Noche de pasión (+16)

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Autora: ¡Y nuevo capítulo! ¡El ansiado por la gran mayoría (creo)! Aunque también hay hueco para más preguntas... ¿Sin respuesta? ;) 

Es larguísimo... Nunca escribí nada tan largo, pero la ocasión lo merecía. 

***

Beckett trató de cerrar la puerta de su apartamento con el pie derecho mientras los labios de Castle chocaban con fiereza contra los suyos y ambas lenguas se abrían paso a una lucha sin tregua. Castle rió suavemente al comprobar como ella no conseguía cerrar la puerta y mordió su labio lentamente mientras la tomaba de la cintura haciendo que la espalda de Beckett golpease contra la puerta y fuese ella misma quién la cerrase. 

- Ya está... - susurró Castle mordiendo el lóbulo de su oreja, y dejando un reguero de besos desde el cuello hasta la clavícula de la capitán. 

Beckett giró la cabeza hacia un lado, dándole así más acceso a su cuello al escritor. No pudo reprimir un pequeño gemido cuando él mordió suavemente su cuello, justo donde latía su pulso. Castle colocó las manos de la capitán a ambos lados de su cabeza apretándolas contra la puerta, y siguió mordiendo cada rincón del cuello de la capitán, para terminar en sus labios besándola con pasión. El escritor se excitaba cada vez más notando la respiración agitada de Beckett sobre sus labios, y creyó que la entrepierna le explotaría en el momento en el que ella le sonrió rozando sus labios para después morderse el labio inferior mirándole a los ojos.

- Te deseo tanto... - susurró Castle tragando saliva tratando de contenerse - que no sé si... Si esto se me irá de las manos, Kate.

- ¿Ya no tienes miedo? - preguntó Beckett mientras dejaba caer los tirantes del vestido a ambos lados y le mira provocativamente, pero sin perder ese aire inocente y dulce que a él le volvía cada día más loco desde el primer día que la vio. 

Castle se comió sus labios con fiereza mientras agarraba una de sus nalgas y con la otra buscaba su pecho izquierdo, dándole a entender que con ella ya no le temía a nada. Por alguna extraña razón ambos se entendían como si llevasen toda la vida juntos, como si cada uno fuese la mitad del otro. Beckett soltó un pequeño gemido cuando el escritor apretó suavemente su pezón izquierdo por encima del vestido, y entonces fue ella quién atacó su entrepierna agarrándosela por fuera del pantalón y notando su excitación. Castle gruño y atacó sus pechos con ambas manos, agarrándolos, sobándolos con deseo.

- Vamos a la cama... - susurró Beckett desabrochando su cinturón como bien podía, ya que Castle era incapaz de abandonar el ataque a su cuello y sus pechos. 

- Sí... - Castle la tomó del trasero y la subió a sus caderas, mientras ella entrelazaba las piernas alrededor de su cuerpo y cruzaba sus brazos alrededor de su cuello para no caerse al suelo. 

Beckett iba notando la dureza de la entrepierna del escritor rozando con su entrada mientras caminaban hacia a la habitación, y su excitación cada vez iba más en aumento, deseaba mucho a ese hombre y quería sentirlo pronto dentro de ella. Ambos no pudieron evitar reírse cuando Castle se estrelló varias veces antes de conseguir llegar a la cama, debido a los nervios y el no poder ver por donde iba caminando. Castle la tumbó sobre el colchón con suavidad para que no se hiciese daño, y se quedó de pie frente a la cama contemplándola, pero ella enseguida se irguió rápidamente y se levantó de la cama para ir junto a él tras lanzar sus zapatos de aguja lejos. Beckett se quedó a escasos centímetros de él, y rozó sus labios jugando, evitando en el último momento que él pudiese besarla, lo que hizo que Castle casi perdiese el equilibrio. 

- Eres mala... - susurró Castle antes de creer que se quedaría sin respiración cuando ella dejó caer el vestido lentamente por su cuerpo hasta caer al suelo - Dios... - fue lo único que alcanzó a decir mientras repasaba el cuerpo de Beckett comiéndosela con la mirada: sus largas e interminables piernas, su cintura de avispa, sus pechos turgentes escondidos tras un sujetador de encaje precioso y sexy, y esas braguitas casi transparentes que dejaban poco a la imaginación. Todo ese conjunto hizo que la entrepierna del escritor se quedase completamente dura.

Unbreakable (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora