CAPÍTULO 32.

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El agarre que Mingyu tenía con la mano de Joshua se soltó cuando éste se puso de pie. Se veía conmocionado, y es que a pesar de que lo que acababa de decir debería ser tomado como relativamente normal dada la situación, Joshua parecía estupefacto.

—¿Qué dices?—preguntó después de un incómodo silencio.

—Joshua... mira, estuve pensando en estos días que viví solo. Me di cuenta de que estaba pensando en ti mucho más de lo que se puede considerar correcto y concluí que, así sea que tú aceptes estar conmigo o no, yo no puedo seguir engañándome a mí mismo y a Haeri diciendo que las cosas no han cambiado. Yo amo mucho a tu madre, lo suficiente como para haber pensado hacer mi vida junto a ella, pero no quiero hacerla sufrir estando con ella y pensando en su hijo al mismo tiempo; ella es una hermosa mujer por dentro y por fuera, no merece estar con un chico como yo.

Joshua cerró los ojos y negó con la cabeza repetidas veces mientras deslizaba sus dedos por sus cabellos en señal de frustración.

—No.—fue lo único que atinó a decir y Mingyu se preguntó a qué se refería.

—Joshua...

—Mingyu no. No. No puedes decir eso. No digas eso.—Pidió ahora desesperado. Su rostro se veía pálido y sus ojos estaban vidriosos, dando indicios de que el llanto se acercaba.

—Es lo mejor que puedo hacer, ella no-

—¡No!—gritó y caminó hacia él, tomándolo del cuello de su camisa.—Ahora quiero que seas tú quien deje de pensar en este momento. Lo que estás diciendo es muy apresurado. Sé que antes deseaba con todas mis fuerzas que cancelaras el compromiso y te fueras, pero no ahora, no cuando mamá está muy emocionada contigo y cuando seguramente está esperando volver solo para encontrarse con su prometido. No cuando es por mi culpa que estás tomando esta decisión. No estás pensando con la cabeza fría, estás confundido por lo que ha pasado entre nosotros.

—No, Joshua; yo pensaba lo mismo y de hecho lo consideré mucho, pero me di cuenta de que decir eso sería engañarme a mí mismo y eso no está bien ni para Haeri ni para ti.

—¿Y entonces qué es lo que quieres hacer? ¿Por qué dijiste que querías estar conmigo durante este tiempo antes de volver a la realidad? De todas formas ya habías tomado una decisión por ti mismo.

—Yo... yo te quiero a ti. Quiero estar contigo, me gustas mucho y creo que mis sentimientos por ti son más fuertes cada día. Pero también soy consciente de que eso es muy bajo de mi parte, terminar el compromiso con Haeri y luego irme con su hijo. Así que...

—¿Qué?

—Quería estar contigo, ser tuyo y darte todo lo que estuviera en mis manos durante este tiempo. Después... bueno, después yo hablaría con Haeri, terminaría el compromiso y me iría para que ella pudiese estar tranquila.

Joshua liberó de sus labios un fuerte suspiro, soltó el cuello de Mingyu y se dejó caer en el sofá cubriendo su rostro.

—No sé qué decir. Ambos fuimos muy tontos al meternos en esta situación tan complicada. Amo a mamá y lo único que quiero es que sea feliz; pero tienes razón, ella no merece estar con alguien que no tiene claros sus sentimientos por ella, yo no dudo que tú la ames, pero no lo haces lo suficiente.

Mingyu agachó la cabeza y asintió.

—Me alegra que lo entiendas.—Dijo, y antes de poder agregar algo más, escuchó al menor sollozar, haciéndole voltear con preocupación.

Se encontró con la mirada triste de Joshua, sus mejillas ahora estaban adornadas con lágrimas y ahora abrazaba a sus rodillas sobre el sofá.

—Joshua...

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