El lugar se encontraba en completo silencio. A través de la ventanilla se apreciaba el paisaje de la tarde. No podía dormir, ya que estaba demasiado ocupada acabando el dibujo de mi gata.
Después de estar unos cuantos minutos contemplando la hoja, cerré el cuaderno y lo guardé. Eché mi cabeza hacia atrás y me quedé mirando al techo.
De un momento a otro, se me ocurrió mirar hacia la izquierda. Allí estaba él, profundamente dormido. Se veía aún más guapo dormido. Parecía un ángel. Su piel blanca como la porcelana. Tenía unas inmensas ganas de tocarla, pero no me atrevía, claro. Sus ojos estaban cerrados, así que el bosque verde de estos no se podía ver. Sus labios rosados y carnosos estaban cerrados, formando una línea. Algunos mechones de su oscuro cabello caían por la frente. ¿Se sentirá suave? Me pregunte, mientras no podia dejar de mirarlo.
Fijé mi vista en su cuello, y me percaté de algo curioso. Tenía lunares. No uno ni dos, si no varios. Pequeños círculos negros que hacían un camino desordenado hacia su mandíbula.
Él movió la cabeza, haciendo que me pusiera en alerta. Miré al frente de nuevo. Mi corazón latía con fuerza, mientras los nervios me consumían. ¿Qué está pasando? Es un simple chico, que da la casualidad de que es muy guapo. No tiene nada más. Sí, y yo soy millonaria. Dijo mi subconsciente.
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El Pasajero del Tren
Short Story¿Lo que estaba haciendo se consideraba acoso? No lo creo, no lo había perseguido. Simplemente habíamos coincidido en el mismo vagón. ¿Estaba actuando como una psicópata? No lo creo, no es que estuviera obsesionada con él. Simplemente me había pareci...