Culpable

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Autora: nuevo capítulo, amigos y amigas... ¡Espero que me vayáis comentando! ¡Y que os guste! 

Esposito retrocedió tres pasos queriendo huir de la mirada feroz de la detective Gates, pero se tropezó con la pistola del capitán Roy Montgomery. En cuanto notó el roce del cañón sobre el centro de su espalda, se detuvo y subió los brazos en señal de rendición. 

- Os estáis equivocando... - fue lo único que acertó a decir el detective de narcóticos con la voz temblorosa sin dejar de pasar sus ojos por cada uno de los compañeros que le estaban apuntando como si fuera un sospechoso de asesinato - Kevin, tío, haz algo, soy tu amigo... - clavó sus ojos oscurecidos sobre los azules de su ex compañero de manera suplicante. 

Ryan sintió algo electrizante correr por dentro de su cuerpo cuando ambas miradas chocaron, notaba que había algo raro en Esposito, quizás miedo, preocupación y perplejidad, ya que no podía ser otra cosa porque al mirarle a los ojos, sabía que era él, y que no había hecho nada malo para que todos le estuviesen apuntando. 

- Javier Esposito - Gates miró al capitán para ver si le permitía realizar la detención ella misma, y cuando obtuvo un leve asentimiento por parte de él, continuó firme en su propósito - queda detenido por... - tomo aire para continuar - por... - cerró los ojos y al abrirlos terminó la frase con la mayor contundencia que le fue posible - el asesinato de la inspectora Katherine Beckett - dejó un tiempo para que todos pudiesen ser capaces de asimilar la noticia, y continuó - y por las lesiones causadas al civil Richard Castle.

El tiempo se detuvo en aquel instante para Javier Esposito, que sintió sus piernas temblar y su corazón agitarse con fuerza a punto de romperse en mil pedazos. ¿Cómo iba a ser él, el responsable de la muerte de su mejor amiga? ¡Si hacía meses que no la veía! ¿Y cómo iba a estar ella muerta? ¿Dónde estaba su cuerpo? ¿Quién lo había encontrado si estaban todos ahí? Todas esas preguntas se agolpaban en su mente haciendo que sintiese más que nunca el frío de esa noche, y la oscuridad del lugar que se encontraban colarse en lo más profundo de su alma. Miró a su alrededor en busca de una mirada que le dijese que todo era una maldita broma, pero no, no parecía tratarse de eso. Fue entonces cuando chocó su mirada con los ojos humedecidos de Kevin Ryan, el cual tenía la boca ligeramente entreabierta a modo de sorpresa, y los ojos humedecidos mientras alguna lágrima furtiva resbalaba por su rostro. 

¿Sería ese lugar el que los estaba aduciendo a todos? ¿Sería verdad todas esas leyendas urbanas que se contaban? Ryan no encontraba otra explicación a aquella sin razón. Se negaba a aceptar que su amiga estuviese muerta, y mucho menos que fuese a manos de su mejor amigo. Sabía que la sangre sobre el suelo no engañaba, era de ella, pero tampoco estaba su cuerpo, y eso sí que era sumamente extraño. Esos animales no habían devorado ninguno de los cuerpos de aquellos hombres, ¿por qué si devorar el de ella? Quizás hubiese huido malherida en busca de ayuda, y ahora estuviese desangrándose por algún lugar de ese bosque mientras ellos apuntaban a un culpable que no era. 

- No he sido yo, Kevin... - se defendió Esposito mientras los ojos se le llenaban de lágrimas notando como su cuerpo se quebraba en dos. 

Gates le empujó contra la pared de la cabaña sin darle más tiempo de hablar. Le colocó las esposas con furia y tiró de él empujándolo hacia delante para que caminase hacia el coche de policía en el que había llegado el capitán, y que ahora estaba abierto para él mientras dos policías esperaban de brazos cruzados al lado de la puerta. 

- ¡Yo no he matado a Kate! - chilló Esposito a los cuatro vientos rompiendo el silencio que se había creado en el ambiente, y haciendo que hubiese una espantada de unos pájaros negros, grandes y tenebrosos, que estaban en los árboles más cercanos debido al eco de su voz. 

Nick se quedó petrificado en el sitio mientras sentía la sangre recorrer cada una de las venas de su cuerpo. Podía notar el palpitar de su corazón enfurecido en la vena de su cuello. No era tiempo para llorar la muerte de su esposa, era tiempo para la venganza, y, aunque supiese que solo era un simple abogado, en esos momentos se creía capaz de cualquier cosa. Quería matar a ese policía mulato, al que siempre odió, con sus propias manos, apretó los puños tanto que sus nudillos se volvieron blancos y creyó partir sus dientes debido a la fiereza con la que estaba ejerciendo fuerza en su mandíbula. No había esperanza, su mujer estaba muerta, y ese era su asesino, su maldito amigo. Miró de refilón el arma que uno de los policías tenía sobre su cartuchera, estaba distraído, si era rápido, podría cogerla y matar a ese desgraciado a tiros. Se sorprendió a sí mismo pensando así, él era un tipo bueno, sencillo, no un asesino, pero saber que la había perdido estaba sacando sus instintos más básicos, más primitivos. Quizás si que era cierto lo que contaban de aquel lugar, que volvía loco a cualquiera. 

Dio un paso al frente. 

Miró la pistola. 

Pero algo le detuvo.

Se oyó un murmullo de voces y gritos en el interior de la cabaña, y como los paramédicos salían corriendo tratando de detener a Richard Castle sin éxito alguno. El escritor tenía una venda blanca enorme cubriendo su cabeza, la camiseta rasgada y una herida abierta en el costado a la que solo tapaba un fino parche, y además un brazo en cabestrillo. 

- Sí, si la has matado - gruñó Castle apretando los dientes mientras se le llenaban los ojos de lágrimas - le disparaste a boca jarro... - caminó hacia él con paso decidido - y se cayó ahí - señaló el lugar deteniéndose para observar su sangre - dejaste que se desangrara... Le disparaste al corazón, hijo de puta - se abalanzó sobre él dejando que la ira le inundase, sin atender a razones, pero el capitán Montgomery actuó a tiempo y le agarró para evitar un mal mayor. 

- Castle, para... - gritó Roy, pero era imparable, y con las manos pidió que otros hombres se acercasen para ayudarle, era imposible frenar su fuerza, la fuerza de un hombre devastado, hasta que este cedió y se cayó de rodillas al suelo llorando como un niño pequeño. 

Castle se llevó las manos al rostro y lloró, lloró sacando todo lo que llevaba en su interior. De rodillas en el suelo, con todo su cuerpo convulsionando, y sin importarle cuantos ojos estuviesen puestos en él. Castle lloró, lloró por todo lo que había perdido, lloró por no volver a escucharla reír, lloró por no volver a ver esos ojos verdes preciosos, y lloró por no saber si ella había escuchado cuanto la quería cuando le gritó desde esa cabaña.

Y Nick entendió que ahí había algo más. La venganza y ahora los celos, se apoderaban cada vez más de él. Volvió a mirar la pistola que tenía ese policía a escasos centímetros de él, dudó, quería hacerlo, algo le invitaba a hacerlo, pero por otro lado, no quería, él era abogado, creía en la justicia, no en la venganza. 

Escuchó unas pisadas de nuevo cerca del coche de su mujer y desvió la mirada hacia ahí, creyó verla caminar hacia él, malherida, con las manos llenas de sangre y a punto de caerse al suelo. Estaba lejos, pero esa era su figura, esa era ella. 

- Kate... - susurró para sí mismo mientras se acercaba a ella, pero de pronto vio el miedo en los ojos de la inspectora que le suplicaban para que se alejase - Kate, ¿eres tú? - agitó la cabeza varias veces tratando de dispar su imagen si es que era una fantasía, pero no, ella seguía ahí, quieta, suplicando con la mirada en medio de la oscuridad que se fuese lejos, que no se acercase a ella, que huyese - ¡Kate! - chilló ilusionado y sonrió ampliamente mientras corría en su dirección y se ganaba la atención del resto de la gente allí presente.

Castle destapó sus ojos con rapidez en busca de esa imagen, y la vio, estaba de pie, apenas podía sostenerse, pero era ella. Aunque le asustó la cara de pánico que tenía, esa cara no era de dolor, era de pánico, parecía suplicar a Nick que no corriese, él la conocía, ahí pasaba algo.

- ¡Deten...! - trató de decir el escritor mientras se levantaba y corría como bien podía hacia allí, pero no dio tiempo a más, hubo una pequeña detonación en el coche y el cuerpo del abogado salió despedido hacia atrás por los aires.

Castle se apartó a tiempo, pero al caer al suelo y levantar la vista entre el polvo, ella ya no estaba. 

Unbreakable (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora