Derry.

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Ben estaba confundido. Exactamente a dónde debía de ir a buscar a los chicos, ¿A la casa de Bill o la de Stanley?

Bueno, no, sería a la de Bill, Stan no tiene casa.

Subió a su vehículo, y pedaleó a una velocidad considerable. No quería llamar mucho la atención de los pueblerinos que apenas se despertaban, aunque, en pleno verano, nadie le prestaba atención a un par de críos en bici. Era lo más normal del mundo en Derry.

Unas calles antes de llegar a la cuadra en dónde vivía el Denbrough, Ben pudo ver algunas patrullas y escuchar los lamentos de una mujer. Eso se había llevado a alguien más, realmente tenían que darse prisa.

Prefirió ignorar la escena y continuó con su camino.

Al llegar a la morada de Bill, se planteó que decir. No quería que sospecharan mucho y él no era muy bueno mintiendo.

Se bajó de la bicicleta y tocó la puerta suavemente. La madre de Bill abrió la puerta con una sonrisa, no era muy común que Ben fuera a la casa de los Denbrough, era más común la presencia de Eddie o de Stan, incluso de Mike.

— Oh, hola, querido —Saludó la señora. Tenía un delantal verde y mezclaba un recipiente de metal, el cual tenía huevo y harina. Estaba haciendo un pastel.

— Buenos días, ¿Está Bill? —Correspondió el Hanscom.

— Claro. Está en su cuarto. Toca la puerta, te lo digo —Bromeó Sharon, y regresó a su cocina. Ben asintió dudoso.

Subió las escaleras y buscó la puerta blanca con un stiker de pluma. Cuando la ubicó, pudo caminar a ella y como la mujer en el piso de abajo le advirtió, tocó la puerta. Del otro lado, se escuchaba música a todo volumen.

Espero unos cuando segundos después de que la melodía se callará, hasta que un desalineado Bill le abriera la entrada. El de ojos azul-verdoso tenía el cabello despeinado, su camisa estaba desacomodada, sin contar que su rostro estaba completamente sonrojado y sus labios hinchados. Se asomó un poco para ver el interior de la habitación y vió a Stanley con una sonrisa, mientras lo saludaba.

Ahora entendía por qué debía tocar.

— ¿Interrumpo? —Dijo el robusto, rompiendo el silencio.

— N-No, no te pr-preocupes. Hola, Ben. ¿Qué o-ocurre? —Le respondió el Denbrough.

— Hola Bill, hola Stan. Sí, bueno, necesito su ayuda. Hagan de cuenta que ayer fuí a la casa club por unas herramientas que olvide ahí, y cuando baje, vi que una de las paredes se había doblado, básicamente necesitamos otra madera y bueno, en vista de que el resto de los chicos no está muy dispuesto a verse todavía, y Bev iba a estar ocupada, pensé en un ustedes, si no es molestia —Explicó algo incómodo por mentir a su amigos, pero más que nada, nervioso por qué no le creyeran.

— E-Entiendo. Va-Vamos, no tenemos m-mucho que ha-hacer, ¿No, S-Stanley? —El Uris asintió.

— ¡No! —Lo detuvo— Me refiero al rato, como a las once treinta, para que pueda ir a conseguir el material y eso.

— Tranquilo, podemos acompañarte —Ofreció Stan.

— ¡No! No, no, no. No les quiero quitar más tiempo, ustedes sigan en lo suyo. Sólo estén allá antes de las doce, ¿Ok? Por favor —La pareja asintió con duda de sobra, aún así no lo cuestionarían. Puede que tuviera otras cosas que hacer.

— Como tú digas, Ben —Confirmó el Uris.

— Gracias, chicos. Tengo que irme.

Y dicho y hecho. El Hanscom salió casi corriendo de la casa, despidiéndose de Sharon antes de dejar completamente la misma. Subió rápidamente al vehículo y se aproximó a buscar al siguiente objetivo. ¿Dónde podrá estar alguien como Billy Batson?