Una cena romántica

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Autora: nuevo capítulo... La espera ha sido poca. ¡Espero que este también os guste! ¡Estos son de mis capítulos favoritos!

***

Beckett se sentó en la silla después de que Castle se la retirase caballerosamente. Ella le dio las gracias y él le respondió dejando un tierno beso en su cabello antes de sentarse en la silla situada enfrente de ella. Castle había elegido una mesa para dos situada frente a un gran ventanal que permitía ver el hermoso lago de Central Park, ya que se encontraban situados en uno de los edificios más altos y lujosos de la ciudad. El escritor se había dejado buena parte de sus ahorros por conseguir mesa en ese restaurante, y especialmente por esa en concreto, ya que era una de las más caras por el hermoso paisaje que permitía contemplar mientras se cenaba. Cualquier pareja mataría por tener una cita en ese sitio, ya que probablemente ese fuese uno de los lugares más bonitos y románticos de la ciudad. 

- Esto es demasiado caro, Rick... - dijo Beckett acariciando su mano mientras contemplaba asombrada las hermosas vistas que tenía frente a ella - incluso para mí - desvió los ojos hacia él - no era necesario, de verdad... Tienes que guardar ese dinero para cosas más importantes, Rick.

- ¿Y qué hay más importante que tú para mí en estos momentos? - respondió Castle sonriendo de lado cariñosa y pícaramente. 

Beckett se quedó sin palabras y sintió como las mejillas amenazaban con arderle como le solía pasar con él habitualmente. Y le golpeó levemente en la mano que hasta hacía unos segundos estaba acariciando, al notar como Castle parecía divertirse con el sonrojo que se había formado en su rostro. Richard se rió y tocó con su dedo índice la punta de la nariz de Beckett en un gesto tierno e inocente, pero tratando de mosquearla, ya que el escritor adoraba el mohín que siempre ponía la capitán cuando algo no le gustaba o le salía como quería, haciendo que ella, en cierta medida, se enfurruñase más, pero muriéndose de amor en su interior. 

- Me iba a acostar contigo igualmente, no hacía falta que me sobornases gastándote un dineral en esta cena... - contraatacó Beckett aguantándose la risa al ver la cara de póker que se había formado en el rostro del escritor, que pasó de la socarronería al susto.

- ¿Estás... Estás bromeando, no? - preguntó Castle tragando saliva mientras buscaba que así fuera en el rostro de ella, pero permanecía demasiado serio para su gusto. 

- No - respondió Beckett tratando de parecer lo más seria posible, como si se tratase de un interrogatorio - sé que lo haces por eso... Como todos. 

Castle tragó saliva nervioso, creyendo de verdad que ella pensaba eso de él, y abrió la boca un par de veces tratando de decirle que eso no era así, que de verdad llevaba meses soñando con llevarla ahí y decirle lo mucho que la quería frente a esas vistas. Solo había llevado a su mujer a ese restaurante, pero eran otros tiempos, él era rico, no le había costado tanto como ahora conseguir una mesa. Castle empezó a sentir unos calores extraños por el cuerpo, se estaba empezando a agobiar, no esperaba que Beckett pensase eso de él, con todo lo que le había costado dar ese paso al frente y llevar a otra mujer a ese lugar... Pero Beckett era diferente, de verdad la amaba con todo. Esa mujer que estaba enfrente mirándole de manera seria, le parecía la más hermosa del mundo, porque eso era, preciosa por dentro y por fuera, y quería que lo supiese. Castle volvió a buscar la broma en el semblante de Beckett, pero no la encontró, y entonces empezó a arrepentirse del regalo que le había comprado y que ahora le pesaba demasiado en el bolsillo derecho de su pantalón de vestir negro. Quizás también eso se lo tomase a mal, y le dolió por unos segundos, ya que cuando lo compró en su imaginación solo cabía la imagen de Beckett emocionada, pero ahora se temía que no fuese así. Se desabrochó uno de los botones de la camisa ya que sentía que se estaba ahogando y que le empezaba a faltar el aire.

- Yo no... Yo... - balbuceó Castle agobiado.

Beckett se percató de la situación a tiempo y cogió sus manos encima de la mesa riendo cariñosa, haciéndole ver que todo había sido una broma. 

- Rick, Rick... Era broma, mi vida - vio el alivio momentáneo en los ojos de él y sonrió nerviosa - perdona, solo era una broma... No pienso eso de ti. ¿Cómo iba a pensar eso de ti, Rick? - volvió a repetir ella negando con la cabeza la evidencia.

Castle sonrió nerviosamente soltando todo el aire, y se retiró el pequeño sudor que se había formado en su frente con el dorso de su mano, para después aclararse la garganta tratando de eliminar esa bola de agobio que se había formado en su tráquea. 

- Sí es cierto que quiero acostarme contigo, y quién no, pero... - Castle buscó la caja en el bolsillo del pantalón y la depositó frente a Beckett, que frunció el entrecejo sorprendida - pero si te traje aquí es porque te quiero, Kate - cogió su mano y se la besó - ábrela, que ya traen la cena... 

Beckett le miró a los ojos unos segundos, tratando de descifrar en ellos que se escondía en la caja, pero Castle era como una tumba. Cogió la pequeña cajita entre sus manos, que casi le temblaban de la emoción, y finalmente la abrió. Beckett abrió la boca y fue incapaz de volver a cerrarla durante varios segundos, después se tapó la boca con ambas manos. 

- No... - susurró Beckett mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, pero Castle no se asustó, sabía que eran de ilusión - no me lo puedo creer... Rick... - aun con las manos en su boca levantó la vista para mirarle a los ojos. 

- ¿Quieres que te lo ponga? - preguntó Castle levantándose de la silla con una sonrisa en los labios mientras le indicaba al camarero que esperase unos segundos antes de llenar la mesa con los ricos manjares que habían pedido para la ocasión. 

Beckett asintió mientras temblaba de la ilusión y era incapaz de retirar las manos de su boca. No daba crédito. No podía ser verdad. Era idéntico. Y no quería pensar en cuánto dinero se había gastado Castle por conseguir ese colgante. Había hecho una réplica exacta del colgante que su hermano pequeño llevaba siempre con él antes de morir y que se perdiese en algún lugar en manos ajenas, y que incluía las iniciales J y K, por James y Katherine. ¿Cómo había conseguido Castle que fuese tan idéntico si solo lo había visto en una fotografía que ella tenía en su apartamento y que él había observado aquel día que fue a verla por primera vez? Esa pregunta se repetía una y otra vez en la mente de la capitán justo cuando sintió las manos de Castle retirarle con ternura el cabello hacia un lado del cuerpo para poder ponerle su regalo. 

- Rick... - susurró Beckett acariciando el colgante con sus finos dedos para después besarlo tras unos segundos de observarlo con devoción. 

Castle se agachó levemente y dejó un tierno beso en el hombro desnudo de ella antes de volver a su silla. 

- Gracias... - dijo Beckett visiblemente emocionada - esto es... 

- Te queda precioso, Kate - sonrió Castle enamorado de la cara de ilusión y el brillo de los ojos de Beckett - y eres preciosa... Eso también - añadió él mordiéndose levemente el labio ante esa imagen tan hermosa que tenía frente a él. 

Beckett se quedó unos segundos perdida en los ojos de Richard Castle. No sabía que decirle, solo sabía que se moría de ganas por besarle. Giró su cabeza levemente hacia el camarero que ya había empezado a partir hacia ellos cargado con todo lo que habían pedido para cenar, entonces aprovechó esos breves segundos para echar su cuerpo hacia delante en la mesa y susurrarle a Castle todas las ganas que tenía de hacerle el amor. 

- Tengo ganas de hacer el amor contigo, Rick... No sabes cuantas - susurró Beckett arrancando una sonrisa del rostro del escritor, y un calor en su entrepierna. 

- Yo también, Kate... - susurró también Castle mientras veía al camarero acercarse cada vez más hacia ellos - nada más que terminemos de cenar... Te haré el amor toda la noche, preciosa. Me muero por hacerte mía, por tenerte entre mis brazos... - vio que el camarero estaba demasiado cerca y aprovechó para decirle lo último - y verte desnuda... Eres preciosa, Kate. 

Beckett sonrió pícara, y sintió que el calor se apoderaba de cada rincón de su cuerpo. Le amaba. Le amaba con toda su alma. Eso que había hecho por ella no se podía explicar con palabras, y ella necesitaba darle las gracias de alguna manera. Y sabía cómo. 

Unbreakable (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora