No podía creer que finalmente había llegado el día. Hacía ya varios meses que hablaba con vos por las redes sociales. Aprovechamos un fin de semana que estábamos libres y nos encontramos para conocernos. Fue un día tipico de principio de otoño, no hacía falta demasiado abrigo, a penas bajaste del colectivo te vi y te reconocí, usabas un Jean, un remera y una campera suelta.
Nos saludamos con un abrazo y un beso. Tomé tu bolso y comenzamos a caminar hacia el auto mientras hablábamos del viaje y cosas similares. No dejaba de ver esos ojos profundos, realmente eran más hermosos en persona que por foto. Llegamos al auto y te abrí miéntras guardaba el bolso en el baúl.
Nos dirigimos a mi casa y dejamos el bolso donde seria tu habitación por esos dos días. Te mostré los ambientes de la casa y desayunamos. Luego paseamos hablando de cosas sin importancia aparente, aunque también acordamos que podríamos almorzar.
Fue un almuerzo lleno de bromas y ocurrencias, no dejaba de ver esos labios, se veían suaves, cálidos, te reíste al notarlo y me djjiste que si no dejaba de mirarte así te haría sonrojar. Reímos y preparamos las cosas para pasear por la zona de la playa.
Las horas volaban a tu lado, sin siquiera darnos cuenta ya estábamos mirando como se escondía el sol al otro lado del río. Nos dirigimos una vez más al auto y volvimos a la casa, había refrescado y ya teníamos hambre otra vez.
Comencé a preparar la cena, estaba realmente feliz de tenerte en mi casa, era algo que había esperado con ansias desde el día que te conocí. Estaba sumido en mis pensamientos, creyendo que estarías en tu pieza pero me sorprendiste abrazándome por detrás.
Sentí tu cabeza apoyada en mi espalda mientras me decías que habías disfrutado de la tarde. Me di vuelta, te abrace y te agradeci por haber aceptado venir.
Mis manos tomaron tu cintura, me perdí mirando tus profundos ojos. Mi corazón se acelero, mil veces había soñado con besar esos labios y ahora los tenía a centímetros de mi boca. Miré tus ojos, tus labios y nuevamente tus ojos, formando un triangulo, no pudiendo evitar hacerlo. Miraste mis ojos, tus manos tomaron mi rostro mientras mordias coquetamente tu labio inferior, dejé de pensar, me acerque y te bese. Fue un beso casi tímido, sentí el roce de tus labios, su suavidad. Separe nuestras bocas y me besaste, fue un beso dulce. Nos besamos con suavidad, eran besos lentos, de esos que te hacen olvidar de todo menos ese momento. Te besaba, mordia suavemente tu labio inferior y tus brazos rodearon mi cuello, mis brazos rodearon tu cintura pegando nuestro cuerpo
Mi corazón estaba acelerado y podías sentirlo en tu pecho, apoye mi frente en la tuya, nos miramos a los ojos y con una sonrisa inclinaste levemente la cabeza a la izquierda, baje la cabeza y comencé a besar tu cuello, besaba cada centímetro a la vez que succionaba suavemente, no quería dejar marcas, solo disfrutar. Un suave gemido escapo de tus labios y aproveche la oportunidad para apretar tu cola. Era firme, pero suave, te tome y levante en brazos. Tus piernas rodearon mi cintura, estabas upa, y así te llevé a mi habitación.
Te recosté en la cama, quitaste tus zapatillas y recién ahí note que ya no llevabas campera. Me recosté sobre vos, nuestros sexos se rozaban bajo la ropa mientras nos besábamos. Tu mano se metió bajo mi remera, la quitaste rápidamente mientras yo acariciaba tu cintura bajo la remera. Con mi torso desnudo giramos en la cama, quedaste arriba mío, metí mis manos bajo tu remera directamente acaricie tus pechos sobre el corpiño. Quitaste tu remera mientras reías, apóyaste tu cuerpo sobre el mío y mientras acariciaba tu espalda desprendi el corpiño, liberando tus hermosos y blancos pechos. Gire en la cama y quedaste nuevamente debajo mío, bese tu cuello, baje lentamente hasta tu clavícula, recorrí tu piel de hombro a hombro dándole besos, mordidas, lametones, acaricie tus pechos desnudos los bese, succióne tus pezones mientras jugaba con ellos usando mi lengua. Me incorpore, desprendi tu Jean y comencé a bajarlo mientras besaba tu vientre. Una ve que lo quite baje lentamente a tu entrepierna. Te había dejado puesta la tanga, a través de su tela podía sentír la humedad de tu sexo, bese la tela, bese tus piernas, te oía gemir suavemente. Acariciaste mi pelo, te mire a los ojos desde tu entrepierna y mordiendote los labios rodeaste mi cabeza con tus piernas, hiciste a un lado la tela de la tanga y acercaste esos suaves, finos y cálidos labios a mi boca. Era delicioso, se sentía la humedad del deseo. Mi lengua los recorría subiendo y bajando, tus caderas hacían movimientos circulares, guiando el ritmo, buscando sentir mi lengua en lo más profundo de tu intimidad mientras me separaba un instante para quitar esa pieza de tela que empezaba a estorbar.
Una vez retirada bese nuevamente tus labios y note tu ya hinchado clitoris, lo succióne con suavidad mientras introducía en tu interior dos de mis dedos. Tus dedos se enredaban en mi pelo mientras arqueabas tu espalda pidiéndome que no me detenga. Oírte gemir mi nombre era un sueño hecho realidad, mis dedos se movían frenéticamente entrando y saliendo mientras succionaba y mordia suavemente tu clitoris. Entonces lo sentí, tus piernas aprisionaron mi cabeza, como queriendo evitar que la quite, tu cuerpo pareció vibrar, por un instante pareció que largabas un gemido ahogado mientras tus músculos vaginales presionaban mis dedos, bañandolos en tus jugos. Liberaste mi cabeza, estabas recostada, con la respiracion agitada, el pulso acelerado, estabas poseída por el deseo y era tu mirada la que lo delataba
Quite mi pantalón y el bóxer, me recosté sobre vos. Bese tus labios mientras tu mano buscaba mi erección. Sonreíste, dijiste que me volverías loco e hiciste que me recueste. Besaste mis labios mientras yo acariciaba tus pechos, besaste mi cuello, mi pecho, bajabas lentamente por mi cuerpo mientras me seguías masturbando. Llegaste a mi erección, miraste mis ojos y le diste unos suaves besos. Acaricie tu cabello mientras sentía como entraba en la calidez de tu boca, tu lengua jugaba con mi glande mientras tus labios succionaba. Subias y bajabas ritmicamente, era delicioso, tu boca me estaba volviendo loco, era sentir que chupabas al bajar, succionabas al subir, intente resistir, pero me estabas llevando al limite del deseo. Tomé tu cabeza, miraste mis ojos y sin decirte nada entendiste todo, lo quitaste de tu boca, me besaste y te recostaste mientras me ponía arriba tuyo. Tus piernas rodearon mi cintura mientras entraba en vos. Comenzamos a movernos lentamente. Era cálido,muy húmedo, estaba en el cielo.
Respirábamos con dificultad mientras nos besábamos, el deseo era el que nos guiaba, nos fundíamos en besos mientras el instinto nos llevaba a las posiciones que mejor y más profunda penetracion nos podía permitir. Tu pierna reposaba en mi hombro miéntras acariciaba tus pechos y te penetraba rápidamente, luego fuiste arriba, me diste la espalda y comenzaste a cabalgarme mientras tomaba tu cintura y jalaba tu cabello, volvimos a la posición del misionero, aceleramos nuestros movimientos mientras olvidabamos todo a nuestro al rededor.
Fue entonces cuando lo sentimos, como una especie de explosión desde nuestro interior, una ola de calor que nos recorrió enteros, tus uñas se clavaron en mi espalda, me aprisionaste con tus piernas mientras te mordia el cuello. Nuestros músculos se tensaron a la vez que nuestros músculos palpitantes anunciaban ese orgasmo. Nos miramos a los ojos, nos besamos mientras respirabamos con dificultad, nuestros pulsos estaban acelerados y nuestros cuerpos parecían hervir. Nos besamos, nos miramos a los ojos y nos abrazamos en esa posición, quedando dentro tuyo mientras pensábamos si era mejor cenar o darnos una ducha juntos....