Te arrastraste tras Luzbel, tras sus promesas falsas y ahora ese será tu eterno castigo.
Habían sido las severas palabras del arcángel Gabriel, secundado por Miguel, quienes habían juzgado como siempre, sin saber la historia completa. Él solo había excedido un poco su comunicación a otros, y ni siquiera los estaba invitando a unirse, de hecho, le parecía algo dramático el comportamiento de Luzbel.Las sentencias habían sido severas, pero la suya le parecía ser demasiado.
- Mentiste a tu señor y envenenaste los oídos de otros, los enredaste en tus tretas, hasta asfixiarlos, demonio. - Concluyó el líder de los ángeles, ni siquiera le había dado oportunidad de defenderse y Miguel enterró su espada en su pecho, y el dolor hizo transmutar al antiguo ángel en un ser repugnante que se arrastraba por el suelo.
Vio caer al resto de los ángeles y transformarse en diferentes criaturas. Todos ellos, eran monstruos, abominaciones que no se parecían en nada a aquellos que fueron alguna vez, a pesar de que no podía recordarlo con claridad, pues una laguna mental le invadía gradualmente.
Todos eran terribles, menos el primero en caer que aunque tenía aspecto horrorizante, digno del adversario, con un solo chasquido, recuperó su imagen original, la de aquel bello y sabio ángel, aunque sus ojos reflejaban la falta de un alma y había algo en su rostro, algo imperceptible que inspiraba respeto y temor a cualquiera.- Únanse a mí y aliviaré sus dolores. Incluso el tuyo, serpiente. Te daré un cuerpo de hombre y no tendrás que arrastrarte todo el tiempo.
Sabía que aceptar el trato de aquel ángel caído implicaría lealtad a él, estaba implícito en la propuesta, y sabía que no habría oportunidad de obtener perdón de aceptarlo, pero una parte de él estaba furioso porque aquellos a los que había sido fiel, le habían juzgado sin razón, concluyó que todos ellos eran unos hipócritas y que el cielo no parecía ser el bando bueno.
Crawley aceptó el trato, arrastrándose hacia Satán, quien tocó su cabeza y recuperó su forma de hombre, de hecho le fue dado el cuerpo de uno. Aunque ahora debía obedecer al señor de las tinieblas, aunque sus fechorías fueran algo en lo que no estaba cien por ciento de acuerdo. Su parte serpiente tampoco se fue por completo. Y uno de sus primeros trabajos fue convertirse en serpiente y tentar a las criaturas de dios, lo cual logró sin mucha dificultad, para aquel entonces, había perdido toda fe y aceptado su destino, y una parte de él se alegraba de haber salido de ese lugar de falsos dioses.
Crowley se miró en el agua del río del Edén. Vio sus ojos, era lo más doloroso por ver, eran los ojos de una criatura despreciable por muchos, que alguna vez fueron buenos, pero ese día, después de haber hecho un trabajo efectivo, aprecio la belleza de su nuevo ser, comprendió que quizás había sido creado para ello y que no quería ser perdonado, no quería ser uno de ellos, solo quería ser él mismo.