Autora: ¡He vuelto! ¡Nuevo capítulo! Creo que este es uno de los capítulos que más me ha gustado escribir... No sé cómo ha quedado, ni cuál es vuestra opinión, pero me lo he pasado genial escribiéndolo. Y además me ha quedado bastante largo. Espero que os esté gustando la historia, y mil gracias por vuestros comentarios, ya que me ayudan a mejorar y seguir.
Castle estiró las manos delante de su cuerpo aceptando la derrota mientras las lágrimas brotaban de sus ojos buscando el cuerpo de la inspectora en el exterior. Ella aún se movía, de manera apenas imperceptible, pero Castle podía comprobar como los dedos de las finas y largas manos de Beckett, esas que tanto le gustaban, esas que tantas veces le habían hipnotizado mientras la observaba escribir informes al finalizar el día, buscaban una ayuda inexistente. Ella seguía luchando, o parecía querer hacerlo a pesar de todo. Esposito cogió las manos del escritor sin ningún tipo de miramiento y le empujó con fuerza hacia la silla más cercana mientras le colocaba las esposas que le iban a impedir moverse del sitio.
- Listo... - susurró Javier al oído del escritor para acto seguido apartarse y observarle detenidamente - ¿estás llorando? - se carcajeó en su cara y siguió la mirada del escritor hacia el exterior - vaya, sigue agonizando... Pobrecita, siempre se creyó la mejor, y mira, ¿de qué le sirven ahora las condecoraciones de la academia?
Richard desvió la mirada de inmediato hacia el detective sin dar crédito a lo que estaba oyendo. Ese no parecía su amigo, bueno, de hecho, ese no era su amigo. ¿En qué momento Javier Esposito se había convertido en un asesino sin escrúpulos, frío, sin corazón, y lleno de maldad? ¿Cómo había podido cambiar tanto en este tiempo que no se habían visto? No le reconocía ni física ni personalmente. Su pelo ahora estaba más largo, pero tenía los laterales rapados, dándole un aspecto más macarra, más endiablado, y además había ganado mucho músculo, sus bíceps ahora estaban muy marcados, y su voz era diferente, como si no fuese suya, como si perteneciese a alguien sin alma ni corazón.
- ¿En qué te has convertido, Javier? - susurró el escritor tratando de controlar su voz.
Esposito no respondió, simplemente se limitó a sonreír mientras se apretaba el cinturón del pantalón que se había aflojado durante la batalla de balas, y se agachaba para recoger su chupa de cuero que estaba tirada detrás del sofá.
- Ayúdala... Kate, es Kate, Espo - suplicó el escritor como si Esposito solo estuviese hechizado y fuese a despertar de un momento a otro para volver a ser el mismo de siempre y darse cuenta del error que había cometido - se está muriendo... Por favor, te lo suplico.
El detective se colocó la chupa de cuero y cogió unos chicles del bolsillo interior. Abrió la caja con parsimonia y alternó la mirada entre el escritor y lo que contenía el interior de esa caja. Parecía estar pensando en algo.
- Que la salven sus condecoraciones... ¿no? - sonrió burlón y se introdujo un chicle en el interior de la boca - ¿Sabes qué, Castle? - comenzó a mascar el chicle mientras se acercaba a la puerta de salida con la pistola en su mano de manera preventiva - que este es el final que siempre se buscó, Kate Beckett... - bajó la voz - y el que se merece - abrió la puerta y desapareció de la cabaña.
Castle tiró de las esposas con toda la fuerza que pudo, pero no consiguió más cosa que hacerse heridas en sus manos, y acrecentar el dolor en su costado malherido debido al impulso por querer romper ese metal que le impedía saber si Beckett aun respiraba. Fue dando saltitos hasta acercarse a la ventana, cada paso que daba era un desgarro de dolor para su cuerpo, pero lo soportó como bien pudo. Tenía que llegar a ella, tenía que hacerle saber que él estaba ahí, que solo tenía que aguantar un poquito hasta que encontrase la manera de llegar a ella.
- ¡Kate! - chilló con todas sus fuerzas desde la ventana - ¡Kate! ¿Me oyes? - repitió desesperado buscando algún atisbo de esperanza, algún movimiento en ella, algo que le indicase que aún no se había ido del todo, pero no recibió ninguna respuesta por su parte.
El cuerpo inerte de la inspectora sobre el frío suelo no habló ni se inmutó lo más mínimo.
Fue entonces cuando Castle se rajó la mano intentando romper unas esposas que no se aflojaron ni un milímetro.
- ¡Kate! ¡Te quiero, Kate! - volvió a gritar mientras algo dentro de su corazón se moría en ese mismo instante.
Las lágrimas empañaron el rostro del escritor, y su cuerpo empezó a convulsionar y temblar debido al dolor y a la rabia que salía de lo más profundo de su interior. No se podía creer que la mujer que amaba con todo el alma fuese a por él, a rescatarle, y que él se lo pagase así, sin poder ayudarla, dejando que se muriese en ese oscuro, frío y tétrico lugar. Dejando que se muriese como un día se murió su madre, la abogada Johanna Beckett, sola, en la oscuridad, poco a poco. Estaba dejándola sola, como el recuerdo que siempre rompía a la inspectora al pensar en la muerte de su madre. "Se murió sola, Rick, sola", y Castle no pudo más que apretar los dientes tratando de borrar esas palabras de su mente.
- No... - se volvió a decir a sí mismo - no te rindas... - susurró y se lanzo con todo el cuerpo al suelo, sabiendo que eso dolería, pero quizás la fuerza de todo su cuerpo rompiese uno de los barrotes de la silla y pudiese correr hacia ella aunque fuese esposado.
El terrible golpe de su cara contra el suelo, y la sangre que brotaba de su nariz y sus labios, le indicó que esa idea no había funcionado. Respiró el olor a madera podrida mezclada con su sangre y sus lágrimas durante unos segundos en el suelo, y después volvió a convencerse a sí mismo de volver a intentarlo. Consiguió ponerse en pie con ayuda de la pared y su espalda, y volvió a realizar la misma acción una y otra vez, de manera incansable.
Apretó los dientes y volvió a levantarse del suelo, y fue entonces cuando al volver a mirar por la ventana para observarla y llenarse de fuerzas para volver a intentarlo, se dio cuenta de que Kate no estaba en el suelo.
- Qué... - susurró para sus adentros - no... - el miedo le llenó por completo al ver a varios animales salvajes rondando la cabaña y olisqueando los cuerpos de todos aquellos hombres con los que había acabado Beckett al intentar entrar en la cabaña a por él.
"Maldito bosque embrujado, peligroso y horrible", pensó el escritor en su interior de manera nerviosa. Ningún animal parecía hacer además de interesarse por la carne de esos cadáveres, pero sin embargo, si se habían llevado a Kate. Ella ya no esta allí. Su cuerpo no estaba allí. Se lanzó a observar por la ventana, pero no había rastro de ella, solo sangre en el lugar donde hasta hacía un rato estaba su cuerpo.
- ¡Fuera! - chilló el escritor enfurecido y con lágrimas de rabia en los ojos - ¡fuera de aquí! - repitió como si los animales le fuesen a entender y sentir miedo de él.
Pero lo único que logró fue captar su atención, y que todos ellos se acercasen bajo el alfeizar de su ventana. Sus miradas llenas de fiereza les observaban con curiosidad, y sus hocicos olisqueaban el olor corporal que les llegaba a través de la ventana. Castle tuvo la ligera impresión de que si no llega a estar encerrado en esa cabaña, se lo hubiesen comido. Esos animales no prestaron atención a los cuerpos de todos aquellos hombres muertos, pero sin embargo, si parecían sentirse atraídos por los vivos. ¿Qué habían hecho con Kate? ¿Se la habían comido mientras el intentaba partir esas malditas esposas que le dejasen ir junto a ella? ¿Habrían notado que estaba viva y se sentían atraídos por la carne fresca? ¿Qué diablos era todo aquello? Las preguntas se amontonaban en la mente del escritor y no le dejaban margen para pensar ni reaccionar.
De repente, uno de los animales saltó y trató de llegar a él, lo que hizo que el escritor diese un salto hacia atrás, perdiese el equilibrio, se golpease la espalda contra la silla y se diese con la nuca contra una estantería. Su mente se nubló por unos momentos, y comenzó a perder sangre sin parar. La herida de su cabeza era grande y profunda. Trató de moverse, pero notó como su consciencia se iba. Su mente y cuerpo estaban a punto de desconectarse.
Escuchó sirenas de policía a lo lejos.
Disparos en el exterior, y ruidos extraños salir de los cuerpos de esos animales que parecían huir despavoridos del lugar y salvar sus vidas.
Y unas piernas largas y preciosas llegar a su lado.
- ¿Kate? - susurró a punto de perder la consciencia sin saber cuál de esas tres cosas que había escuchado o visto había pasado en la realidad, si las tres eran ciertas, o si todas ellas eran fruto de su imaginación.
Él sabía que la opción más probable era la última.
Y de repente, todo se volvió negro, como en sus novelas, pero esta vez de verdad, y con él de protagonista.
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Unbreakable (Caskett)
FanfictionHistoria ambientada en los personajes principales de la serie "Castle", pero con tintes distintos.