Escapar

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Autora: ¡Nuevo capítulo! ¿Cómo va la cosa?

***

Ambos salieron a la calle riendo a carcajadas como si fuesen dos adolescentes. Castle tiraba de la mano de Beckett mientras ella se dejaba llevar y se tapaba la boca con la otra mano riendo. Una vez en el exterior, y ya lejos de la comisaría, él se frenó en seco para mirarla a los ojos sin abandonar ese rostro divertido y relajado que adoptaba siempre que estaba en su compañía. Ella se detuvo delante de su cuerpo, a pocos centímetros, y sin abandonar la conexión de sus miradas, ambos comenzaron a reír sin soltar sus manos que aún permanecían entrelazadas. 

- Ha sido divertido - logró decir Castle con el poco aire que tenían sus pulmones debido a la risa incesante que salía de su cuerpo.

- ¡Madre mía, Castle! - exclamó Beckett tapándose la boca con ambas manos sin poder borrar la sonrisa de su rostro - ¡No me sentía así desde que tenía dieciséis años! - liberó sus labios de sus manos, y se mordió el labio inferior divertida. 

Castle se quedó hipnotizado en su sonrisa, y sobretodo en el brillo que tenían los ojos verdes avellana de la capitán. Y en ese momento se dio cuenta de la fuerte conexión que tenía con ella, a pesar de los encontronazos de sus primeros encuentros que no parecían presagiar que esa extraña relación llevase a buen puerto, pero en cambio ahí estaban, riéndose como dos locos adolescentes que acabasen de hacer pellas en el instituto. Beckett se quedó en silencio al comprobar como él la miraba tan fijamente, ardientemente, con cariño, de una manera que la hizo sentir algo incomoda a la par que segura. 

- Qué... - preguntó ella al ver como no dejaba de mirarla fijamente. 

- Gracias - respondió él mirándola a los ojos detenidamente sin dejar de sonreír. 

Beckett sonrió y sin decir nada comenzó a caminar después de propinarle un pequeño empujoncito cariñoso con su hombro. Y Castle inmediatamente la siguió como un perro a su dueño mientras la sonrisa se hacía más grande en su rostro. Cuando llegó a su altura no pudo evitar mirarla de reojo mientras caminaban por una amplia calle del centro de Manhattan. 

- ¿No vas a preguntarme por qué? - preguntó Castle curioso.  

- No... - respondió Beckett desviando la mirada hacia él sonriendo pilla. 

Castle se quedó como un bobo observando la perfección del rostro de esa mujer que caminaba a su lado, y como cada mínimo gesto que le regalaba, le parecía de lo más atractivo que había visto en tiempo. En estas semanas que la llevaba conociendo, se había dado cuenta de que era una mujer dulce, cariñosa, buena, pero que tenía ese lado macarra, divertido, que le volvía loco. Beckett le volvió a propinar otro golpe con su hombro para sacarlo de su ensimismamiento, y hacer que se sonrojase un poco al verse pillado. 

- Deja de mirarme así... - se quejó ella, pero enseguida una sonrisa perfecta se dibujó en su rostro. 

- A sus órdenes, capitán - respondió él haciendo un gesto de soldado y sonriendo al ver como ella se carcajeaba en bajito. 

Beckett cogió la mano del escritor, y sin previo aviso tiró de ella metiéndole al interior de un restaurante italiano. Castle se tropezó con su propio pie, pero aguantó el equilibrio y la siguió sin rechistar. Ya en el interior se quedó asombrado al ver lo bonito que estaba decorado el lugar, las paredes blancas le daban una vitalidad y energía increíble al restaurante, tenía un aspecto vintage y moderno, de contrastes, muy llamativo. 

- ¿Te gusta? - preguntó ella tímidamente buscando la mirada de Castle que no paraba de mirar inquieto a cada rincón. 

- No creo que pueda pagar esto, Kate - respondió Castle al ver como una pareja abandonaba el lugar tras haberse puesto unos abrigos tremendamente caros a la vista - Ahora mismo no puedo permitirme ningún lujo, Kate...

Castle se sintió mejor cuando conectó con los ojos de Beckett, que le miraban dulces, serenos, cariñosos, pero se adelantó a ella cuando comprendió lo que pretendía hacer al leer la verdad en su mirada.

- No - negó Castle tajantemente con la cabeza - me niego a que me invites, Kate... No es justo que gastes tu dinero en mí.

- Lo que no es justo es que no pruebes esta comida - sonrió ella y le agarró de la mano antes de que pudiese protestar llevándole hacia una mesa para dos que quedaba libre. 

Castle se sentó enfrente de Beckett a regañadientes y mosqueado por la situación, pero suspiró al ver como el rostro de ella había entristecido al ver como la miraba tan serio y enfadado. Beckett agachó la mirada al comprender que a él no le estaba agradando nada la situación, pero en ese momento sintió como la mano de Castle tomaba la suya que tenía posada sobre la mesa. El escritor esperó a que la capitán le mirase a los ojos antes de hablar, y cuando lo hizo, esperó unos segundos antes de despegar sus labios para dejar salir las palabras. 

- Soy estúpido, perdona.... - comenzó a decir Castle acariciando la mano de ella con suavidad - No estoy enfadado contigo, sino conmigo.

- Puedo pagar esto perfectamente Richard, y es más, lo pagaré encantada - dijo Beckett sinceramente.

- Pero yo... - se quejó Castle bajando la mirada al mantel - A mi me gustaría también poder invitarte a sitios como este, ¿sabes? Y no a una hamburguesería de mierda como a la que te llevé la última vez - Castle negó apartando la mirada de la mesa a la pared - y que al final tuviste que pagar tú porque si no apenas tenía para el taxi... ¿Sabes como me siento? - los ojos del escritor amenazaron con llover. 

Beckett le miraba con el rostro compungido al ver la pena que asolaba a ese hombre y no quería verle llorar. Cogió una servilleta y sacó un bolígrafo del bolso, eso hizo que él desviase la mirada para observar qué diablos estaba haciendo. Castle miró atento como ella parecía dibujar algo sencillo y simple en la servilleta blanca, pero con gran habilidad y agilidad. El escritor pudo ver dibujados una especie de dos monigotes cogidos de la mano, y no entendió en absoluto que estaba haciendo esa mujer. Beckett giró la servilleta hacia él, y se quedó en silencio comprobando como el cerebro de ese hombre parecía estar tratando de procesar qué diablos estaba haciendo dibujando como si fuese una niña de dos años en uno de los restaurantes más caros de la ciudad. 

- Hay cosas más importantes que el dinero, Rick - susurró Beckett bajito mientras que él no despegaba la mirada del dibujo - Cuando estaba triste, mi hermano siempre me dibujaba eso... - fue entonces cuando Castle levantó la vista hacia ella sorprendido. 

- ¿Y qué significa? - preguntó Castle tímidamente mientras sus ojos pasaban de las lágrimas traicioneras a la curiosidad.

- Lo que tú quieras que signifique - respondió Beckett sonriendo cálidamente. 

Castle se quedó mirando sus ojos durante unos segundos, y después sonrió en un suspiro. Beckett le guiñó un ojo y giró su cuerpo para llamar al camarero con la mano y pedir las cartas. El escritor pareció irse del restaurante mientras la observaba hablar con el camarero y coger las cartas para elegir el menú, se había perdido en cada gesto de ella, en cada movimiento de sus manos, y en el calor de su sonrisa. Decir que no se estaba enamorando de ella, sería engañarse. Desde que esa mujer había aparecido en su vida, el recuerdo de su mujer se había convertido en eso, en un bonito recuerdo. 

- Kate - la llamó Castle haciendo que ella levantase la vista de la carta que estaba ojeando - ¿Sabes? Adam tenía razón...

- ¿Adam? - pregunto Kate frunciendo el ceño y tragando saliva al pensar en su compañero de comisaría. 

- Sí, en que eres una gran persona - sonrió Castle.

Beckett sonrió levemente avergonzada y miró su manos nerviosa. Adam Blatter... Algún día reuniría las fuerzas necesarias para decirle que él había sido amigo de su hermano. El único que había compartido recreo con el raro de la clase, con el apestado, con el niño que no hablaba. Algún día le diría por qué le protegía tanto. 

Unbreakable (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora