La guerra entre el bien y el mal era eterna y lo sería por siempre porque de lo contrario, no habría razón para existir, todo sería monótono; además de que sería imposible, ya que la inteligencia de la que Dios había dotado a su creación, traía consigo una serie de desventajas, que hacía imposible que una persona (o incluso angel) fuera cien por ciento noble y bueno, era imposible serlo por las características propias de la especie, ya descritas. Además, si Dios decidiera que todos serían buenos, estaría eliminando el libre albedrío del que también les dotó, aunque ello significaba también que debían asumir las consecuencias de sus actos, entre ellos castigos impuestos por la misma mano de Dios.
Llevaba varias noches pensando sobre tópicos que nunca habían cruzado su mente con anterioridad porque no los consideraba trascendentes en esos momentos, hasta que había escuchado a su padre y a su subordinado más próximo charlar.
- Si, lo sé- había dicho la voz con más autoridad con un dejo de tristeza- sabía de las probabilidades incluso antes de crearlo. Es muy inteligente, y de no ser yo eterno, sería un excelente sucesor. Condenado a ser un sumiso es un desperdicio, pero supongo que así será.
Y a partir de esa noche, muchos pensamientos habían cruzado su mente.
¿Sumisos? ¿Nos ve como sus esclavos?
Había sido la conclusión a la que había llegado después de las largas cadenas de pensamientos que había ligado durante las últimas noches. Era como si un velo invisible se hubiera retirado de sus ojos y ahora pudiera ver y comprender todo con claridad, como si un niño perdiera la inocencia, ahora veía a aquel que le había creado no como el ser lleno de bondad que todos decían era, de pronto lo veía autoritario y desconsiderado.Luzbel decidió que no sería él uno más de los objetos que Dios utilizara como privilegio a la que se supondría sería su máxima creación: los humanos. De hecho, fue otra de las cosas por las cuales decidió iniciar su guerra contra su creador. Ellos siempre le habían sido incondicionales y dios solo los veía como herramientas de trabajo, todo para construir el lugar perfecto para aquellos que seguramente serían un montón de malagradecidos, se encargaría de que se diera cuenta de ello.
En realidad, su rebelación no había sido tan estoíco como había planeado, no había habido una fuerte discusión y no había habido la reacción de Dios, ni perdón.
En realidad todo había comenzado como un levantamiento de voz ante una junta de la corte, donde sin ánimos de violentar pedía la opinión de sus iguales al exponerles su punto de vista, y ayudarle a saber si estaba en lo cierto al sentirse tan ofendido, y si alguien más se uniría a su lucha. Pero a los niveles superiores a los de los ángeles, dichos sean los arcángeles y serafines, no parecieron estar muy conformes con sus reclamos, iniciando así la guerra eterna ya que dichas acciones de represión solo le estaban confirmando todas sus teorías. Su lucha se intensificó y muchos otros siguieron su causa, convirtiéndose de esa manera en los primeros ángeles caídos.
Satán recapitulaba sus últimos movimientos, estaba decidido a ganar está guerra. Lo que no sabía, es que la guerra nunca terminaría.