33. Visita No Tan Esperada

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Estábamos esperando a que el vuelo de mis padres aterrizara, Carolina me había acompañado a buscarlos en su auto ya que quise evitar que conocieran directamente a Juan Pablo y claramente no iría por ellos en Uber o sus críticas empezarían desde el segundo en que me vieran. Mi amiga parecía bastante tranquila a diferencia mía, llevaba mordiendo mis uñas desde que salí en la mañana de casa, el esmalte negro que las cubría ya iba por la mitad y se veía horrible.

- ¿Quieres? – preguntó mi amiga ofreciéndome de su café.

- Gracias – bebí un sorbo largo, no era fan del café pero necesitaba algo para calmarme.

A los segundos los vi caminando en mi dirección, mi mamá llevaba unos tacones asesinos que solo ella podía usar en un viaje de largas horas. Mi papá tenía su usual mirada seria que al verme se ablando, me acerqué a ellos y me envolvieron en un abrazo cálido. Debía admitir que a pesar de las cosas malas que los caracterizaban, amaba estar con ellos ya que aunque siempre recalcaban lo mal que hacia todo o mis malas decisiones, siempre me habían hecho sentir amada.

- Estás hermosa – dijo mi papá mientras acariciaba mi cabello.

- Hasta subiste un poco de peso – agregó ella con una sonrisa.

- Ella es mi amiga Carolina – interrumpí -. Trabajamos juntas.

Mientras la conversación fluía mi mamá parecía cada vez más encantada con carolina, el momento exacto en el que supe que había ganado su aprobación fue cuando comento que estaba saliendo con un abogado y su sonrisa se extendió, pues ella también lo era. En el asiento trasero a mi lado, mi papá miraba con ojos asombrados la ciudad. El solía hacer eso cada vez que viajaba a otros países, se sumergía en el paisaje para que quedaran grabado en su memoria para luego dibujarlo en ese pequeño cuaderno que llevaba a todas partes y que usualmente escondía de mi madre. Su sueño siempre había sido vivir del arte pero mis abuelos cortaron sus alas cuando recién empezaban a crecer y término estudiando arquitectura. Cuando llegamos al apartamento mi madre miro a todos lados e hizo una mueca que decía podría ser peor. Mi amiga se despidió y los lleve hasta el piso 15.

-Pintoresco – describió mi mamá al ver el lugar -. ¿Tienes a alguien que te ayuda a limpiar?

- No, lo hago yo.

- Se nota – iba a responder algo grosero pero me limite a sonreír.

- Esta será su habitación mientras estén aquí, tiene sabanas limpias e incluso les deje un espacio por si quieren dejar su ropa.

- ¿Y tú donde dormirás? – pregunto mi papá.

- Tengo un sofá en la otra habitación y es bastante cómodo.

- Deberías considerar tener una habitación de invitados – comentó ella -. ¿Haces dormir a tus visitas en el sofá o les prestas tu cama?

- Usualmente no tengo visitas, solo ustedes – comenzaba a cabrearme -. Los dejo para que se acomoden, voy a hacer la reservación para almorzar.

De inmediato llamé a carolina, se me había ocurrido que quizás podríamos comer con ella y Adrián así mi mamá tendría su atención puesta en ellos y yo podría tener una tarde tranquila.

- Cambio de planes – les anuncie una vez se habían cambiado de ropa -. Carolina me llamo y nos invitó a comer a casa de Adrián.

- Que considerada, me agrada esa niña.

Camino a casa del abogado mis papás me interrogaron por una ropa de hombre que tenía en mi habitación. Maldije en mi interior, siempre que Juan Pablo se quedaba a dormir conmigo dejaba algo de ropa para no tener que volver a su casa y por supuesto que la habían encontrado. De mala gana les comente que llevaba un tiempo saliendo con él y que esa ropa le pertenecía, no tuvieron oportunidad para reclamarme algo ya que llegamos a casa de mis amigos en el momento indicado. La tarde paso muy harmoniosa con uno que otro comentario mal intencionado de parte de mi mamá y tal como lo había previsto su interés por Adrián era notoria y yo estaba feliz. Cuando el cielo bogotano comenzaba a oscurecer me entro un poco de pánico, hace unas cuatro horas habíamos vuelto de comer con mis amigos y ahora venía el verdadero problema. Juan Pablo insistió demasiado en que quería conocerlos el primer día que llegaran y no quise seguir negándome ya que lo conocía, no pararía hasta que aceptara y en caso de que no lo hiciera iba a aparecer en mi casa de todas maneras.

- ¿A qué hora dices que vendrá tu amigo? – preguntó mi papá.

- Es mi novio y debe estar por llegar, la reservación es a las 9 aún hay tiempo.

Rogaba al cielo que no llegase tarde y que por favor no trajera flores a mi madre porque las odiaba. Estaba a punto de enviarle un mensaje cuando sonó el timbre. Un poco ansiosa fui a abrir la puerta y mis nervios se esfumaron por un segundo cuando lo vi tan lindo parado frente a mí. Llevaba unos pantalones negros ajustados con una camisa verde musgo, se había arreglado su usual barba desaliñada y hasta se había peinado un poco. Le di una mirada rápida y me alegre al ver que solo tenía las llaves de su auto en las manos. Dejo un beso sobre mis labios y lo invite a entrar. Se presentó de una manera bastante formal que me causo risa, solté una carcajada y los tres se me quedaron viendo. Treinta minutos más tarde nos encontrábamos entrando a un restaurante muy lujoso de Bogotá.

- Creí que iríamos a otro lado – le dije en un susurro.

- Si pero me pareció que este era más apropiado.

- Villa este lugar es muy caro.

- No importa, ya te dije que yo invito – me dio una sonrisa tierna achinando sus ojos – quiero impresionarlos.

- De verdad no es necesario, lo importante es que me gustes a mí no a ellos.

Me tomó de la mano para dirigirnos a nuestra mesa ignorando todo lo que yo estaba diciendo, hasta el momento todo parecía tranquilo. Ninguno de los dos había hecho algún comentario fuera de lugar o alguna crítica contra mi novio pero la noche recién estaba comenzando. 

Soñarse De A Dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora