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Estúpida lluvia. Hacia que la noche llegará más pronto y arruinara todo los planes; para todo el mundo era lo horrible, pero para Billy y Freddy, no.

La lluvia era para ellos como una fiesta. Ellos jugaban en la lluvia, reían en la misma, su primer beso fue en la lluvia. Era la confidente de lo que pasó y jamás dejaría de no pasar; era su amiga de poder contar secretos.

— Billy, me gustas —Dijo Freddy, acercándose al mayor.

— ¿Ah sí? Tú me encantas —Respondió el mayor, besando la frente ajena. El Freeman sonrió decepcionado.

— ¿Cómo serían todos los caballos del rey? —Preguntó Freddy.

— ¿A que viene esa pregunta? —Freddy levantó los hombros sin saber exactamente a qué se refería. Billy sonrió, le encantaba que Freddy fuera tan raro.

— Bill —Habló Freddy, tornando el ambiente a algo serio. La lluvia pasó de tornarse algo romántico a algo oscuro y confuso, como lo estaba el Batson en ese momento— ¿Qué somos?

Mierda. Billy no sabía eso, no quería nada serio, sin embargo, estaba seguro de amar a Freddy. Por otro lado, Freddy quería ya establecer una relación con Billy, pero el último no parecía querer algo.

— ¿Dos personas que se aman? —Respondió el Batson.

— ¿Cómo amigos de los que se besan o cómo...novios? —Freddy bajó la cabeza, triste. Ya estaban frente a la entrada del hotel, pero ninguno quería ingresar a la construcción.

— Yo... Sólo dame un beso —Pidió Billy, nervioso.

— Jódete —Dijo el Freeman, entrando al hotel molesto.

Ahora sí que Billy la había cagado.

🎈;⚡

Billy era un experto en el arte de arruinar cosas y Freddy lo sabía, sin embargo, él creía que por una vez no iba a destruir todo entre ellos. Bueno, puede que no lo ha hecho, pero estuvo muy cerca.

El inválido tomó una toalla para secar su cabello recién lavado. Después de la empapada que se dió con su hermanastro, se metió a dar una corta ducha para no enfermarse.

Salió del cuarto de baño (ya vestido con su pijama) y ahí estaba el ojiverde, tirado en la cama únicamente con el short de su pijama y una toalla bajo la cabeza para no mojar la almohada. Estaba con sus audífonos puestos, parecía estar dormido.

— Eres un estúpido, aún así te quiero—Le dijo Freddy, aunque el ajeno no escuchará. Ya era de noche a las afueras de Derry, a pesar de que todavía no daban ni las ocho de la noche.

El Freeman se asomó por la ventana mientras seguía secándose el cabello. La calle estaba completamente vacía, únicamente se seguía escuchando el eco de las gotas de llovía cayendo. Freddy abrió la ventana, podía ser verano, pero el clima en ese instante era completamente frío.

Miró a un lado de la vereda, después al otro, no vió nada, sin embargo sí comenzó a oír algo. Gruñidos, muchísimos gruñidos y ladridos. Volvió a asomarse, no vió nada, pero ahora escuchaba pisadas grandes, como las de un animal.

Cerró la ventana temeroso. En cuanto cerró aquel vidrio, un gran rayo iluminó las afueras de su ventana, dejando ver a un enorme perro con los ojos blancos y una exagerada sonrisa llena de colmillos bañados en sangre fresca. Se encontraba pegado al vidrio, quieto, sólo viéndolo a los ojos. En cuanto la luz del rayo se disipó, desapareció.

El de rizos creyó haber visto una ilusión generada por los árboles del otro lado de la calle. Bueno, eso quería creer.

Al voltearse, vió al mismo perro. Medía más un metro noventa y era negro mate; su pelaje se notaba tieso por la sangre seca y también por fluidos extraños (Freddy se imaginaba que únicamente salían cuando algo estaba muerto) El de cabellos azabaches no podía dejar de ver esas orbes blancas, en las cuales poco a poco se reflejaba el rostro del Batson.

Freddy quedó paralizado. No podía alcanzar siquiera a soltar un pequeño sonido que alertará a su mayor, mucho menos pudo correr para defenderlo.

El perro, no dejaba de mirar a Freddy, pero él tenía otro objetivo. Como si se tratará de la ligereza de un gato, se posó arriba del ojiverde (aún dormido) cerca de cuello, ahí Freddy vió las patas del animal, tres eran de cabra y una estaba arrancada. Abrió la boca, partiendo completamente su deformada cara; de las fauces, caía un líquido viscoso negro, los dientes se veían aún más afilados y podridos.

El Freeman tapó sus ojos. Estaba llorando, otra vez.

— Oye, oye —Se escuchó la voz de Billy— ¿Qué pasa? —Billy se acercó a él y se agachó a la altura ajena, mirándolo con preocupación de sobra.

Freddy abrió los ojos de par en par, sorprendido por ya no ver al canino y ver a su hermano con vida. No dudó en abrazarlo; lo tomó por lo hombros con fuerza como rogándole que no se fuera, que se quedará un poco más con él en ese infierno nombrado humanidad.

— Amor, ¿Qué pasó? —Dijo Billy. Los sollozos de Freddy lo habían despertado.

— Había un perro, estaba sobre ti y el te iba a...

— Freddy, sea lo fuese eso, no era real. Estoy aquí, contigo —Billy le tomó por el mentón, levantando su rostro.

Sus mejillas se encontraban húmedas, sus ojos y labios hinchados, así como su nariz estaba roja.

— No me voy a ir —Intentó convencer el mayor.

El Batson se acercó a los labios ajenos y depositó un corto beso en lo labios. Freddy, tomó las mejillas de su hermanastro, asegurándose de que fuera real; posteriormente, sonrió amargamente.

— Amigos —Susurró, triste. Freddy volvió a besar profundamente al ojiverde, drogándose con el dulce sabor que los labios de este emanaban.

Las manos del Batson se posaron por debajo de la camisa del menor, deleitándose con el fino y casi aterciopelado toque del torso del Freeman. Bajó sus extremidades hasta  el borde del short que portaba el pelinegro, escurriendose dentro de estos, ambos sabían lo que venía, pero Freddy no se sentía listo.

— Para —Pronunció decidido el menor. Billy entendió y acató la orden.

— ¿Aún así dormiremos juntos? —Freddy asintió sonriendo.

Apagaron las luces, ambos se taparon únicamente con una sábana y Billy abrazó por la cintura al Freeman.

— Frederick, perdón por ser una persona que jamás sabe lo que quiere, pero esta vez sí se que quiero: te quiero a ti. ¿Quieres ser mi novio? —Dijo el mayor, apretando el agarre.

— Ya te habías tardado —Contestó Freddy, girándose para verlo a la cara— Sí quiero.

Y los dos se quedaron dormidos, sin saber que algo más importante ocurría en Derry, específicamente, abajo de este.



Locoooooo, ahora creo que sí viene lo bueno.

Próximo capítulo, Reddie
Siosi, verga

Derry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora