Divino

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Aziraphale era divino. Y lo era en todos los sentidos de la palabra:
Era un ser de Dios, literalmente. Dios habría dicho que era su soldado más valiente y leal si alguien se lo preguntase; era sumamente positivo y muy alegre, a pesar de que la mayor parte de los miembros de la corte celestial le trataban con desprecio por ser tan ingenuo y bueno, el siempre tenía una sonrisa para cualquiera, era muy difícil que el ángel saliera de sus casillas. Y por último, algunos podrían decir que su aspecto, por ejemplo, su sonrisa y su total ser, era divino.

Sin embargo, Aziraphale no estaba muy consciente de esto, por el contrario la mayoría de las veces sentía que no hacía lo suficiente por los suyos y por ello su desprecio hacia él. Y un día decidió que aquello cambiaría, y no lo hacía porque tuviera alguna especie de reconocimiento, sino porque quería ayudar al plan inefable, quería que su bando obtuviera la victoria y se evitará la guerra que por aquel entonces seguía siendo un rumor. 

Así que Aziraphale aprovechó que había varios demonios reunidos en la firma de paz de los tratados de Versalles en 1919, donde él estaba como de costumbre (comiendo) y se acercó a ellos con la intención de hablar.

- La paz siempre vencerá a la guerra- aseguró en voz más alta de lo que le hubiera gustado, ya que había estado intentado que su voz surgiera en primer lugar.

Los demonios miraban un poco furiosos a la derrotada Alemania, el proyecto se había ido al infierno. Al escuchar el comentario del ángel, algunos voltearon a verlo.

- Y sin guerra no habría paz- dijo al fin uno de ellos.
Aziraphale reflexionó acerca de este comentario, tenía sentido.

- Pero no hay ningún punto en matarse entre unos y otros cuando todos podemos ser felices y amarnos los unos a los otros, ¿no? Amor al prójimo le llaman.

- Esperen...- dijo uno de ellos acercándose al hombre de cabello blanquecino- lo he visto antes, es el ángel. El más tonto de ellos, según Belcebú y sus mismos superiores.

Una risa colectiva se hizo sonar en el pasillo.

- Saquenlo de aquí. - ordenó otro de ellos. - Ya debería saber que este conflicto es el inicio del gran conflicto.

Aziraphale no supo que se referían a la segunda guerra mundial hasta muchos años después, lo que le hizo pensar que de haberlo sabido o deducido, incluso pudo haber detenido tantas masacres él solo.

Uno de los demonios cuyo rostro estuvo oculto en todo momento propuso desalojar al molesto ente de dicho lugar, y a empujones, ambos terminaron en el jardín.

- ¿Estás demente, Aziraphale? ¿Qué estás haciendo aquí? - debió haberse imaginado que era su amigo Crowley aquel que había acudido a su rescate. - E intentando convencer a un grupo de demonios de ser gentiles. - Crowley golpeó su rostro de manera dramática.

- Creí que sería de ayuda- el ángel dirigió su mirada a las rosas entre sus pies, dándose cuenta de que su plan era en realidad estúpido. - supuse que podría hacer al fin mi trabajo.

El comportamiento de Aziraphale era tierno. Crowley sabía que aunque Aziraphale detuviera una guerra nunca le apreciarían y las notas con reprimendas seguirían llegando a su librería. Y el tonto no veía que en realidad, siempre estaba haciendo su trabajo, en cada pequeña acción.

- Vamos, ángel. Estoy seguro de que tu esfuerzo cuenta- sonrió Crowley
- ¿En serio lo crees?- el ángel le miró y sonrió también.
- Por supuesto- Crowley dijo genuinamente convencido. Ese ángel era sin duda, divino, en toda la extensión de la palabra. - vamos, te llevo a casa.

Y todo el camino a Londres que tomó mucho más tiempo del que tomaría en la actualidad, Aziraphale lo pasó pensando en que podria hacer para ayudar, algo que fuera realmente significativo y no estúpido.

Al despedirse de Crowley y entrar a la librería, estaba ahí, la nota típica donde era reprendido o donde está escrito un "buen trabajo, pero podrías esforzarte más", y aún así, abrió el sobre color manila. El texto era un poco diferente, y decía:

"Se nos ha hecho saber por medios superiores que has hecho un buen trabajo en los últimos días, aunque no se indica específicamente cual. Y se nos indicó la transmisión de un mensaje para ti:
Las pequeñas acciones son las más grandes. Continúa con el gran trabajo, eres un ser divino."

Aziraphale sonrió. Y es que no sabía, que había devuelto un poco de esperanza a un alma caída. 

Fictober Good Omens 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora