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Richie escuchó unos pasos, giró en seco esperando ver al culpable, sin embargo lo único que vió fue la suave luz de la luna iluminar el pavimento mojado. Siguió caminando imaginando las palabras de sus padres, “Richie, te he dicho que llegues a las seis treinta. Mira que hora es” “¡Es que jamás prestas atención!” “Lo bueno es que ya estás aquí” Las mismas frases de todo el tiempo.

Aunque, ¿Qué mierda importaban los regaños? Acababa de besar a Eddie, la persona que le encantaba...Bueno, eso quería creer. Decir que estaba seguro de querer Eddie, era mentir, sí, le agradaba y también le parecía excesivamente tierno, sin olvidar esas preciosas piernas que más de una vez soñó con abrir. Por otro lado, tenía unos tan únicos pensamientos y sentía las cosas de una manera especial. Sin duda era alguien que valía completamente la pena, pero ¿Tenerlo como novio? Al menos lo intentaría, si las cosas no funcionan, lo dejaría y tal vez vuelvan a ser amigos. Fácil. Bueno, primero había que pedirle.

Richie se perdió tanto en sus pensamientos que no se percató cuando la lluvia empezó a cambiar su color a uno rojo carmín, aún así, revolvió su cabello largo y lo ató con una liga que guardaba en su muñeca. Cuando bajó las manos, las vió pintadas de sangre, su ropa en vez de escurrir agua se pintaba de ese líquido espeso, miró el cielo, las nubes se volvieron globos y no paraba de llover sangre.

Richie comenzó a correr lo más rápido que sus piernas se lo permitieron, sin embargo, entre más corría, más larga parecía hacerse la calle.

Crack, crack. Se oían unas pisadas que amenazaban con romper el pavimento. Giró la cabeza, divisó a la distancia a una figura amorfa de más de metro noventa correr hacia él; la criatura tenía el cuerpo deforme y grisáceo del cual parecían emerger moscas, su cabeza era en forma de pirámide, esta esbozaba una gran sonrisa con colmillos, sus manos eran dos navajas gigantes y sus pies tenían zapatos de payaso. El Tozier corrió aún más rápido (si eso era posible).

Sintió algo en su pierna, una navaja corto su muslo. Poco después otra en el brazo, una más en la cintura. Creyó estar acabado, pero ya no escuchó nada apenas las gotas de su sangre empezaron a caer.

Giró la cabeza por última vez, al ya no ver nada volteó todo el cuerpo. Miró a todas partes, ya no había nadie.

Intentó volver a su paso, jadeando un poco por el dolor de los profundos cortes, pero algo se lo impidió. Eso estaba ahí.

— ¡Beep, beep, marica! —Gritó el payaso.

⚡;🎈

— Billy, ¿Escuchaste algo? —Dijo Freddy despertando a la mitad de la noche.

— ¿Mande? —Respondió el ojiverde aún somnoliento.

— Se escuchó la puerta del hotel abrirse bien agresivo. También oí una risa —Advirtió el pelinegro.

— No voy a bajar ni de sueños —Contestó el Batson, dándole la espalda a su (actual) novio.

Freddy miró atentamente a la entradas, imaginó algo entrando por la puerta intentando asesinarlo. ¿Y si es el perro? Pensó.

— Tengo miedo —Susurró el pelinegro para si mismo. Billy escuchó y aún con los ojos cerrados se levantó suavemente de la cama, no sin antes darle un tierno beso en la frente.

Ya completamente despierto, se dirigió a la puerta y abrió lentamente.

— Manipulador —Le dijo. Ambos rieron nerviosos.

Derry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora