Venganza

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Autora: hoy el capítulo es más cortito que otras veces... ¡Falta de tiempo! ¡Espero que os guste! ¡Y os intrigue! ¡Vuelve la acción! ¡Que un poco nunca viene mal! Ay, el amor, el amor...

***

Beckett caminaba con paso firme y decidido hacia su apartamento, había optado por tomarse una ducha caliente y cambiarse de ropa antes de volver a la comisaría para afrontar las posibles represalias que se le podían venir encima tras la puesta en libertad de George Payne, el alto cargo de la policía que la acosaba sexualmente y que, tras no haber conseguido su objetivo, había intentado terminar con su vida envenenándola en aquel evento periodístico. Finalmente habían decidido dejarle en libertad con cargos por falta de pruebas contundentes, pero lo que Beckett sabía es que estaba en la calle por ser quién era dentro de la policía. Los peces gordos nunca pagaban por ello, apenas unos meses en prisión y tras la resolución final del juicio, le habían puesto en libertad. Beckett suspiró al doblar la esquina de su calle, qué inocente había sido creyendo que esta vez iba a ser diferente y que ese hombre iba a pagar por ello. Se detuvo frente a su portal, y buscó las llaves en su bolso mientras en su mente se figuraba la certeza de que ese tipo iba a ir a por ella, que iba a cobrarse su venganza, ya la había amenazado en el interrogatorio, y sabía que no se iba a andar con rodeos en cuanto pisase la calle. La capitán sabía que quizás no iba a ir solo a por ella, sino que iba a ir a por todo cuanto le importase, como su trabajo o su familia, pero la venganza iba a llegar, estaba segura y preparada para afrontar cuanto viniese. Pero ese tembleque de sus manos al sacar las llaves no tenía nada que ver con ese estúpido hombre, George no le daba miedo, ella sabría defenderse, pero los demonios del pasado nunca se van, y en su mente seguían pasando las imágenes de los dos asesinos de su hermano pequeño. Primero cobrándose la venganza dejando postrada en una silla de ruedas a su abuelita, y en segundo lugar dejando cojo de por vida a Adam Blatter, su compañero de la comisaría y mejor amigo de la infancia de su hermano James. Adam siempre creyó que ese disparo fue en acto de servicio, pero lo que no sabía es que perseguía a los dos individuos que cuando era pequeño habían terminado con la vida de su amigo, pero ellos sí que lo sabían, por eso dispararon a bocajarro contra él, ya que sabían que así también la estarían disparando en el alma a ella. 

Kate metió la llave en la cerradura, giró hacia el lado derecho y cuando a punto estaba de empujar la puerta para entrar al interior, sintió el cañón de una pistola en la parte baja de su espalda. Tragó saliva, podía reconocer perfectamente el calibre de esa pistola sin verla, ya que es la que llevaban casi todos los miembros del departamento de policía de Nueva York.

- Ahora vas a quedarte calladita... - susurró George en su oído - y no vas a hacer ninguna estupidez - le levantó levemente el jersey para quitarle la pistola que llevaba guardada en la parte de atrás de su pantalón y dejarla así desarmada - porque te pego un tiro, ¿entendido? - volvió a bajarle el jersey lentamente mientras miraba su culo sin cortarse lo más mínimo - bonito culo, por cierto - susurró de nuevo en su oído - entra - y le obligó a ello empujándola al interior del portal tras cerciorarse de que nadie les estaba viendo desde la calle. 

Beckett trató de revolverse contra él en un descuido por su parte al cerrar la puerta del portal, pero él fue más rápido y la inmovilizó con su brazo colocando los brazos de ella por detrás de la espalda, y cogiendo su cuello con el brazo libre. 

- No quiero matarte... Estate quieta, Beckett - susurró en su oído de nuevo.

- Déjame en paz... - se quejó Kate intentando librarse del agarre, pero era demasiado fuerte.

George llamó al ascensor, y en cuanto las puertas de este se abrieron, la empujó al interior mientras la apuntaba al estómago para así evitar que ella se enzarzase con él de nuevo. Beckett sospesaba todas sus opciones de huida en la mente mientras le miraba fijamente con cara de asco y odio. Él, en cambio, no dejaba de mirarla con deseo y una sonrisa lasciva, engreída y de superioridad en sus labios. 

- Abre y entra, y finje normalidad... - la amenazó él cuando el ascensor llegó arriba y salieron al pasillo de camino a la puerta del apartamento de la capitán. 

Beckett hizo todo obedientemente, sin rechistar, sabiendo que todo el rato estaba siendo encañonada aunque fuese disimuladamente, hasta que ocurrió lo que menos se esperaba que ocurriese en ese momento justo cuando abrió la puerta de su apartamento. 

- ¡Kate! - exclamó a pleno pulmón un Castle fatigado subiendo las escaleras a toda pastilla todavía lejos del campo de visión de ella - ¡Kate te he visto entrar, espera! ¡Solo quiero hablar!

George cargó el arma para apuntarle en cuanto asomase por la esquina, nadie iba a interponerse entre su venganza y él. Beckett cerró los ojos y sin pensar en las consecuencias tiró de él hacia el interior, sabía que encerrarse con el enemigo en casa era la única opción de que el entrometido de Richard Castle se mantuviese de una pieza y con vida. ¿Qué diablos estaba haciendo ahí?

- Vaya, ¿y ese? - preguntó George vacilón y socarrón - ¿tanto te importa? - y Beckett vio en los ojos de George que iba a jugar esa brillante carta para conseguir todo lo que quisiese de ella - te importa si... Interesante - sonrió mientras miraba su arma y la puerta. 

Unbreakable (Caskett)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora