque las brujas son feas.
- ¡No lo somos!- Anathema explotó al fin- ¡Y tampoco vestimos tan ridículamente!

El grupo entero echó un vistazo a la apariencia de la más joven de la familia Device, sin saber que en realidad era una bruja, y río con crueldad, porque los niños son criaturas muy crueles a pesar de la imagen que se tiene de ellos.

- Ya sabíamos que eras rarita. - continuó la rubia- pero esto... Quizás deberías estar en un manicomio.

Anathema volvió muy triste a casa esa tarde de otoño en donde todas las calles lucían con adornos de cosas que no estaban relacionadas a ella pero la gente creía que lo estaban.
Decidió que antes de llegar sería una buena idea pasar un rato en el cementerio, era un lugar pacifico, ubicó un banco de piedra y descanso en dicho  lugar, sacó su libro y miró la portada, se preguntaba por qué de todas las personas que habitaban el mundo, había tenido que ser ella aquella que fuera una bruja.

Y entonces entendió que llamarse bruja a sí misma no debía ser algo de que avergonzarse porque era una de aquellas palabras que reflejaba la ignorancia de las personas, el lidiar con cosas que no entendían cómo indicaba el libro. De pronto, ser bruja no sonaba tan mal. Tal vez, esa noche, intentaría hacer su propio aquelarre.

Fictober Good Omens 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora