¡Mierda!

76 9 3
                                    

Hablé con Gloria por teléfono, le conté todo lo sucedido con Tania y lo indignada que se mostró solo por el hecho de haberle propuesto ese cambio en la entrevista.

Le propuse a Gloria hacer yo misma una entrevista donde Alejandro García, alias el loco, pudiese decir libremente y en voz alta "soy inocente", tal como Lola y yo habíamos hablado.

Gloria fue reacia a todo eso, no parecía fiarse mucho de mí.

Pero por otro lado creí que estaba dentro de lo normal.

Parecía ser que la sociedad tenía una idea clara de sentencia y si un programa como La Noche Secreta, con profesionales de primera línea le habían fallado, por qué no lo iba a hacer una estudiante en prácticas como yo.

—Estás muy pensativa—Juan besó mi hombro desnudo.

Estábamos en la plaza del Salvador, entre amigos, me había quedado solo con una camiseta de tirantes porque el sol apretaba, se acercaba abril y el tiempo parecía más de verano que de primavera.

—Solo pienso en cosas—respondí a su comentario.

—Tengo que hablar contigo...—dijo después de carraspear incómodo.

—¡Qué serio te has puesto Juan! —dije intentando parecer graciosa, para quitarle hierro al asunto pues me daba la impresión de que el tema era espinoso.

—No quiero hacerte daño Candela.

—Juan, no me haces daño, tranquilo.

—He conocido a alguien—me lo dijo mirándome a los ojos, parecía preocupado, su rostro no mostraba tranquilidad.

—¿Tienes novia? —pregunté con sorpresa.

—No la considero como tal, pero...

—¿Te acuestas con ella?

—Sí.

En cierto modo me molestó, ¿me había enganchado a él? No.  Pero me había acostumbrado a tenerlo para mí.

A contarle mis cosas, a meterme en su cama, a enrollarnos en la parte de atrás de su coche.

—¿No vas a decir nada? —me preguntó viendo que me había quedado totalmente en silencio.

—No tengo derecho a decir nada, quedamos en que solo éramos amigos. —fue lo más sensato que se me ocurrió para salir del paso.

—Tú me gustas más—dijo cogiendo mi mano.

—¿A dónde quieres llegar Juan? —dije soltándome de su agarre rápidamente.

—A ningún sitio, como siempre...—dijo, se puso las gafas de sol que llevaba en la cabeza y se marchó enfadado.

Raquel que también estaba allí con nosotros, en el grupo de amigos de la facultad había observado todo mientras que hacía como que escuchaba a Macarena, pero no, lo que estaba escuchando con atención era mi conversación con Juan.

Raquel se disculpó con Macarena cortándole y se acercó a mí

—Candi...

—No me llames así—dije enfadada y con tono bastante borde, me había cogido en mal momento.

—Baja los humos conmigo Candela. Quien juega con fuego se quema, eso tendrías que saberlo.

—Déjame en paz Raquel, no seas impertinente.

—¡Mira amiga!, no te lo voy a tener en cuenta porque lo he escuchado todo—me dijo descaradamente.

La miré muy seria y le dije con toda la mala leche del mundo:

Candela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora