2. La chica de la balsa de oro

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Villamil

Hoy era el primer día de "vacaciones", habíamos llegado la noche anterior de una extensa gira por España, estaríamos un par de meses sin hacer conciertos, a excepción de unos en Bogotá, enfocándonos en nuestro tercer álbum. había quedado de juntarme con Isaza a las 3pm en su casa para componer. Quise salir un poco antes para aprovechar el bello sol que acompañaba este lindo día sábado. Miré la hora y aún era temprano para ir a casa de mi amigo, iba distraído cuando la ví, esa linda sonrisa la reconocería en cualquier parte, el día anterior la había visto cruzar a paso apresurado por el semáforo cuando iba camino a mí casa desde el aeropuerto y no había dejado de pensar en ella.

Cómo me quedaba tiempo de sobra, la seguí, cuál acosador, sin embargo guarde mi distancia para que no se diera cuenta, no quería asustarla. Ella miraba muy concentrada los artefactos del museo, me acerqué un tanto nervioso y solté la primera estupidez que se me vino a la cabeza, "es una balsa de oro", ella rió y bromeó, me sentía estúpido por la obviedad que había dicho, me sonroje un poco pero tomé el valor de seguir la conversación. Mi corazón latía a mil por horas con solo escuchar lo que ella decía, una sonrisa se formó involuntariamente cuando mencionó que se acababa de mudar a la ciudad, tenía oportunidad de volver a verla y eso me hacía muy feliz.

Pasamos toda la tarde juntos, sentía como mi teléfono vibraba en mi bolsillo pero inmediatamente lo puse en silencio, sabía que Isaza estaría molesto pero valía la pena. Acompañé a Mariana hasta su edificio, era una chica muy hermosa y divertida, se reía de todos mis chistes y eso me encantaba. Me sorprendía un poco que no me reconociera pero no quise preguntar si conocía a Morat, tal vez fingía no saber quién era.  Interrumpió mis pensamientos con su linda voz. 

¿Que hay de ti? Que haces? Trabajas? Estudias? - preguntó sonriente.

Estoy apunto de terminar la ingeniería, pero mi verdadera pasión es la música - dije feliz.

¿Un ingeniero músico? Creo que he escuchado esa historia antes - rió.

¿En serio? - pregunté.

Es la típica ¿No crees? - la miré extrañado - ya sabes... El típico músico que no triunfó y se busca una carrera aburrida y monótona que no disfruta.

Pero a mí me gusta la ingeniería - dije tranquilo, ella se sonrojo.

Perdón, pensé que no te gustaba - rió nerviosa.

Si bueno, no es lo más entretenido del mundo pero me gusta - sonreí para tranquilizarla.

Entonces...señor músico ¿Que instrumento toca usted? - dijo divertida.

Un poco de todo la verdad, soy muy autodidacta - sonreí - pero creo que me gusta cantar más que nada.

¿Cantas? - preguntó emocionada.

Si un poco si - sonreí tímido.

Exijo que cantes algo, me gustan las personas que cantan bien, es un talento que yo no poseo - rió.

Tal vez en otra oportunidad - dije avergonzado.

Eso no se hace - se cruzó de brazos riendo - no puedes presumir tu talento y luego no compartirlo.

No presumo mi talento - aclaré - me da vergüenza.

Está bien, pero me debes una canción.

Prometido - sonreí.

Llegamos a su casa en poco tiempo, nos despedimos con un beso en la mejilla, se fue sonriendo y yo muriendo por dentro. Cuando salí del trance, miré la hora, Isaza iba a matarme, hace más de cuatro horas que habíamos quedado, me apresure para ir hasta su casa, no quedaba tan lejos de la casa de Mariana, llegué sin aliento por mi pequeña caminata, toqué el timbre, escuché como Malta ladraba desde el otro lado de la puerta, apenas de abrió pude ver la cara de molestia de mi amigo, su adorada perrita me saltó encima y luego de unos segundos se tranquilizó.

Hola - dije un tanto inseguro.

¿Sabes que hora es? - me preguntó cabreado.

¿Las 8? - pregunté y me miró mal.

¿Se puede saber dónde estuviste todo el día? - preguntó, no iba a decirle la verdad ya que se molestaría aún más al saber la razón.

Me quedé dormido - mentí.

¿Cuatro horas?

Isa estaba muy cansado por todo el viaje, tuvimos unos meses pesados y anoche me costó mucho dormir - mentí otra vez.

Si no fueras mi mejor amigo te mataría, enserio - reí.

Yo sé que me amas - bromeé - ¿Hiciste algo en todo el día?

Bastante la verdad, fue una tarde productiva - caminó hasta el pequeño estudio y lo seguí.

Nos encerramos en el estudio por horas, teníamos algunas letras que estaban a medias pero podía salir algo bueno, Isaza me enseñó una canción que tenía en mente y era realmente buena, a veces me sorprendía lo talentoso que podía llegar a ser mi amigo, sacaba unas letras de quién sabe dónde y encontraba el ritmo perfecto en segundos. A las 4am decidimos descansar, no tenía ganas de irme a casa así que me quede a dormir, antes de que se fuera a acostar, lo llame para preguntarle algo que me tenía un poco loco.

Isa ¿Tu crees que uno se puede enamorar en un día? - pregunté.

¿Estás enamorado? - preguntó divertido.

No, solo tengo esa duda, un amigo cree estar enamorado y apenas conoce a la chica - mentí de nuevo.

Si claro, un amigo - dijo entrecerrando los ojos - enamorarse así como tal, puede que no porque es un proceso un poco más complicado que eso, tienes que conocer todos los lados de una persona para saber si realmente estás enamorado, pero creo firmemente que alguien puede volverte loco en un día, digo que de seguro no paras de pensar en la persona, sientes ansias por volver a verle y todo eso que produce el amor.

Tienes razón - dije dudoso - yo...no creo mucho en el amor a primera vista pero puede que una atracción física se convierta en algo más.

¿Quién es la afortunada? - preguntó seguro.

Te dije que era por un amigo - rodeé los ojos y el rió.

Villamil...te conozco mucho más de lo que me gustaría pero respeto que no me quieras contar - dijo comprensivo - tarde o temprano lo voy a averiguar.

Buenas noches - dije cambiando el tema, Isaza me conocía demasiado bien y sentía que podía leer mis sentimientos.

Buenas noches enamorado - bromeó y se fue a dormir.

Me acosté con una sonrisa en la cara, pensando en Mariana, quería verla de nuevo y poder conocerla aún más, me sentí estúpido al no pedirle su número, quise buscarla en redes sociales pero no sabía su apellido, me rendí y dejé que el sueño me envolviera.

Soñarse De A Dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora