Parte 39

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Normani y Austin salieron, dejando sola a Camila, quien en cuanto escuchó que salían se sentó en el suelo, apoyándose en la pared y lloró, simplemente eso, necesitaba desahogarse. No entendía nada, estaba demasiado confusa. Lauren parecía muy convencida de sí misma cuando le costó esas cosas, pero esas pruebas también eran muy sólidas y coherentes, lo que quería decir que la castaña le había mentido. Lo que no comprendía era por qué. ¿Por qué la había mentido? ¿Realmente la quería? ¿Sólo estaba jugando con ella? ¿Era cierto lo de sus padres o ahí también había mentido? Fuera como fuese iba a salir de dudas esa misma tarde, porque había decidido llevar el plan a cabo y detenerla, mintiéndole y jugando con ella, como había hecho ella antes y, cuando estuviera entre rejas, preguntarle todo. Sí, es un plan muy sucio, pero lo que había hecho Lauren con ella, bajo su punto de vista, también lo era, así que, simplemente, le iba a pagar con la misma moneda o, como se dice en otro lugares, a darle de su propia medicina.

Pensó que esa mujer, Lauren, no merecía que estuviera llorando por ella, así que sacó fuerzas de donde no supo, se levantó, se secó las lágrimas y respiró hondo. Buscó su móvil y marcó el número del que había llamado Lauren, suponiendo que ese sería su número.

-¿Quién es? –Respondió seriamente la castaña al móvil.

-¿Así sueles responder a todas las llamadas? –Preguntó Camila con tono serio, tratando de que no se le rompiera la voz y de no emocionarse o insultarla en ese mismo momento.

-¿Mila? –Preguntó, probablemente sin creer que la pequeña la estuviera llamando.

-La misma –Volvió a responder con tono serio- Necesito hablar contigo...

-Oh, claro, dime, dime –Pidió, ansiosa por escucharla hablar.

-No, pero por teléfono no... Quiero verte Lolo, necesito verte –Dijo, diciendo la verdad, pues necesitaba verla, la echaba de menos.

-Sonrió al escuchar esa proposición- Y yo a ti. Dime hora y lugar y... estoy ahí.

-No, dime tú, tú eres la que está en busca y captura –Creyendo que era más oportuno que ella fuera quien eligiera el lugar para no levantar sospechas.

-Bueno pues... si quieres quedamos en el almacén de la vez dónde nos conocimos, allí no suele haber nadie y es seguro para que a ninguna de las dos nos vean... -Propuso, escuchando como Camila asentía- ¿Te parece bien a las 6 de la tarde?

-Sí, a las 6 está bien –Aceptó.

-Guardó un corto silencio- Mila... -Dijo en un hilo de voz.

La pequeña se puso nerviosa, conocía ese casi susurro, ese tono de voz y ese silencio que le indicaba que iba a decirle algo bonito o importante y, por alguna extraña razón, se le hacía muy difícil no creerla.

-Dime –Dijo simplemente, casi con la voz ronca por tanto nerviosismo.

-De verdad que... que estoy enamorada de ti, créeme, por favor.

El corazón de Camila se aceleró salvajemente, su pulso aumentó y su respiración se aceleró, estaba realmente nerviosa. Necesitaba llorar, gritar, pegar... desahogarse, urgentemente.

-Después hablamos Lolo –Fue lo único que pudo decir.

Dicho esto y sin dejar que la castaña pudiera responder, colgó rápida y ansiosamente, demasiado nerviosa. No quería volver a llorar, así que rápidamente se dirigió a la puerta y salió, dirigiéndose ahora al despacho de Austin.

-Ya –Dijo la pequeña, en cuanto entró en el despacho.

Normani y Austin la miraron algo sorprendidos.

-Ya, ¿qué? –Preguntó Normani.

-Quedé con ella, a las 6, en el almacén de la primera vez. Vamos por ella.

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Enemigas intimas CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora