34. Suegros

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Pedimos para comer uno de los platos que Juan Pablo recomendó, cuando el mesero trajo el vino mi madre tomo un sorbo de su copa y comenzó.

- Y cuéntenme, ¿Cuánto tiempo llevan juntos?

- Solo unos meses – respondí, la verdad había perdido la noción de cuánto tiempo llevábamos juntos.

- Mariana llevaba dos meses viviendo en Bogotá cuando nos conocimos – agregó juan pablo.

- ¿Trabajan juntos? – continuo mi mamá.

- Nos conocimos en un museo – musitó mi novio.

- ¿En un museo? Eso es inusual – hablo mi papá -. ¿Y qué haces para ganarte la vida?

- Soy músico.

- ¿Músico? Como hobby debo suponer – mi papá tenía el ceño fruncido -. ¿Estudiaste alguna carrera en la universidad?

- No es solo un hobby, soy músico tiempo completo – dijo orgulloso -. Pero si, si fui a la universidad. De hecho estudiaba ingeniería.

- ¿Ingeniería? Esa es una carrera viable, ¿me dijiste si ejercías?

- La verdad no, aún no he tenido la oportunidad de graduarme.

- ¿Y eso por qué? – cuestiono mi papá ya un poco más serio.

- La música me quita mucho tiempo, entre los viajes, los conciertos, el estudio, no me es posible continuar y la verdad no me veo como ingeniero.

Un silencio incomodo se formó en torno a la conversación, odiaba que mis papás fueran tan tradicionales. Ambos tenían cara de disgusto, ya podía imaginar todo lo que me dirían una vez que estuviéramos solos. De seguro ya estaban juzgándolo en sus pensamientos. Vi como Juan Pablo se comía las uñas y movía su pierna nervioso así que desvié la atención.

- ¿Y cómo está Víctor? Hace semanas que no hablamos – preguntar por mi hermano era un salvavidas ya que a mis padres les encantaba hablar de él.

- De maravilla, ¿supiste que su empresa abrirá una sucursal en Filipinas?

El resto de la cena fue escuchar a mis padres hablar de todos los logros de mi hermano, Juan Pablo intentaba integrarse en la conversación pero lo ignoraban indirectamente. Odiaba que hicieran eso, usualmente era a mí a quien ignoraban y ver que hacían lo mismo con él me enfurecía. Cuando terminamos de comer y el mesero se acercó con la cuenta, Juan Pablo hizo el ademan para tomar el recibo para pagar pero mi papá lo tomó antes con esa mirada de altruista que yo odiaba.

- No se preocupe, yo los invite – dije amable.

- Tranquilo, me imagino que este lugar no cualquiera se lo puede permitir.

- Papá no seas grosero – dije a modo de reproche.

- Mariana, tu papá solo está siendo considerado con el muchacho – agregó mi mamá -. Vivir de la música no debe ser muy fácil y mucho menos para un colombiano.

Fruncí el ceño, esa mujer podía ser realmente desagradable cuando quería. Estaba a punto de ponerla en su lugar y obligarla a que se disculpara con Juan Pablo cuando él me tomo de la mano.

- No te alteres – dijo ignorando la presencia de mis padres -. Tu papá quiere pagar esta vez, no pasa nada.

Salimos del restaurante bajo un ambiente tenso, yo seguía molesta y estaba esperando a que hicieran algún comentario para explotar. Subimos al auto donde Juan Pablo puso un poco de música para calmar las aguas, entonces a mi mamá se le ocurrió seguir hablando.

- ¿Vives por aquí cerca? – le pregunto con intención.

- A unos veinte minutos de Mariana – le respondió él siempre amable.

- ¿Y vives solo?

- Con mis papás, es su casa.

La escuché soltar una carcajada burlona a un nivel casi inaudible pero yo la había escuchado y Juan Pablo también, me tomó la mano y dejo un beso en ella. Con ese gesto me estaba pidiendo que mantuviera la calma. Minutos más tarde llegamos a la entrada de mi edificio.

- Fue un gusto conocerte Juan Pablo, espero no te hayas sentido ofendido – hablo mi papá -. No era nuestra intención.

- Para nada señor, todo bien.

- Buenas noches – se limitó a decir mi mamá.

- Enseguida subo – les dije pasándole las llaves.

Nos dejaron solos, lo miré un poco frustrada por el mal rato que le habían hecho pasar.

- Hey, por lo menos tengo mi cara intacta – bromeó.

- Enserio perdón por lo idiotas que son, te juro que iba a ponerlos en su lugar pero...

- No pasa nada – me interrumpió -. No te vas a pelear con ellos, además, a mí solo me importa lo que tu pienses de mí. Después de todo es a ti a quien voy a besar, no a ellos.

Dicho eso junto nuestros labios en un tierno beso.

- Es una lástima que la noche se arruinara, estas muy lindo y no pude ni aprovecharte.

- Si quieres me quedo a dormir – bromeó -. Podríamos hacer una pijamada junto a tus padres.

- No juegues con fuego Villita o te vas a quemar – me sacó la lengua y reímos como niños pequeños -. Me parece injusto que te tengas que ir y me dejes sola para soportar el sermón que se me viene.

- Vámonos a mi casa.

- Es una oferta tentadora pero los conozco y harán un drama si me voy contigo.

- Lo sé, ¿nos vemos mañana?

- Definitivamente si – lo volví a besar y me baje del auto.

Estaban los dos serios sentados en el sofá esperándome, los ignoré y pase de largo hasta mi habitación para sacar mis cosas e irme a la otra. Escuché sus pasos detrás de mí.

- No me gusta ese muchacho – habló mi mamá -. Mira que dejar la universidad para dedicarse a la música, una pérdida de tiempo.

- Para tu información es músico profesional y su banda es muy exitosa.

- No quiero que lo sigas viendo – sentencio, solté una carcajada.

- ¿Y qué te hace pensar que voy a hacerte caso?

- Si no lo haces – intervino mi papá -. Olvídate del dinero que te enviamos todos los meses.

- ¿Se te olvida que tengo un trabajo estable?

- Mariana ¿por qué estás haciendo esto? – preguntó cabreado -. Siempre nos has llevado la contraria haciendo cosas que sabes que nos molestan. Entendimos tu punto pero me parece que ese muchacho no es bueno para ti.

- Ni siquiera le dieron una oportunidad, no se molestaron en conocerlo.

- No necesitamos conocerlo para saber cómo es – dijo mi mamá -. Es músico hija. Eso significa estar de fiesta constantemente, mucho alcohol, drogas y no creas que te será fiel.

- Él es diferente.

- Todos dicen serlo cariño, que no te engañe su cara bonita. Cuando menos te lo esperes te dejara por otra y tu quedaras como una tonta llorando porque te enamoraste.

- No gasten sus palabras en ensuciar su nombre, soy bastante grande para tomar mis propias decisiones y si quiero arriesgarme a amar a Juan Pablo, lo voy a hacer y ni ustedes ni nadie me lo impedirá.

Salí enojada hasta la habitación que usaba como escritorio, me lancé al sofá y ahogue un grito de frustración. Eran insoportables.

Respira, no te dejes envenenar por sus comentarios. Recuerda que te quiero mucho.

Con ese mensaje de parte de mi Juan Pablo calme mi enojo, espere a que mis padres se fueran a dormir y me quedé hablando por teléfono casi dos horas con él. Te quiero fue lo último que escuche antes de quedarme dormida. 

Soñarse De A Dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora