Cuando el despertador sonó me quería morir. Me había llevado todo el fin de semana de fiesta y no había estudiado todo lo que debía, pero sabía que aprobaría.
¿Exigente? Mucho y no me conformaba con cualquier nota. El problema era que me gustaba mucho, trasnochar alternar, fraternizar, tratar...
¡Qué soy demasiado fiestera vaya!
Además, yo le prometí a mi madre que iba a estar orgullosa de mí y que la carrera de periodismo la sacaría adelante sí o sí.
Mis padres con lo que nos han sacado adelante a mis hermanas y a mí, es solo con ese bar con el nombre de mi difunto abuelo, en donde echan los dos más horas que un reloj.
Y a mi padre pobrecito mío, le cuesta la vida pagar todos mis estudios. Entonces yo les juré a los dos, que como Candela Romero que me llamo, que lo aprobaría todo sí o sí.
Así que en eso ando.
—¡Qué mala cara tienes mi alma! —me dice mi madre cuando me ve aparecer en el salón.
Me siento en la silla y ni contesto a aquel comentario—¿te pongo un cafelito?
Asiento con la cabeza y sigo sin decir nada. Y en eso aparece mi padre ya preparado para bajar a trabajar, la suerte, que el bar está a 100 metros de mi casa, si no, no lo vería en todo el día.
—Candela, chata mía, alegra esa cara mi alma—me dice y me da un beso en la frente—. Mama—porque le dice mama a mi madre—me bajo, ahora nos vemos—y le da un beso en los labios como si ella no fuese a bajar en 10 minutos.
¿Creo en el amor? No, pero debería de decir que sí por ellos, mis padres, confidentes, cómplices, compañeros y amantes, pero claro, mi padre es por así decirlo uno entre un millón. Único en su especie. Todavía no he encontrado a nadie que sea capaz de sacrificarse como él por los demás y no estoy hablando de hombres, si no de personas. Porque tampoco conozco ninguna mujer que tenga el corazón tan limpio como él, ni yo misma.
Yo no soy capaz de ningún sacrificio por ningún hombre, yo intento no hacer daño y punto, pero...
Dice mi padre que la mente ocupada, el alma limpia y el corazón satisfecho y eso intento.
Pero... ni la belleza está en el interior, ni el amor es ciego y mucho menos rompe barreras, que yo creo que el amor no puede con todo y ¡menos mal! Porque bastante títeres de esta sociedad somos, como para que encima lo hagamos por amor.
Pues aquella mañana la eché dándome chocazos mentales yo sola. Me dolía la cabeza, no podía concentrarme, me fui a la cafetería a por una infusión antes del examen.
—Sabía yo que te encontraría aquí—me dice Juan, poniéndose a mi lado en la barra de la cafetería.
Le sonrío y le digo: — ¿Qué? ¿qué te has saltado todas las clases no?
—Sí—dice como en un lamento después de pedir un café—, tenía que darle un repaso al examen.
—Eso te pasa por ser tan golfo.
—¿¡golfo yo...!?—dijo burlón.
—¿cómo lleváis el examen—dijo Macarena llegando a nuestra altura.
—Bien—dije yo y fatal dijo Juan.
Macarena también venía aclamando al cielo por el dichoso parcial.
Y a los 10 minutos de aquel café, estábamos sentados en el aula con el bolígrafo en la mano.
Al terminar el examen, Susana, mi profesora y tutora me dijo: —Candela no te vayas que quiero hablar contigo, espérame un momento.
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Candela
RomanceAlejandro, El Loco, ha sido puesto en libertad después de 12 años en prisión por un error. Candela, nuestra protagonista y estudiante de periodismo, está dispuesta a poner en marcha un plan para demostrar quién es el verdadero asesino de Fernando Ga...