Derry.

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Mierda, mierda. Se decía una y otra vez Bill en su cabeza, la persona que amaba tal vez estuviera enterrada entre un montón de fuego. Conforme corría, las lágrimas advertían con escurrirse por su rostro cada vez que pasaba por sus pensamientos la posibilidad de que Stan ya no existiese; le daba miedo imaginar que la próxima vez que lo viese, fuera en un ataúd con ellos vestidos de negro. Negó rápidamente y siguió corriendo.

Los perdedores lo seguían, intentando mantener el paso. Billy iba hasta atrás cargando a su hermanastro, correr por dos no era nada fácil, sin embargo, llegaron en poco tiempo.

Apenas se posaron frente a la iglesia, Denbrough derramó una, dos, tres lágrimas. La escena aparatosa revolvió el estómago de más de uno de los chicos, se escuchaba el eco de la gente gritando adentro, temiendo por morir quemada; se veía a los bomberos sacando personas con la cara, extremidades o todo el cuerpo deformado; también se veía un bulto de unas cuántas personas, si es que esa bola de cuerpos humanos exponiendo totalmente la carne viva y rostizada podía seguir llamándose así, muertas.

Bill corrió al incendio, sin embargo sus amigos los detuvieron, a él no le importaba el fuego, quería al judío en sus brazos. Luchó por entrar a la iglesia.

— ¡Bill, por favor! —Le gritó el ojiverde. El Denbrough se calmó un poco, y a lo lejos vió a un chico de rizos que se acercaba a gran velocidad hacia ellos; salía de por atrás de la casa, huyendo de algo. Bill agradeció a todo lo que existiera en el mundo.

— ¡Stan! —Gritó el ojiazul, separándose del agarre de sus compañeros. Corrió de igual hacia Stan y lo abrazó con fuerza sobre humana— ¡Dios mío! ¡Pensé que estabas ahí adentro y...! ¡Mierda! Sentí que te perdía. Prefiero dar mi vida antes que la tuya.

Stan correspondió al abrazo, con las manos temblorosas. El resto de perdedores se unió de igual manera, ya todos estaban más aliviados.

— Estaba adentro —Empezó a explicar Stan— Mi padre empezó a cuestionarme, no pude más y salí corriendo de ahí —Seguía diciendo entre llanto— Mis padres se quedaron adentro.

Se sujetó a Bill con fuerza, sin embargo, como una vez lo hizo Beverly con Ben, Stan se separó del ojiazul y se dirigió a los brazos del Batson, quien limpió sus lágrimas con sumo cuidado de ese fino rostro.

El Uris se separó nuevamente del agarre y caminó despacio hacia uno de los bomberos que asistían a la ayuda. Preguntó por los Uris, afortunadamente su madre estaba bien, ya la habían transportado al hospital, donde estaría unos días; su padre, tenía quemaduras de segundo grado en todo el brazo, pero al menos ya estaba estable. Stan sintió que respiraba.

— Chicos —Interrumpió Freddy, mientras veían a Stan hablar con las autoridades— Estuve leyendo un poco, este tipo de tragedias pasan cada 27 años en promedio, sin embargo, la inundación fue hace tres años, ¿Qué salió mal?

— T-Tal vez us-ustedes —Susurró Bill.

— Bill —Regañó el Tozier al escucharlo.

— Puede que, no lo sé, tal vez con la energía que tenían sus poderes le hayan dado la fuerza para volver antes —Aclaró Ben.

— Básicamente es nuestra culpa —Aceptó Billy— Ahora hay que solucionarlo.

— ¿Cómo esperan hacer eso? —Cuestionó Eddie.

— No tenemos ni la menor idea.

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Stanley fue directo al hospital, en compañía de Bill. Los dos chicos se había despedido de los perdedores con un apretón de manos y mientras los otros siete iban a realizar todos sus planes, ellos se montaron a la bicicleta de Bill y a toda velocidad fueron a ver a los padres de Stan.