CAPÍTULO 36.

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Los días siguieron su curso con relativa normalidad. Después de aquel mini-viaje de ensueño, tanto Mingyu como Joshua habían estado tratando de realizar sus actividades como si no estuviesen hundiéndose cada vez más en ese océano de problemas, y tenerse el uno al otro para tranquilizarse definitivamente había sido de gran ayuda.

Ellos seguían haciendo cosas juntos cada que tenían tiempo, y siendo la última semana a solas, trataban de aprovecharlo al máximo, especialmente por las noches cuando las sábanas eran testigos del mutuo deseo.

Eventualmente, el día temido había llegado, así que ese momento esperaban con cierto temor la hora de ir a recoger a la señora Hong al aeropuerto, mientras tanto, Joshua ayudaba a Mingyu a hacer sus maletas con las pocas pertenencias que tenía ahí debido a que lo demás permanecía en su apartamento desde la última vez.

—¿Estás bien?—Joshua preguntó a Mingyu quien no había pronunciado palabra alguna en los últimos minutos, aunque a decir verdad no se veía alterado o nervioso.

—Lo estoy.—Respondió con la misma tranquilidad y se acercó a Joshua cuando notó su expresión preocupada, sus brazos lo rodearon por detrás y lo acercó a su pecho todo lo que fue posible.—No voy a negar que estoy asustado como no te imaginas, pero antes establecimos las reglas del juego y es mi turno para cumplir mi parte.

—Ambos lo haremos, yo estaré ahí.—Joshua respondió, posando sus manos sobre las de Mingyu que reposaban en su pecho.

Mingyu negó con la cabeza a pesar de que Joshua no podía verlo.—No quiero que te involucres, no deseo que tengas problemas con tu madre por mi culpa.

—Creía que habíamos establecido también que esto fue culpa de ambos. No tienes por qué cargar con todo tú sólo.—Joshua se quejó con molestia, aún si se sentía de ese modo, no se atrevió a deshacer el abrazo.

—Pero es que-

—Los dos hablaremos con ella y asumiremos las consecuencias de nuestros actos. No hay nada más que discutir.

Mingyu suspiró con resignación.—De acuerdo.

El programa de televisión que miraban anunció la hora. Las dos en punto, ambos sabían lo que eso significaba. Joshua se giró hacia Mingyu para mirarlo al mismo tiempo que rodeaba su cintura.

—Supongo que aquí termina lo que sea que comenzamos.—Dijo el menor con voz inestable, como si decir aquello fuese lo más difícil del mundo.

—Eso creo.—Mingyu respondió, él no se encontraba mejor.—Gracias, Joshua.

—¿Por qué?

—Por aceptar ser parte de mi vida estos pocos días. Jamás me la había pasado tan bien con alguien como lo hice contigo, realmente se sintió como si fuésemos una pareja de verdad, una que recién comienza una relación pero que tiene sus sentimientos por el otro más que claros. Pese a todo lo malo que esto conlleva, quiero decir que no me arrepiento de nada.

Joshua sonrió un tanto avergonzado, él nunca había sido de esos que se expresan con facilidad.

—¿Y qué clase de sentimientos son los que tienes bien claros?

—Si te los confieso en voz alta, esto será más difícil. Prefiero dejarlo a tu imaginación y que-

—Te quiero.—Joshua interrumpió, revelando por primera vez algo que Mingyu había querido oír desde hacía un tiempo.—También tengo miedo de decir lo que siento, pero quizá esta sea la última vez que nos veamos y quería que supieras lo que lograste mover en mí en tan poco tiempo. Te quiero.

Tras oír esas palabras, los ojos de Mingyu se llenaron de lágrimas, era difícil sentir ese duro golpe de realidad, pero sabía que era cierto, no sabía si algún día podría ver a Joshua de nuevo y eso lo mataba por dentro. Quizá sus sentimientos eran más fuertes de lo que pensaba.

FATHER? ✨ MinShua 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora