Realidad

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Autora: creo que esto no es lo que esperabais... Espero no haberos decepcionado. ¡Buscaba la sorpresa! 

Y perdón por tardar tanto tiempo en subir el nuevo capítulo... ¡El trabajo me lo impidió!


***

Richard Castle abrió los ojos de golpe y se mantuvo unos segundos rígido, sin moverse, tratando de hacerse a la luz que se colaba por la ventana entreabierta haciendo que tuviese que volver a cerrarlos en varias ocasiones antes de conseguir adaptarse a la luz del día. Al parecer el cielo de Nueva York decidió amanecer con un sol radiante después de semanas de oscuridad, lluvia y frío. Estaba sentado sobre la silla de su despacho y sus brazos estaban apoyados sobre la mesa del escritorio, lo que indicaba que se había vuelto a quedar dormido tras otra noche desesperada frente a su ordenador en busca de inspiración para su nueva novela. Se irguió en la silla realizando pequeños movimientos circulares con su cabeza tratando de eliminar la tensión de su cuello, y observó unos segundos la pantalla en blanco de su ordenador y los cientos de papeles esparcidos por la mesa y suelo de su despacho, así como el café derramado sobre alguno de ellos; probablemente se durmió sin haberlo terminado y en sueños derramó todo el contenido del vaso. 

Pero esta noche había sido diferente. 

Se sentía agitado, nervioso, vivo.

Volvieron a llegar a su mente todas las imágenes de ese sueño tan vívido que había tenido. Y sonrió de lado mientras se desperezaba y se estiraba en su silla, para posteriormente revolverse el pelo mientras entrecruzaba sus manos por la cabeza y bostezaba ampliamente. Él era el protagonista de su propia novela, ya que ese sueño era propio de cualquiera de sus extrañas y enigmáticas novelas. Cerró los ojos con fuerza y colocó ambas manos sobre sus sienes tratando de hacer que todos los recuerdos volviesen y así poder plasmarlos sobre la hoja en blanco del ordenador. 

Ese sueño podía cambiar el rumbo de su vida.

Había una inspectora muy guapa, muchos policías, un bosque encantado, asesinos, y animales peligrosos. Sí, era eso, pensó el escritor mientras comenzaba a mover ágilmente sus dedos a través del teclado de su ordenador y la hoja en blanco comenzaba a llenarse con rapidez. 

- ¡Richard! - exclamó Martha Rodgers entrando sin llamar en el despacho de su hijo - ¡Está Gina al teléfono! - se detuvo frente al escritorio y le observó fijamente, ya que él ni siquiera la había observado al entrar, parecía estar enfrascado en algo y escribía a toda pastilla en el ordenador - ¡Richard! ¿Me oyes? - golpeó con las dos manos sobre la mesa y entonces obtuvo la mirada de su hijo.

- Madre, ¿qué quieres? Estoy ocupado...

- Tu editora... Al teléfono... Está muy enfadada - le miró seriamente - te va a dar un ultimátum... Tu carrera se va a pique como no le envíes algo esta semana... - suspiró mientras volvía a golpear sobre la mesa del escritorio - ¡Espabila Richard, por Dios te lo pido!

Castle reaccionó y se levantó con rapidez del asiento saliendo disparado hacia el salón para coger el teléfono de casa al que había llamado su editora. Su madre le observó detenidamente apoyada sobre el marco de la puerta mientras él caminaba sin sentido por el piso en el que vivían. Le notó nervioso, pero a la vez emocionado, y de vez en cuando reía, algo que le extrañó sumamente, ya que estos meses atrás estaba realmente perdido y deprimido al no ser capaz de crear nada nuevo, ni una sola idea, lo que hizo que se cerrara en su despacho sin salir a la calle. Y aún así, recluido y poniendo todas sus energías, no fue capaz de escribir una sola línea en ese ordenador que tantos éxitos había cosechado años atrás. 

Unbreakable (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora