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Club de los perdedores. Sonaba prometedor para Freddy, ¡Él era un fracaso! ¡Pertenecía a un lugar así! Sin embargo, ¿Billy? Él es tierno, amoroso, es un héroe, ¿Por qué quiere estar en un grupo así? Como sea, Billy es raro.

Los chicos de la familia Vázquez llegaron exactamente a la hora establecida con la excusa de que habían tropezado en medio del bosque y ambos cayeron en un hoyo, y como Billy era un buen mentiroso, les creyeron.

Al resto de los perdedores les fue ¿Bien? Bueno, a algunos ... La madre de Ben se espantó mucho al ver su ropa sucia y el moretón en su ojo derecho; el Hanscom le tuvo explicar todo lo ocurrido y la mujer con desconformidad lo aceptó. Beverly, a su tía realmente le dio igual, si no era su hija que hiciera lo que le pareciera. A Bill, lo cuestionaron un poco pero no dijeron nada, de cierta manera sentían que Bill era de "esos"; no confiaban en él, pero tampoco les importaba. Richie, a él si que le fue bien; su madre, preocupada limpiaba el rostro del pelinegro mientras soltaba unas suaves risas por las ocurrencias de su marido y su hijo al contar la batalla, su padre le dijo unas pequeñas palabras de que estaba mal hacer eso y etcétera, pero después lo felicito por golpear a esos tontos. Eddie, oh pobre Kaspbrak; su madre al ver un poco de sangre en su ropa le realizó una y mil inspecciones en los brazos, después le dijo que al día siguiente irían por una vacuna contra el tétanos. Al Uris sólo le proporcionaron un severo regaño, "Un joven educado no debería meterse en problemas así. Ni siquiera deberías convivir con chicos como ellos" y le gritaron más mierda. Afortunadamente no lo castigaron, pero sus padres lo forzaron a decir más información que prefería dejar en secreto.

Bill llevó a Stan a su casa y Richie, a Eddie, como solían hacerlo casi a diario. Era ya una especie de rito, por la mañanas Bill iba por Richie, después por Stan, luego el Kaspbrak y usualmente el resto de perdedores esperaba allá.

Cuando Bill llegó a casa (después del interrogatorio de sus padres) sintió una necesidad repentina de hablar con Stan, por lo que tomó el radio que guardaba en uno de los cajones y levantó la antena.

— ¿Stan? ¿Estás ahí? ¿Que opinas de los otros? Cambio.

Como si Stanley esperará el mensaje del otro, contestó en seguida. Bill se imaginó el rostro de Stanley sonriendo y medio rojo por su voz.

— Creo que son amables. Son buenas personas. Cambio.

Buenas personas, ¿En Derry las había? ¡Oh, cierto! Ellos no son de Derry.

Bill quería seguir preguntando, pero de cierta manera sabía que no debía. Únicamente dejó el gran aparato sobre su buró, y fue por algo para merendar, después se colocó su pijama (una combinación rara entre una camisa vieja y pantalón holgado)

Frente a un libro que tomó prestado de la biblioteca de su padre y el cereal que comía en su cama, le dieron la una de la madrugada. Nadie espera que llegue un mensaje a esa hora, menos si es de la persona que te gusta; a Bill sí le estaba pasando, pero en vez de que dijera algo lindo cómo "¿Ya te dormiste? Despierta, amor" y al final el típico "cambio", sólo se escuchaba un suave voz llena de preocupación y que tal vez Stan lo había había entre lágrimas, "¿Puedo quedarme en tu casa? Cambio"

El Denbrough no dudó ni un minuto en responder afirmativamente, y apenas dió una respuesta afirmativa unas piedras golpearon a su ventana. Asomó la vista para ver al responsable, y ahí estaba Stan, con el ceño fruncido, los ojos rojos y con la ropa y cabello mojado. ¡Oh mi Dios! Estaba lloviendo.

Bill corrió escaleras abajo con una toalla y abrió la puerta rápidamente. El joven Uris estaba ya en la puerta apunto de llorar nuevamente, Bill lo rodeó con la toalla y con sus brazos de por medio. Se imaginó a Stan saliendo de su casa mientras mordía su mano para retener los sollozos, con la lluvia cubriéndolo y al mismo tiempo ayudando a ocultar sus lágrimas, pesadas y saladas.

"Deberías de ser escritor" le susurró una voz en la cabeza, pero parecía tan ajena a él. La ignoró.

— ¿Q-Qué p-p-pasó, S-Stan? —Cerró la puerta trás ellos y subieron al cuarto del mayor con mucho cuidado de no hacer ruido.

— Mis padres, se enteraron y...Bill...No quiero hablar de eso —Le respondió el de rulos. De inmediato, Bill lo abrazó con fuerza, Stan correspondió y siguió llorando un rato hasta cuando por fin se medio calmó.

— ¿Puedo tomar un baño? No quiero enfermarme —Habló Stan limpiándose los ojos. El ojiazul asintió y le dio toallas nuevas; Stan había ido tantas veces a esa casa que la conocía como la palma de su mano, sin embargo era la primera vez que iba de noche lo cual preocupaba de sobre manera al más alto de ambos.

— Gracias —El de rizos caminó hacia el baño con la cabeza gacha y en silencio. Bill ya se hacía una idea de lo que pudo haber pasado en su casa y gracias a lo que fuera que existiese allá arriba, los señores Denbrough amaban a Stan, por lo cual estarían felices de acogerlo unos días, al menos hasta que las cosas se tranquilizacen.

— ¿E-Estás b-b-bien? —Tocó el ojiazul desde el otro lado de la puerta.

— No, Bill, no lo estoy. Mis padres se enteraron que me gustan los chicos, me gritaron, me insultaron —Stan no habría la puerta por ninguna razón, sólo se escuchaba la el agua de la regadera cayendo y suaves sollozos que partían el corazón de Bill.

— ¿T-Te g-g-golpearon? —Bill tenía cierto rastro de ira en su voz. El simple pensamiento que alguien tocaba a su Stan para humillarlo de tal manera, le hervía la sangre en puro fervor.

— No, jamás me harían eso, ni siquiera me echaron de casa. Escapé. No quería que vieran de esa manera más. Si tan sólo hubieras visto los ojos de mi padre, llenos de ira, de asco, pura decepción ¡No es mi culpa! ¡Yo no elegí que me gustarán los hombres! —Bill no resistió. Abrió la puerta con cuidado y ahí lo vió, en posición fetal en una de  las esquinas de la bañera, aún con ropa y con la cabeza oculta entre los brazos y rodillas.

— S-Stan, eres maravilloso. No necesitas que alguien te apruebe para estar seguro, la única persona que debes de tomar en cuenta, eres tú. No necesitas que alguien más te ame si tú lo haces. Nadie tiene el poder para hacerte sentir menos que el resto. Es un gusto, algo sin importancia, lo único importante es lo que eres como ser humano. —El más alto se metió en la bañera con su amigo y lo volvió a abrazar, reteniendo es sus labios un corto "Te amo"

— Y lo dijiste sin tartamudear —Dijo el Uris. Ambos soltaron una pequeña y suave riza.

Tal vez, sólo tal vez, para Stanley Uris, Bill Denbrough parecía más lindo.

"Cuídalo. Las cosas suelen desaparecer" Susurró la misma voz ajena a Bill en su cabeza.

De una vez les aviso, amistades. Stan es el que (tal vez) tenga más problemas de todos lo perdedores. Perdón, pero no me puedo quitar la idea de la cabeza que es suicida
👊😔

Derry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora