- Ángel - escuchó que le llamaban y retrocedió. Había algo que no le agradaba en el tono de esa voz.
Había comenzado a oscurecer más temprano que en el verano. A Aziraphale se le había hecho tarde para volver a casa después de haber asistido a un evento de libros en el centro de Londres. La tormenta había azotado al país esa tarde y ahora estaba empapado y deambulando en medio de la oscuridad, buscando volver a la librería. Quizás había perdido por completo su sentido de orientación porque terminó extraviado en una calle cuya única farola funcionante se encontraba hasta el final de la misma. Con algo de temor, inspiró ohondo y se decidió a cruzar la calle, era un angel, podría defenderse de casi cualquier humano, no le importaba un pequeño atraco tampoco, estaría bien. Sin embargo, las sombras no solo ocultan a los humanos y sus maldades, sino que oculta fuerzas ocultas superiores que para un ángel como Aziraphale resultarían imposibles de vencer.
Casi cuando el ángel había llegado al poste con energía eléctrica suficiente para iluminar, este comenzó a parpadear, dejando la calle a segundos a oscuras, a segundos iluminadas hasta que volvió a estabilizarse revelando a otro ser al final.- ¿Crowley?- no pensaba probable encontrarse a su amigo ahí
- ¿Ángel? Respondió el otro con la misma sorpresa en su voz.- ¿Qué haces aquí? - continuó aquel de cabello banco
- Podría preguntarte lo mismo, pero al parecer tampoco lo sabes, ¿no es así? Vine a parar aquí después de haberme perdido.En realidad era como si una deformación del tiempo espacio se las hubiera arreglado para llevarlos al mismo sitio sin que estos se hubiesen dado cuenta.
- Vayamos a casa- sugirió Aziraphale, intentando acelerar las cosas, tenía un mal presentimiento, el aire estaba amargo, tenía miedo.
- De acuerdo- el demonio acepto sin vacilar, sentía lo mismo que el ángel a su lado, ambos caminaron con prisa, la calle estaba a punto de terminar.
De nuevo aquel claroscuro, una figura familiar surgiendo de las sombras.- ¡Adam! - Aziraphale comenzaba a alterarse- ¿Tú también aquí?
Pero el niño no dijo nada, estaba en realidad dándoles la espalda, era como si no escuchara. El ángel dejo un poco atrás a Crowley para alcanzar al niño, pero un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando estuvo lo suficientemente cerca para tocar su hombro. Haciéndolo vacilar.
- ¿Ángel? - Crowley preguntó buscando una explicación a su duda.
Aziraphale luchaba con su mente, hasta lograr convencerse de que Adam era inofensivo. Tocó finalmente su hombro.
- Adam- el ángel susurró.
- Hola- Adam dio la vuelta y sonrió a ambos. Pero en su sonrisa había maldad. Sus ojos eran negros y a momentos se iluminaban con una demoníaca luz roja que heló la sangre a Aziraphale, haciéndolo volver a un lado de Crowley.
- ¿Que te ha pasado?
Adam avanzó hacia ellos con pasó seguro.
- Solo he decidido que es momento de hacer mi trabajo.
Ambos seres intentaron alejarse, pero no había salida, las sombras parecían cobrar vida y acorralarlos.- No pueden huir. Detenganse. - ordenó el niño y estos como por arte de magia se quedaron paralizados.
- Mi padre me dijo que debían ser castigados
- El no es tu padre, lo sabes- intento en vano Crowley, ya que Adam parecía que no cambiaría de opinión.
- Mi padre dijo que hiciera esto- y movió las manos señalandolos, y dejando el lugar a oscuras para luego desaparecer.
Crowley abrió los ojos y supo que había cambiado.
- Ángel- exclamaba una voz conocida, era la voz de Aziraphale- Ángel, juguemos.
Crowley corrió pero el otro le dio alcance, derrumbandolo. Todo estaba perdido.