Tarde cálida

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Era una tarde cálida, típica de esos días previos al inicio del verano. Habíamos pasado la tarde caminando por la playa, disfrutando de la suave brisa que soplaba en la horilla.  Estábamos sentados en un medano, viendo como el sol se escondía en el horizonte mientras te tenía entre mis brazos y terminabas de tomar un refrescante helado. Ninguno de los dos decía nada, las palabras estaban de más en ese momento. Te abrace fuerte mientras terminabas de comer lo que restaba del cucurucho, no dijiste nada, solo apóyaste tus manos sobre las mias, recostaste tu cabeza sobre mi pecho y estiraste las piernas para estar más cómoda. Besé tu mejilla, sonreíste e inclinaste levemente tu cabeza, haciendo que tu cabello se moviera y deje descubierto tu cuello. Di un beso más en tu mejilla mientras tus manos presionaban las mías al sentír mis labios haciendo contacto con la suave y cálida piel de tu cuello. Miraste mis ojos, estabas sonriendo y mordias suavemente tu labio inferior, me incline y te di ub suave beso en los labios, mordí tu labio inferior en cada pausa que separaba un beso del siguiente. Mis manos recorrieron con suavidad tus brazos, sin prisa, pero sin pausa. Acaricie cada centímetro de tu piel desde tus hombros hasta tus dedos, de forma lenta, disfrutando el roce de nuestra piel y la calidez de tu cuerpo por esa larga tarde en la playa. Llegué a tus hombros y lentamente hice a un lado la tela de ese vestido blanco que cubría tu cuerpo. Dejaste que la tela cayera con suavidad mientras mis labios recorrían tu cuello, tu mano guiaba el camino de mis besos y mis manos recorriendo tu cuerpo lo acercaba cada vez mas al mío. Tu cabeza continuaba recostada en mi hombro, tus ojos cerrados, te mordias suavemente el labio inferior mientras sentías como mis manos recorrian tu cuerpo, acariciaban cada parte, subían y bajaban por tus piernas, levantando cada vez más esa tela que cubría tu figura. Tomaste mi rostro, miraste mis ojos y mientras besabas mis labios mis manos bajaban esa pieza de tela que cubría tus pechos, hice a un lado la parte superior de tu bikini, sin molestarme en sacarla. Acaricie tus suaves pechos, los masajee de forma suave, pero firme, recorrí sus curvas mientras acariciaba y pellizcaba tus pezones, sentía cómo la intensidad de tus besos variaba en respuesta a mis caricias. Comencé a acariciar tus piernas con suavidad, subiendo por ellas dibujando suaves círculos que cubrían cada centímetro de tu piel. Doblaste tus piernas y las separaste levemente, permitiéndome acariciar la parte interna de tus muslos, subiendo hasta tus rodillas para después bajar y sentir la calidez y humedad de tu entrepierna. Comencé a acariciar tus labios por encima de la tela usando solo la punta de mis dedos. Deslice mi mano bajo la tela del vestido y comencé a subirlo lentamente mientras movias tu cadera para que sea mas sencillo. Nos miramos a los ojos ojos mientras quitaba tu vestido por sobre tu cabeza y quitabas luego mi remera, dejando ambas prendas sobre la arena, como si de  una cama improvisada se tratara.  Desate tu corpiño y bese tus labios, paseé por tu cuello y baje lentamente a tus pechos mientras te recostabas en esa improvisada cama. Besaba tu vientre cuando miré tus ojos y note tu mirada llena de pasión, note una leve sonrisa y sentí tu suave caricia casi pidiéndo que no me detenga. Mis manos recorrian tu cuerpo, cuando llegaron a la altura de tu cintura lentamente comencé a bajar esa pieza de tela que cubría tu intimidad a la vez que besaba cada nuevo centímetro de tu desnudez. Tus piernas estaban separadas, tu mano reposaba en mi cabeza y mientras te miraba desde tu entrepierna comencé a dar suaves, lentos y delicados besos a tus cálidos y húmedos labios que se encontraban al alcance de mi boca. Los recorrí con suavidad, subiendo y bajando lentamente por ellos usando la punta de mi lengua para jugar con tu ya hinchado clitoris al que succionaba cada vez con mayor frecuencia. Mis dedos ingresaron en tu intimidad ayudados por tu dulce humedad. Tus caderas subían y bajaban guiando el movimiento de mis dedos y empujando aun más mi boca y mi lengua hacia tu cuerpo. Tus piernas reposaban sobre mis hombros a la vez que aprisionaban y presionaban mi cabeza hacia tu delicioso sexo. Mis dedos se movian cada vez mas rápido motivado por el sonido de tus suaves gemidos, mordias tus labios mientras me mirabas a los ojos y tomando mi cabello sentí no sólo como presionabas aún más mi boca hacia ti sino también como una ola de tus deliciosos jugos íntimos inundaban mi boca y los musculos de tu vagina palpitaban. Tus piernas temblorosas liberaron mi cabeza mientras besaba tu pubis y mis dedos salían de tu interior. Con una sonrisa dibujada en tu rostro subí lentamente besando tu piel, llegando a tus pechos y saboreandolos una vez mas mientras te encargabas de quitar lo que me quedaba de ropa al acariciar mi cuerpo. Tus brazos rodearon mi cuello, mi frente se apoyo sobre  la tuya y mirándote a los ojos tus piernas rodearon mi cuerpo míentras mi erecto miembro rozaba tus cálidos y húmedos labios. Movias tus caderas buscando que te penetre, tomaste mi miembro y mirándo mis ojos lo guíaste justo dónde lo querías. Sonreíste y nos besamos, tus piernas rodearon mi cintura mientras movias tus caderas iniciando un suave movimiento, haciendo que entre y salga de ti. Lentamente nuestros movimientos fueron tomando velocidad, haciendo que tu cuerpo sienta en cada penetracion mayor intensidad. Te tome por la cintura y me incorpore, levantando tu cuerpo con el mío y quedando tus pechos al alcance de mi boca. Tomaste mi cabeza entre tus brazos y la hundiste entre tus pechos mientras subias y bajabas con tus piernas rodeando mi cintura. En ese momento ya habíamos dejado de pensar, nuestros cuerpos se movian guiados por el deseo. Era el placer lo que había tomado el control total de ése momento. Nos mirábamos a los ojos llenos de placer, nuestras bocas se fundían en interminables e intensos besos. El deseo quemaba nuestra piel, nuestra respiracion estaba entrecortada y nuestro pulso acelerado como nunca. Nuestro cuerpo ya no era nuestro, porque éramos el uno del otro. Variamos posiciones buscando aquellas que nos den mayor placer, que me dejaran acariciar y estimular tu punto g a la vez que llegaba cada vez mas profundo con la penetración. Tu espalda se arqueo, cerraste tus ojos mientras mordías tus labios. Sentí tus uñas clavarse en mi piel, tu cuerpo guiando el camino de mis besos, tus piernas rodeando mi cintura y presionando hacia ti q la vez que un gemidos salio de ti diciendo mi nombre, sentí palpitar tus músculos vaginales rodeando mi miembro a la vez que nuestra respiracion se detuvo por un segundo y por un instante que pareció una vida nuestros labios se encontraron una vez más en intensos besos al sentír como ambos habíamos acabado. Estuvimos en esa posición, con tus piernas rodeando mi cintura, evitando que salga una sola gota de tu interior mientras tus brazos aún rodeaban mi cuello y entre besos notamos que la noche nos habia encontrado... Entre risas no dejamos de besarnos y juntos dejamos ese medano, tomados una vez mas de las manos...

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