Compañera De Piso

174 0 0
                                    

Llegue cansado de trabajar, que lindo sentir el colchón bajo mi cuerpo, no se cuánto habré dormido pero recuerdo despertar oyendo tu voz para almorzar. Entreabri mis ojos y vi tu silueta caminando por el cuarto mientras recordaba que estaríamos solos unos días ya que nuestros compañeros de piso habían salido de viaje por unos días.
No era algo raro, hasta era parte de nuestra rutina habitual. Me levante y me dirigí al baño, caminabas delante mío y no pude evitar mirar tu figura, ya no eras esa pequeña niña que solía jugar en la infancia, ahora tu cintura se veía fina, tu cola realmente resaltaba con ese jean azul que usas para ir a la universidad. Entre al baño y me sorprendí al notar que había tenido una ereccion mirando tu trasero. Intenté que se me quite por lo que me duche con agua fría, me vestí y salí a almorzar con vos.
Durante el almuerzo hablamos de trivialidades, te pregunte por la carrera y otras cosas, luego de la comida te dirigiste a lavar los platos, al verte distraída quise hacerte una broma por lo que me acerque lentamente y tomando tu cintura pensé en hacerte cosquillas en el cuello como cuando eramos niños, pero al sentir tu suave perfume no pude contenerme y bese tu cuello, di un suave mordisco, lo repetí un par de veces sin darme, cuenta pero me detuve al sentir como rozabas tu cola contra mi pene.
Tomaste mis manos y me pediste que no me detenga, estaba confundido, no sabía que hacer. Como adivinando mi pensamiento tomaste mis manos, rodeaste tu cintura con ellas y pegaste tu cuerpo al mío. Bese tu cuello mientras inclinabas tu cabeza, quitando el cabello que estorbaba. Te oi gemir suavemente, deslice mis manos bajo tu remera mientras la levantaba facilitando que acaricie tu piel. Guíaste mis caricias hasta tus pechos, descubrí que en ese momento no usabas corpiño, por lo que me resultó fácil sentir la suavidad y calidez de tus tetas, acaricie tus pezones y los pellizque mientras mi boca buscaba la tuya. Quite tu remera, te diste vuelta y con lujuria en la mirada me pediste que te haga mía, te bese sin pausa, nuestras lenguas se enredaban en tus boca mientras tus pechos desnudos rozaban mi piel. Acá no, te dije, quiero que sea especial, agregue mientras tomaba tu cola aun cubierta por el Jean, te hice upa, como si fueses aquella niña que conocía de toda la vida , rodeaste mi cintura con tus piernas y mi cuello con tus brazos, haciendo que tus pezones queden a la altura de mi boca. Succióne esos deliciosos botones de tu piel mientras nos dirigíamos a mi habitación. Eran suaves, tiernos, cálidos y dulces.
Entramos en mi pieza, tu respiración se oía entrecortada, te arroje en mi cama y con una mirada que nunca me imagine ver en tu rostro te recostaste, mordiste tu labio inferior y me dijiste que eras toda mía, a la vez que estirabas tus brazos por sobre tu cabeza y separabas tus piernas. No lo pensé dos veces, me recosté sobre tu cuerpo y empecé a morder tu cuello, baje lentamente a tu clavícula y luego a tus pechos miéntras desprendía tu Jean. Levantaste la cadera para que me sea más fácil quitarlo, enorme fue mi sorpresa al notar que estabas completamente humeda y que usabas una diminuta tanga negra. Bese tu vientre y baje hasta tu entrepierna. Bese esos labios mientras metía mis dedos en vos, tomabas mi cabello y gemias mientras movias las caderas y repetias que habías soñado con este momento varias veces. No podía creer lo que oía, esa confesión me había exitado más de lo que podía explicar. Tus gemidos eran cada vez más intensos, tus piernas rodeaban mi cuello y sentí tu cuerpo temblar a la vez que por primera vez degustaba esos deliciosos fluidos que salían de tu interior.
Con una sonrisa miraste mis ojos y me dijiste que ahora era mi turno de disfrutar, te arrodillaste delante mio, desprendíste mi Jean y lo bajaste junto al bóxer. Tomaste mi pene con tu mano y deslizaste la mano liberando mi glande, lo besaste y le diste una lamida miéntras mirabas mis ojos. Sonreíste y lo introdujiste lentamente en tu boca, sentía tu lengua en cada centímetro, como lo succionabas, sentí como hacías presión al sacarlo de tu boca, comencé a acariciar tu cabeza, me estabas volviendo loco, en mi vida había recibido mejor chupada. Miraste mis ojos, tomé tu nuca y comencé a guiar el ritmo. Entraba y salia, te veía hacer arcadas pero no me importaba, tomé tu nuca con mis manos y comencé a cógerte la boca, te miré y aunque te oía quejarte note que casi sonreias y hasta habías empezado a tocarte.
Te gusta el sexo duro, dije, con mi verga en la boca moviste la cabeza asintiendo. Reí y me detuve, sin soltarte la cabeza te recosté en la cama, tome tu cintura y te acerque al borde de la cama. Te penetre sin miramientos, estabas completamente húmeda, totalmente lubricada. Tomé tus piernas y las coloque en mis hombros. Me recosté sobre vos mientras oias nuestros cuerpos chocando, eran penetraciones rápidas, profundas, mi boca mordia tus pezones mientras mi mano te azotaba la cola, dejándola colorada, marcando lo que era mío en ese momento. Continuamos varios minutos mientras gemias y pedías que no me detenga.
Me detuve, miré tus ojos y con una sonrisa besaste mis labios, sacaste mi ereccion de tu vagina y me diste la espalda, poniendote en 4, recostando tu pecho en la cama, ofreciendome tu sexo. Tome tu cintura, bese tu espalda y de a poco comencé a entrar en vos, al principio costó un poco, por lo que me detuve, acerque mi boca y lami suavemente ese delicioso agujero entre tus nalgas, acerque mi glande y haciendo presión entro lentamente, te quejabas, te dolía, pero cuando te pregunté me pediste que no pares... Que esa zona era virgen y que me la querías dar a mí. Tras varios segundos y moviendonos juntos tenias todo mi miembro dentro de tu cola, nos movíamos despacio mientras estimulaba tu clitoris con mi mano. Mis movíamos rítmicamente, como si estuviéramos poseídos por el placer. Una vez acostumbrada tome tu cintura y comencé a penetrarte cada vez más fuerte, tome tu largo cabello y lo jale hacia mi haciendo que arquees la cabeza hacia atrás, mi mano una vez más golpeaba tu cola dejándola marcada. Te oía gemir mi nombre casi a los gritos mientras pedías que no pare. Acariciabas tus pechos a la vez que me recosté sobre tu espalda y mordí tu cuello. Toque tus labios vaginales y estabas aún más mojada que antes, reíste y entre gemidos me dijiste que habías acabado una vez mas, te dije que estaba por acabar. Me pediste que lo haga dentro tuyo, que tomas la pastilla. Saque de golpe mi verga de tu interior y nuevamente te penetre. No esperabas que haga algo así por lo que te sentí temblar y gemir. Giraste tu cuerpo sin que salga de tu interior y una de tus piernas terminó en mis hombros. Mi dedo estimulaba tu ano miéntras mi otra mano tomaba tus pechos. Te recargaste sobre mi haciendo que me acueste, comenzaste a cabalgarme y gemir fuertemente, arriba, adelante, abajo, atrás, te movias de esa forma arriba mío, cada vez más fuerte, cada vez más rápido, cerrabas los ojos, arqueabas la espalda hacías atrás mientras repetias mi nombre. Te inclínate hacia delante, tus pechos quedaron en mi boca, por lo que empecé a morderlos mientras nos moviamos juntos. Tu cuerpo tembló, tu vagina hizo presión en mi verga, sentí tus jugos bañando mi miembro erecto a la vez que podías sentir como en espasmos eyaculaba en tu interior. Estabamos agitados, cansados, acalorados, sonreimos y nos besamos. Tomé tu cintura y me dijiste que mil veces fantaseaste con ese momento. Nos reímos y entonces nos dimos cuenta que por los siguientes días la ropa estaría de más ...

Fantasías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora