5. "Primera cita"

1.4K 109 28
                                    

Villamil

Me desperté con una energía que hace mucho no tenía, hoy vería nuevamente a Mariana por lo que les había pedido a los chicos darnos un día libre, les inventé una excusa que ninguno se creyó pero aceptaron y con eso era suficiente. Mariana terminaba sus clases a las 10 AM asique teníamos todo el día para salir, me duche y me puse un pantalón café oscuro y una camiseta negra, muy simple. Pensé en peinarme un poco ya que siempre llevaba el pelo revuelto, una vez terminé de arreglarme bajé a tomar desayuno, mi hermana y mi madre estaban en casa, eso no era muy común pero me alegraba porque no tendría que cocinar, ambas me miraron sonrientes y se largaron a reír. 

¿Que sucede? - pregunté.

¿Vas saliendo? - respondió mi mamá.

Si.

¿Cómo se llama? - dijo mi hermana sentándose a mi lado.

¿Quién?

La chica con la que vas a salir - dijo obvia.

No sé de qué hablas - fingía.

Dudo que te arregles tanto para ver a los chicos y estoy segura que no tienes entrevistas.

Estoy igual que siempre - rodeé los ojos.

Déjale, si no quiere contar no pasa nada - dijo comprensiva.

Terminé mi desayuno tranquilamente, quería pasar por Mariana a la universidad y sorprenderla pero no quise parecer tan desesperado, además mis ideas se vieron arruinadas por los entrometidos de mis mejores amigos. Salí a una hora prudente de mi casa y me senté en una plaza cercana al lugar, le había enviado un mensaje diciendo que la esperaría por ahí. Me quedé un largo rato sentado bajo un árbol revisando mis redes sociales, de la nada ví como tres idiotas se acercaban con una gran sonrisa a dónde me encontraba yo.

¿Que hacen aquí? - pregunté secamente.

Uy! Nosotros también nos alegramos de verte - dijo Martín.

¿Esperas a alguien? - preguntó Isaza molestando.

No, solo vine a tomar aire - mentí.

Entonces no te molestará que nos sentemos - sugirió Simón, los miré mal.

¿Que quieren? - pregunté resignado.

Solo queremos saber quién es - dijo Isaza sonriente.

Antes de que te molestes en negarlo, te conocemos, llegaste tarde dos veces y andas en las nubes - replicó Martín.

Están soñando, enserio - rodeé los ojos, miré hacia un costado y ví que Mariana se acercaba al parque a lo lejos - vayanse por favor.

¿Por qué? Déjanos conocerla - rogó Simón como un niño de cinco años.

En otro momento - dije nervioso - se los prometo.

Pero si hasta te peinaste - bromeó Isaza.

Chicos...- dije un poco cabreado y nervioso.

Está bien - dijeron los tres al unisono, alejándose.

Los tres idiotas se alejaron pero sabía que seguían muy cerca, no sé cansaría hasta saber quién era la chica que me traía loco, le hice señas a Mariana y sonriente se acercó, venía bastante casual, cosa que no me esperaba, me saludo de manera cariñosa.

¿Esperaste mucho rato? - preguntó sonriente.

Para nada, apenas llegué - mentí.

Me alegro, odio hacer esperar a las personas - rió.

Así que escuchaste Morat - dije feliz.

Si la verdad me sorprendieron...puedes creer que no tenía idea que eran Colombianos.

¿En qué mundo vives? - bromeé.

Igual no son tan conocidos - replicó - oye! A todo esto ayer te conté de mi canción favorita y me ignoraste.

Lo siento - sonreí nervioso, ayer había tenido un pequeño ataque de celos cuando me confesó lo de la voz de Isaza - estaba ocupado y mis amigos son muy molestos.

Me imaginaba, ¿Cual es tu canción favorita? - me preguntó.

No sabría decirte, varía con el tiempo y mi estado de ánimo - reímos.

Le sugerí ir a tomar algo y porsupuesto aceptó, nos fuimos caminando hasta una heladería y al llegar estaban Isaza y los Vargas sentados en una de las mesas del local, maldije por lo bajo, eran tan cotillas. Mientras esperábamos en la fila, me vieron y pude ver cómo sonreían al darse cuenta de que tenían razón y yo andaba con una chica. Hice lo posible por ignorarlos, para mí suerte Mariana no los había notado, estaba concentrada decidiendo que sabor iba a pedir. Al llegar nuestro momento de ordenar ví como Isaza se levantaba y caminaba hacia nosotros, con que dijera algo estúpido, lo iba a matar.

Disculpa me pasas una servilleta - le habló a Mariana y lo fulmine con la mirada.

Si claro - las tomó y le sonrió amistosamente - aquí tienes.

Muchas gracias - se le quedó mirando por un segundo y se largó a reír mientras me miraba, Mariana me miró extrañada y se acercó a mí.

Este tipo es raro - me susurró al oído, a lo que yo reí.

Bastante - respondí, Isaza volvió a sentarse y los Vargas se reían por la situación, no me molestaba que la conocieran pero sentía que era muy pronto y no quería que ella se asustara. 

Salimos con nuestros helados y volvimos a sentarnos a la plaza, le pregunté por su día y me dió una detallada descripción de todo lo que había echo desde que se levantó, por más extraño que pareciera, no me molestaba para nada escuchar todo lo que hablaba, la miraba en silencio riendo cuando mencionaba algo gracioso, de ves en cuando se sonrojaba por mí insistente mirada pero hacía como si no me diera cuenta. Decidimos caminar por un rato hasta que llegamos a un lugar donde habían pelotas inflables, de esas en las que te puedes meter adentro, Mariana me miró sonriente.

¿Que? - le pregunté frunciendo el ceño.

Metamosnos en las burbujas inflables! - dijo emocionada.


Son pelotas inflables - la corregí riendo.

Es lo mismo - replicó - vamos!

No lo sé - dije dudoso.

Ay! No seas aburrido - tomó mi mano y me guío hasta el señor que las arrendaba - será divertido.

Me llevo de la mano casi corriendo, no pude evitar sonreír, no me apetecía entrar en esas pelotas pero la veía tan entusiasmada que cedí. Nos pedimos una para cada uno y comenzamos a correr por todo el lugar, Mariana me empujaba y reía exageradamente, luego de veinte minutos decidimos salirnos y unos niños se nos acercaron.

Les hacemos una competencia - dijo un enano de pelo castaño.

No lo sé - dijo Mariana dudosa - mi amigo aquí es muy aburrido y no va a querer.

Señor por favor diga que si - me rogó una niña que le faltaban dientes.

Está bien - dije.

El señor nos pasó una pelota grande que era para dos personas, nos metimos junto a Mariana y empezamos a correr para ganarles a los niños, sin previo aviso nos empujaron muy fuerte haciendo que ambos cayeramos, nos comenzamos a reír sin poder pararnos mientras rodábamos colina abajo, quedé posicionado encima de ella y una vez que dejamos de reír, se formó un silencio que era totalmente cómodo, nos mirábamos a los ojos y nuestra respiración se escuchaba agitada, fue momento muy íntimo, el cuál fue interrumpido por las voces de los niños, quienes gritaban emocionados que habían ganado.


      

Soñarse De A Dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora