Instinto

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El domingo por la mañana, después de desayunar y ducharme, estaba sentada en el sofá, mi abuela salió de su habitación muy arreglada.

—Candela ¿me acompañas a misa?

—Vale—dije, lo cierto es que solo voy cuando mi abuela me lo pide y últimamente ha ido sola porque he estado trasnochado casi todos los sábados, pero ese sábado no.

Después de la charla con Juan me había quedado muy pensativa y preferí quedarme en casa y ponerme al día con los apuntes que me pasaban mis compañeros, de las clases que me estaba perdiendo con las prácticas.

—Abuela, ¿tú estabas muy enamorada del abuelo? —pregunté mientras andábamos hacia la iglesia.

—Al principio no. Al principio solo lo utilizaba.

—¡Abuela!

Mi abuela rio, iba agarrada a mi brazo y me dio unas palmadas encima de mi mano.

—Yo también era joven y tú abuelo era más feo que un coco.

Pero yo tenía un padre muy estricto y no me dejaba salir, así como así. El abuelo era el hijo de un íntimo amigo suyo y siempre andaba detrás de mí.

Un día me di cuenta de que cuando salía con Manuel, tu abuelo, mi padre no ponía pega alguna, así que empecé a salir con él.

Daba una vuelta con él y luego me reunía con mis amigas.

Pero poco a poco tu abuelo me supo ganar y cada vez tenía más ganas de pasar tiempo con él.

Hasta que un día en la feria, lo vi bailando con una muchacha muy guapa.

Tu abuelo, aunque feo, bailaba de muerte, entonces en la feria todas querían bailar con él y aquella noche cuando yo lo vi bailando con Mari Cruz, que no se me olvida el nombre...

Y el tonteo que tenían los dos.

Me acerqué y le di un bofetón.

—¿¡A quién abuela!?

—¿A quién va a ser? A tu abuelo. Le dije: tú a mí me respetas.

Y ya entendió él, que a partir de ese momento era mi novio.

—Pero abuela, tan feo de joven no sería.

—Sí lo era Candela, al contrario, mejoró con el tiempo y con los pucheros que yo le ponía, estaba flaco como un espagueti y nariz tenía para dar y regalar.

Tu prima Susana se parece mucho a él, la pobre, tú no.

Tú sales a tu madre, a su familia, que sois todos muy requeteguapos tan morenos, con esos ojos profundos y marrones con esas pestañas tan largas.

Tus hermanas son muy guapas las dos, pero están más mezcladas, tienen más de tu padre.

—¿Y a ti te hubiese gustado vivir otra vida abuela? Trabajar... Viajar... no sé, diferente a la que has tenido.

—Todos soñamos con muchas cosas Candela yo también, a mí me hubiese gustado ser diseñadora de zapatos.

—¿Sí? Eso no me lo has contado nunca.

—Pues eso quería. Y lo máximo que hice fue liar tabaco.

Pero si tuviese que volver atrás... Intentaría cumplir mi sueño sin dejar nada de lo que tengo.

Si tengo que vivir otra vida para cumplirlo, no quiero volver atrás.

Yo he sido muy feliz mi alma y lo sigo siendo, ya estoy vieja, pero... ha merecido la pena.

Candela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora