Creí estar soñando aunque estaba despierta.
Por un momento intenté fundirme en el colchónAl abrir los ojos no me podía mover, estaba inmóvil.
Me quedé como 2 minutos mirando el techo blanco de mi habitación.
Pulcro.
Aunque tenía las persianas bajadas la luz se filtraba por los pequeños agujeros de estas.—Candela—la voz de mi madre al otro lado de la puerta me hizo regresar a donde estaba, a la realidad.
La puerta de mi habitación se abrió.—Candela, me llevo a tu abuela al bar—se paró un momento como observándome con cara de rareza, ojos encogidos—. ¿Qué haces acostada con las horas que son?.
—Ya voy mamá
—Tú estás muy rara en Candela.
Llevas 2 días sin salir y acostada ¿Estás mala?—preguntó y yo solo negué con la cabeza, mala de enferma, pues no, no lo estaba—. Vístete y baja a merendar con nosotros anda.—Ahora voy mamá—le dije sentándome en la cama.
—Venga, te espero en el bar.
No tenía ninguna gana de bajar, más bien, no tenía ganas de salir de la cama, pero no quería preocupar al personal.
Me metí en la ducha apática.
Pues sí.
Dos días escondida en mi habitación.Me había asustado, si mi perseguidor tenía como objetivo asustarme, lo había conseguido.
El agua que me caía por encima de la cabeza, parecía ir borrando cada uno de mis pensamientos.
Por unos segundos y por primera vez en mi vida mi cabeza se había quedado en blanco.Me coloqué una ropa bastante básica.
Abrí el ropero y tiré de un par de prendas sin importarme mucho cuales eran.El resultado fue un vaquero negro de talle alto y una camiseta básica, negra, no le di importancia al color hasta que al entrar por la puerta del bar me dijo mi madre. "Que negra vienes, qué vas a dejar para cuando yo me muera".
Creo que me había vestido inconscientemente de negro, porque me sentía oscura.
El tema, no había mejorado mucho y en mi cabeza era incluso más complicado.
Al ir descendiendo por la escalera se me hizo un nudo en la barriga.
Y el pum pum de mi pecho iba al galope.Abrí la puerta comunitaria que da a la calle, me quedé parada en el umbral, observé la calle.
Gente, transeúntes, en los bancos de madera que había repartidos por la acera, lo mismo de siempre.
Un "hola Candela" de mi vecino Paco, fue el que me hizo moverme.
Tenía que dejarle paso y al poner un solo pie en la calle.
Todo en mi se aceleró.Había un grupo de chicos jóvenes en uno de los bancos, conocidos, solían estar ahí casi todas las tardes, entre ellos Lucas, el nuevo novio de Raquel.
Me miró y sonrió como si fuese un gesto inconsciente de saludo.Me paré y di marcha atrás.
—Lucas—le llamé y Lucas se acercó sin que yo tuviese que llegar hasta el banco.
Me fijé en él.
Por primera vez me fijaba en cada detalle.
No muy moreno, más bien piel blanca y pecosa, el pelo estaba algo rizado, tenía unos ojos entre verdes y marrones, no sabría explicar el color, llevaba pinta de pandillero, pantalones anchos cordón de oro al cuello, reloj dorado...—Tú eres Candela ¿no?
—Sí, soy amiga de Raquel
—Lo sé—dijo metiendo sus manos en los bolsillos, su actitud me pareció altiva, o mejor dicho su postura, porque aunque el cuerpo estaba en pose de paz, su mirada se endureció y levanto un poco la cabeza, como estirando el cuello.
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Candela
RomanceAlejandro, El Loco, ha sido puesto en libertad después de 12 años en prisión por un error. Candela, nuestra protagonista y estudiante de periodismo, está dispuesta a poner en marcha un plan para demostrar quién es el verdadero asesino de Fernando Ga...