Llegué a casa de Alejandro, paré el coche delante de su puerta, en doble fila.
Suspiré, no conseguía relajarme y dejar de pensar en esa frase escrita a ordenador.
Lo llamé por teléfono con un nudo en el estómago, aquella carta estaba a punto de arruinarme la cita.—Hola Candela.
—Hola Ale... estoy abajo— dije apoyando la frente en el volante, tenía que lograr que no se me notase que algo me preocupaba, por el momento, la carta no iba a ser un tema de conversación para mí.
Al minuto estaba abajo.
Dio un golpecito al cristal de la ventana con sus nudillos y le hice señas para que entrara.
Se había puesto guapísimo.
Llevaba una camisa blanca que le hacía resaltar su moreno racial y le quedaba que para qué voy a decir nada.
Impresionante, se notaba todo lo musculado que eran sus brazos y olía a gloria bendita.—¡Qué guapo!—dije sonriendo cuando se sentó.
—Tú más.
—Gracias... ¿preparado?
—La verdad.
No.
Tengo la sensación que soy tu experimento social.
O el de mis sobrinos que me han vestido.Lo miré y me reí, lo cierto es que Alejandro era diferente a todos los chicos que había conocido hasta ahora. Solo he salido con estudiantes que además de no tener a penas problemas en sus vidas, tampoco han intentado profundizar demasiado en su existecia.
—¿Cómo se te ocurre eso, mi alma?.
Eres mi amigo y hoy te lo vas a pasar bien.
Lo prometo.Alejandro asintió y sonrió sin mucha convicción.
—Espero estar a la altura—dijo.
—Eso es una canción de la Rosalía.
Pero conmigo, solo tienes que ser tú, no te hace falta ninguna altura.
¿Te gusta la comida mexicana?—No lo recuerdo mucho.
—Pues ahora lo probamos...—dije.
Llegamos a un restaurante mexicano que había cerca del Ritmo.
Estaba tenso, cosa que me ayudó a no seguir pensando en la carta, porque me centré en que se relajara hablando de cosas no importantes.
Pedimos unas cervezas, unos nachos con salsas y unos burritos.—¿Cómo es eso que te han vestido tus sobrinos?—pregunté recuperando el comentario del coche.
—Pues, tal como llegué y dije que habíamos quedado.
Empezaron a planear qué me ponía de todo lo que habíamos comprado.—¿Has comprado mucho?
—Más de lo que pretendía, pero ellos que si me hace falta para salir, que si sport...
En fin, mira al final, menos mal que les hice caso comprando esta camisa.—Que te has hecho un Prety Woman vamos...—dije medio riendo—. Pues han acertado te queda genial, estás muy guapo.
—Gracias.
—Tú llevas todo el día muy guapa.
Te queda muy bien el rojo—dijo y entendí que hablaba de mis labios, porque además de que no paraba de fijar su mirada en ellos, iba vestida de negro.—Gracias.
Oye te lo digo para que luego no te coja de sorpresa.
En el pub, seguramente me encuentre a alguna amiga, porque solemos ir mucho.—Candela yo...—Lo noté dudoso, inseguro.
—¿Me escuchas primero y después protestas?
—Vale, perdón—dijo sonriendo y agachando su cabeza en señal de rendición.
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Candela
RomanceAlejandro, El Loco, ha sido puesto en libertad después de 12 años en prisión por un error. Candela, nuestra protagonista y estudiante de periodismo, está dispuesta a poner en marcha un plan para demostrar quién es el verdadero asesino de Fernando Ga...