Milagrosamente, el dolor de cabeza había desaparecido. Hace unos minutos, cuando desperté, fui al baño. Pero para mi sorpresa, me encontré a la señora que antes estaba a mi lado.
Al verla tosiendo y apoyada en la puerta del baño, me acerqué preocupada.
—¿Está bien? —pregunté mientras ponía una mano en su hombro, y la ayudaba a mantenerse en pie. Estaba pálida y a punto de caerse. Parecía que se estaba mareando—. Acompáñeme —le dije, mientras le ayudaba a caminar. Como pude, la regresé a su sitio. No había nadie en el vagón, y eso hizo que me pusiera más nerviosa.
—Azúcar —dijo ella apenas en un susurro.
Entonces, algo se encendió en mi cabeza. Cogí mi bolso y rebusqué en él, esperando encontrar los caramelos que compré antes de subirme en el tren. Encontré dos de ellos, uno de sabor a naranja y otro de fresa. Cogí el segundo y le quité el envoltorio, seguidamente se lo di a la señora. A los minutos, ya había recuperado su color de piel normal, y al sentarse parecía estar mejor.
—Lo siento por preocuparte, querida —dijo ella apenada. Me senté a su lado y le resté importancia.
—No lo sienta. No es nada —le dije mientras buscaba la botella de agua que había comprado hace unos minutos. La encontré a mis pies. La cogí y vi el poco líquido que quedaba—. Tome —Se la tendí y le di una sonrisa. Ella me agradeció y bebió el poco líquido que quedaba.
—Gracias, cariño —dijo dándome una sonrisa. Ahora que lo pensaba, nunca había hablado con ella.
—Dígame Vee, señora —Cerré la botella y la dejé a un lado. Después la tiraría.
—Y tú puedes decirme Rosemary.
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El Pasajero del Tren
Short Story¿Lo que estaba haciendo se consideraba acoso? No lo creo, no lo había perseguido. Simplemente habíamos coincidido en el mismo vagón. ¿Estaba actuando como una psicópata? No lo creo, no es que estuviera obsesionada con él. Simplemente me había pareci...