Diciembre

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Autora: capítulo extra largo... Espero que os guste. Podéis ir conociendo un poco más a los personajes. ¡Aquí espero con ansia vuestros comentarios que me animen a seguir con esta historia!

***

- Disculpa - balbuceó Castle sin levantar apenas la vista del suelo mientras trataba de controlar sus lágrimas. 

Ella, en cambio, si levantó la vista, y se sorprendió de ver a aquel hombre que había salido corriendo de la comisaría sin decirle ni una palabra. Frunció levemente el ceño al ver como apenas la miraba al disculparse, parecía triste, distraído. ¿Sería cierto que estaba en peligro y había intentado de nuevo acudir a la policía sin éxito? ¿Qué diablos le pasaba a ese hombre tan enigmático y a la vez frágil?

- ¿Te he hecho daño? - preguntó Castle esta vez levantando la vista para encontrarse con los ojos más bonitos que había visto en tiempo, de hecho tan bonitos que el escritor pensó que se había olvidado de respirar durante unos segundos. 

Castle tragó saliva al comprobar que el destino había querido que se estrellase con ella a las puertas de la comisaría en esa fría tarde de diciembre. Sintió como el rubor llegaba a sus mejillas antes la atenta mirada de ella, ya que sin duda, y por desgracia para él, pudo ver en sus ojos que le había reconocido perfectamente. 

- No, estoy bien... - respondió ella con una tímida sonrisa, que a él le pareció de las más dulces que había visto en esos últimos meses - también es culpa mía, iba distraída y no te había visto... - le mantuvo la mirada, y aunque esos ojos azules estaban tristes, le parecieron hermosos, enigmáticos, cariñosos. 

Castle asintió y se giró para irse antes de que sus mejillas se incendiasen del todo y ella se percatase de su vergüenza, timidez y fragilidad. Beckett sintió como el móvil volvía a vibrar en su bolsillo y sintió un cosquilleo de rabia, repulsión y tristeza colarse por su estómago. Trató de ignorarlo, seguro que era ese sinvergüenza del que no quería saber nada, y se quedó mirando la espalda de aquel misterioso hombre que se había vuelto a ir sin decirle nada. Pudo apreciar como él caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo, y la cabeza mirando al suelo, como si tuviese miedo de romperse en dos si caminaba erguido. Le pareció curiosa su postura corporal, ya que es la misma que ella adoptaba cuando quería desaparecer del mundo. 

Dudó por unos segundos en salir corriendo tras él para preguntarle si le sucedía algo, si temía a alguien y necesitaba ayuda de la policía, pero el teléfono volvió a sonar, esta vez era una llamada. 

- ¿Si? - respondió sin mirar el número que la estaba reclamando, perdida en la espalda de aquel hombre que cada vez se alejaba más de ella y que parecía estar perdido. 

- Qué sexy es tu voz, morena - respondió George al otro lado de la línea - ¿no pensabas contestarme al mensaje? 

- No - Beckett apretó los dientes y los puños con rabia - y mi respuesta también es no... Métete la capitanía por el culo, si quieres - su mirada se había endurecido mirando al frente.

- Eres dura de pelar... - rió George al otro lado de la línea. 

- No lo sabes tu bien... Ten cuidado - le replicó ella dura, seca, amenazante, antes de colgarle con la palabra en la boca. 

Beckett guardó el teléfono móvil en el bolsillo de atrás de su pantalón, y comprobó que la pistola la seguía teniendo en el lugar de siempre, entre el pantalón y la parte baja de su espalda. Había decidido salir armada por lo que pudiese ocurrir, pero lo cierto es que ella jamás se despegaba de su arma desde aquel terrible acontecimiento que marcó su vida desde entonces. El único día que la había dejado en su casa para salir a disfrutar de una preciosa tarde de verano en familia, hace ya trece años, había terminado con su hermano muerto en medio de un callejón, sin que ella pudiese hacer nada para protegerle de aquel tiroteo entre bandas en el que se había metido sin querer, persiguiendo una mariposa azul de esas que tanto le gustaban. Su hermano era autista para el resto del mundo, pero para ella solo era un niño especial, cariñoso, sincero, y bonito, muy bonito y tierno. Soltó la mano de la culata de su pistola, como si de ese modo consiguiese alejar los recuerdos de su mente, y mantener las lágrimas traicioneras que siempre la amenazan desde entonces a raya. Ahora con treinta y cinco años veía la vida de otro modo, pero por aquel entonces, con veintidós años, y apenas recientemente salida de la academia de policía y con poco bagaje en la comisaría, la vida se le había vuelto muy cuesta arriba tras presenciar el desastre sin poder hacer absolutamente nada. Eso hizo que llegase a plantearse si de verdad valía para ser policía, pero tras muchos psicólogos y el apoyo de sus padres había logrado entender que ella no había tenido la culpa de lo ocurrido. El destino había querido que fuese así. Su hermano pequeño solo tenía doce años cuando perdió la vida, y era la personita más indefensa que había conocido nunca, era su hermano, su tesoro, su vida, y no podía dejar de echarle de menos a cada instante. Sentía que la vida tenía una deuda con ella por arrebatarle a lo que más quería en el mundo. Ella y él siempre habían sido uña y carne, y jamás iba a olvidar cada uno de los abrazos que solo le regalaba a ella, ya que no le gustaban y le daban miedo, pero con ella siempre había sido diferente. Y ella, en cambio, no había podido protegerle, y por mucho que la gente la exculpase, ella, en el fondo, siempre se iba a creer la responsable de esa fatalidad. 

Unbreakable (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora