38 - Ethan el osado

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Sólo quedaba una hora de viaje. El vagón estaba con todas las luces prendidas, y los pasajeros charlaban con los de al lado. 

Hey Vee —escuché la voz de Ethan. Levanté la vista de la pantalla de mi móvil y miré en su dirección. El chico guapo no estaba, hace unos minutos lo había visto levantarse e irse a algún lado.

Que tal, Ethan —pregunté guardando mi móvil y mirándolo divertido. Ethan era un chico con el que hablabas y no te cansabas de sus bromas. Tengo que decir que es atrevido, pregunta lo que piensa pero eso me gusta. Sin rodeos.

Pues solo tengo ganas de llegar a mi casa e hivernar como un oso —dijo encogiéndose de hombros. Reí por lo que había dicho. Es cómo yo.

Yo también. Pero cuando llegue mi amiga no me va a dejar sola ni un segundo —dije pensando en la última vez que volví. No me quería soltar, como si me fuera a ir al día siguiente. Vimos películas durante toda la noche y hablamos hasta quedar sin voz.

No me habías comentado que tenía un amiga, querida Vee —dijo mirándome y prestando atención a mis palabras.

Tampoco preguntaste —reí por su actitud.

Tengo una idea —dijo sin quitar su mirada de la mía. Lo miré levantando una ceja.

Ilumíname —esperé a que volviera a hablar, mirándolo divertida.

¿Y si tenemos una cita? —propuso.

¿Cómo que una cita? —dije soltando una carcajada. A penas me conocía y ya estaba pidiendo tener una cita.

Ya sabes. Tu con mi hermanito y yo con tu amiga —me guiñó un ojo y volví a reír.

Tú no te muerdes la lengua eh, Ethan —dije negando con la cabeza.

Me lo debes por lo del número —dijo señalándome con un dedo.

Pero yo no te lo pedí —me defendí divertida. Estoy y siempre estaré en deuda con él. Es decir, me ha dado el número del chico guapo. Este chico merece el cielo y mucho más.

No te hagas la difícil, morena —dijo mirándome con los ojos entrecerrados. Reí por eso. Me encanta hacerme la difícil.

¿Qué te dice que quiero tener una cita con tu hermano? ¿O que mi amiga quiere una contigo? —dije cruzándome de brazos. 

Tu sonrisa cuando he dicho mi idea, lo decía todo. —dijo divertido. Paré de reír y me sonrojé. Dios. Tiene razón.

El Pasajero del TrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora