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Beverly jamás fue como el resto de chicas. Desde pequeña le encantaba jugar rudo, usar ropa holgada, ensuciarse el cabello. Su padre quería que fuera todo lo contrario y cuando no cumplía los deseos de su progenitor, la golpeaba. En la escuela, la conocían de dos maneras: "Beverly la zorra" o "Beverly Lesbiana Marsh"

Ninguno tenía sentido entre si, pero ¿Qué se le iba a hacer? Todo el mundo tenía esa idea de ella, menos una persona a la que podía decir con seguridad, jamás desconfío de ella: Ben. Su chico tierno y risueño, aquel con el que siempre soñó. Bueno, tal vez no siempre, pero desde que se dio cuenta lo increíble que era Ben Hanscom, no había otro chico en el que pensara; sin duda, a sus cortos diecisiete años, estaba segura que había encontrado al amor de su vida.

¡Tuk! ¡Tuk! ¿Acaso eran piedras en su ventana? ¿A las 11 de la mañana? Oh, si que lo eran.

La pelirroja se acercó lentamente a la ventana de su cuarto, ondeando su lindo vestido coral con un short largo que se asomaba por debajo del mismo. Se asomó cautelosamente, sin embargo no era cautela de miedo, era una cautela de curiosidad. Finalmente con el exterior visible para ella, vió a su novio, sonriente y con un girasol en las manos. Beverly sonrió y bajó rápidamente las escaleras de la casa de su tía; sin despedirse salió de la construcción y recibió a Ben con un efusivo abrazo junto con un corto beso.

— Hola Bev —Dijo él.

— Buenos días, Ben —Saludó ella.

— Te traje esto —Pronunció el Hanscom, enseguida le entregó (con las manos temblorosas) la flor— Sé que son tus favoritas —Se sonrojó el Hanscom.

— Me conoces bien, Bennie —La chica le dió un cortes beso en las mejillas, posteriormente le tomó de la mano y caminaron hacia el centro de Derry.

— Beverly, ¿Podemos hablar de lo que pasó ayer? —Rompió el silencio el menor.

— Ah, Ben, realmente no quisiera hacerlo —Respondió ella.

— Pero...Mira, estaba pensando: Cada vez que esta cosa aparece, hay una  tragedia grande cuando empieza su ciclo y...

— Ben —Intentaba interrumpir Bervely.

— Todavía no pasa nada. Tal vez fue una casualidad o...

— Ben —Segundo intento.

— Fue una broma de Henry, ya sabes que está loco. Entonces...

— ¡Ben! ¡¿Qué tal si nosotros somos la tragedia?! —Gritó, haciendo que su pareja se sobresaltará y su girasol se agitará de un lado a otro.

— No, Beverly, nosotros no somos la presa. Somos el juego final —Le respondió Ben aún nervioso.

Beverly se quedó callada, ¿Qué iba a decir exactamente? Tenía miedo, no sabía qué hacer y mucho menos cómo, pero estaba segura que en lo que sea que hiciera, Ben estaría con ella. Eso la tranquilizó.

— No, no seremos la presa, al menos yo no seré la presa de un pajaro. Cuando esa cosa se nos enfrente, seremos los héroes —Habló una voz ajena a ambos, la voz de Billy Batson.

— Tu hermano y tú se caracterizan por llegar en los momentos donde menos los solicitan, ¿Cierto? —Pronunció Beverly soltando una leve risa al final.

— Somos perfectos para eso, pero, lamento decirte que esta vez no fue por ustedes que vinimos. Mi hermana quería un helado y pues la trajimos.

— ¿Y tu novio? ¡No! Perdón, ¿Y Freddy? —Bromeó la pelirroja.

— Muy graciosa. Espera unos días y tal vez necesite tu ayuda  —Respondió guiñando— Está ahí, con Darla.

Billy señaló ambos. Freddy le devolvió la mirada y saludó a los otros dos chicos; posteriormente se acercó a ellos con la niña sosteniendo su mano izquierda y en la otra, un helado de fresa.

— Hola, chicos —Dijo Freddy. Beverly y Ben saludaron devuelta— Ah sí, ella es Darla.

— Su hermana menor, aunque seamos adoptados —Explicó la menor con un gran entusiasmo.

— Yo soy Beverly y él es mi novio, Ben —Correspondió con el mismo entusiasmo la pelirroja.

— Oh, se ven muy lindos juntos — Halagó Darla. Ben se sonrojó un poco más.

— Te traje de pistacho —Dijo Freddy a él ojiverde.

— Odio el pistacho —Contestó el mayor.

— Lo sé, por eso te lo traje.

— Te amo —Pronunció sarcásticamente Billy mientras abrazaba a Freddy por la cintura, como solía hacerlo y besaba tiernamente la mejilla de su menor.

— ¡No puedo creerte nada, Pedro! —Gritaba un chico de ojos rasgados a lo lejos— ¡Billy! ¡Pedro hizo trampa!

— ¡Qué no, joder! Solamente soy mejor que tú en el Street Fighter —Alardeaba otro chico notablemente más alto y de complexión gruesa.

— Y ellos son, Eugene, el chino y Pedro, el alto —Presentó Freddy a los nuevos llegados.

— Supongo que de igual manera son hermanos adoptivos —Sentenció Beverly.

— Exacto.

Y como si la familia Vázquez no fuera lo suficientemente grande, otra chica con pantalones holgados y playera corta llegó a la escena.

— ¡¿Dónde se metieron ustedes?! ¡Si los llegó a perder, Rosa me va matar! ,—Regañaba Mary, mientras abrazaba efusivamente a Darla— Mucho gusto. Perdón por eso, pero es que estos chicos con como unos demonios. Soy Mary.

— Ben y Beverly —Esta vez quien dió los nombres fue el Hanscom.

— Bueno, chicos, iremos a la torre de agua, ¿Vienen? Nos veremos ahí con el resto para hablar—Ofreció Bervely.

— Yo voy —Dijo Freddy.

— Igual —Le siguió Billy.

— Gracias por la oferta, pero quede de llevar a Darla y a Eugene al cine —Se excusó Mary, aunque realmente no tenía muchas ganas de caminar, sin embargo los menores de grupo no abogaron; era una función del cine, ¿Qué más da?

— ¿Pedro? —Preguntó el Freeman. El mencionado negó— Aburridos.

Finalmente, los chicos se fueron por sus caminos, cada uno con una expresión distinta.

— ¡Perdedores! —Recibió Mike.

— ¡Mickey! —Dijo la pelirroja. Ya estaban todos, bueno, casi.

— Oigan, ¿Y Stanley? —Preguntó el ojiverde, a lo que Bill Denbrough volteó los ojos.

— F-Fue a su c-casa p-por ropa. S-se está q-quedando en l-la m-mía —Respondió Bill.

— Chicos, ¿Por qué hay gente corriendo? —Interrumpió Mike, al ver una gran multitud de gente judía correr hacía el lado contrario de la avenida para llegar a la iglesia.

— Un momento, ¿Qué no se supone que por ese camino está la iglesia judía o cómo sea que se llame? —Habló Freddy, mirando atentamente a las personas que se dirigían a ellos.

— Ta-también está la c-casa de Stan —Dijo Bill. De inmediato corrió con dirección a la multitud, freno a una mujer con la cara roja y los ojos llorosos— ¿Q-Qué pasa?

— ¡La iglesia! ¡Se quema! —Exaltó la mujer, quien posteriormente pegó nuevamente su caminar rápido.

— Stan —Susurró Bill antes de correr con dirección a la iglesia.

La casa del judío estaba junto con la iglesia, básicamente vivía ahí, en el piso de arriba. Si aquel lugar se quemaba, la casa del Uris también y él (probablemente) estaba adentro.

Ahora, ya estaba hecho; ya ocurrió la tragedia.

Su ciclo había empezado.

Derry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora