26 - Rosemary

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Milagrosamente, el dolor de cabeza había desaparecido. Hace unos minutos, cuando desperté, fui al baño. Pero para mi sorpresa, me encontré a la señora que antes estaba a mi lado.

Al verla tosiendo y apoyada en la puerta del baño, me acerqué preocupada.

¿Está bien? —pregunté mientras ponía una mano en su hombro, y la ayudaba a mantenerse en pie. Estaba pálida y a punto de caerse. Parecía que se estaba mareando—. Acompáñeme —le dije, mientras le ayudaba a caminar. Como pude, la regresé a su sitio. No había nadie en el vagón, y eso hizo que me pusiera más nerviosa.

Azúcar —dijo ella apenas en un susurro.

Entonces, algo se encendió en mi cabeza. Cogí mi bolso y rebusqué en él, esperando encontrar los caramelos que compré antes de subirme en el tren. Encontré dos de ellos, uno de sabor a naranja y otro de fresa. Cogí el segundo y le quité el envoltorio, seguidamente se lo di a la señora. A los minutos, ya había recuperado su color de piel normal, y al sentarse parecía estar mejor.

Lo siento por preocuparte, querida —dijo ella apenada. Me senté a su lado y le resté importancia.

No lo sienta. No es nada —le dije mientras buscaba la botella de agua que había comprado hace unos minutos. La encontré a mis pies. La cogí y vi el poco líquido que quedaba—. Tome —Se la tendí y le di una sonrisa. Ella me agradeció y bebió el poco líquido que quedaba.

Gracias, cariño —dijo dándome una sonrisa. Ahora que lo pensaba, nunca había hablado con ella.

Dígame Vee, señora —Cerré la botella y la dejé a un lado. Después la tiraría.

Y tú puedes decirme Rosemary.

El Pasajero del TrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora