Me había llevado la noche entera dándole vueltas a lo que me había sucedido con Juan.
Lo que sentía era algo indescriptible.
Me sentía tan idiota, tan... creo que la sensación de haber sido engañada es sin duda la más dolorosa que se puede sufrir a manos de un amigo, era como tener un pellizco en el interior que no me dejaba pensar en nada más.Me había esforzado en intentar que nada cambiara en nosotros, seguir saliendo, estudiando, charlando, todo sin que nos afectara el haber compartido cama.
Incluso me daba igual si había algo de verdad o no en sus besos, para eso ya estaba preparada.
Para lo que no estaba preparada era para saber que las notas anónimas eran de él. Era demasiado rastrero para que aquella idea cupiera en mi cabeza y sin embargo había sido como tejer una tela de araña.
De repente enlacé todas las pistas que lo llevaban a él.Llegar a mi buzón sin pasar por correo ordinario.
Saber si sigo o no investigando.
Preguntarme justo el día clave, cuando recibí la primera carta, sí tenía algo importante que contar.
Incluso el día que llegué a su casa y estaba tan raro, no me dejó pasar sin más a su habitación, tal vez estaba preparando una de las notas.Si me ponía a analizarlo en los puntos concretos en los que me había ayudado, lo había hecho con pesar e intentando que dejase el tema al menos aparcado.
Aquella mañana no fui a la universidad, no me apetecía absolutamente nada encontrármelo y como era viernes pensé que al menos podía evitarle hasta el lunes.
Así que cuando me levanté con la cabeza atolondrada, los ojos pesados y la angustia en el cuerpo, mi abuela estaba desayunando en la mesa del salón.—Candela mi alma ¿qué haces aquí?
—Vivo aquí abuela
—¡Niña!, que tu abuela será vieja no tonta.
Me senté junto a ella y aguanté las ganas de llorar, pero claro...
Mi abuela me vio los ojos.—Tu pelo está muy enmarañado mi alma, pero tu abuela sabe peinarlo.
—No es ná abuela.
Solo que no me esperaba algo de alguien y ya está.
No tiene más importancia.—Importancia tiene la que tú le des.
Gente hay mucha.
Unos vienen, otros van...
Cada uno tiene una misión dentro de tu vida.
Tú tienes que elegir que misión tiene en la tuya, si la de enseñarte, la de hundirte o acompañarte, y por la cara que tienes, parece que sí es importante.Le sonreí con la boca apretada por condescencia, no quería mentirle, pero tampoco preocuparla.
Y Juan, ahora mismo ocupaba la misión de hundirme.—Voy a echarme un café —respondí porque estaba notando que mi alma se arrugada un poquito más a causa de las certeras palabras de mi abuela y podía terminar llorando.
Y llorar no era una opción.
Aquella mañana decidí volver a casa de Carmen, no iba a ir a clase, necesitaba despejar mi mente y no pensar en Juan y además tenía que conseguir hablar con ella, sí o sí.
Obvio que no me abrió, había escuchado pasos acercándose a la puerta, pero nada más.
me senté en la escalera, en algún momento tenía que salir y yo no tenía nada mejor que hacer en ese momento.Conté los 16 peldaños que había en la tercera planta de aquellas escaleras como mil veces, estuve hablando por whattsap un rato con Lola, de tonterías sin importancia por distraerme un rato.
Casi me di por vencida, pero escuche la voz de Carmen cerca de la puerta, me acerqué y pegué el oído, no escuché nada, nada entendible, pero sí estaba allí cerca de la puerta escuché las llaves y corrí a la escalera, porque si me pillaba allí en la misma puerta, solo tendría que cerrar para no tenerme delante.
Así que la esperé en la escalera de la segunda planta.
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Candela
RomanceAlejandro, El Loco, ha sido puesto en libertad después de 12 años en prisión por un error. Candela, nuestra protagonista y estudiante de periodismo, está dispuesta a poner en marcha un plan para demostrar quién es el verdadero asesino de Fernando Ga...