¿Cuanto tiempo debia estar ahí?
Zen oh sama no se lo dijo. Tiempo a solas con él mismo era una experiencia bastante aburrida,mas si algo caracterizaba a Daishinkan era la paciencia. Tenía kilos,toneladas de paciencia por lo que sobrellevo bien esas horas de absoluta soledad,las que se vieron interrumpidas por la entrada,al lugar,de un hombre joven,bien vestido y con una postura que delataba algún tipo de autoridad. Lo saludo muy cordialmente y Daishinkan le respondío del mismo modo.-¿es usted empleado de la señorita Sayen?-le pregunto aquel hombre,en una forma que le provocó,al Gran Sacerdote, responder con indiferencia.
-no,soy un amigo que le está haciendo un favor.
-ya veo.
-disculpe,pero ¿podría decirme a quien debo mencionar como visita?
El hombre lo miro con arrogancia.
-a nadie-le dijo el individuo y se paseo por el lugar, mirando los estantes.
Comenzó a tomar algunos libros sin interés alguno y los llevó al mesón. Se llevo unos veinte,pago bastante por ellos sin opinar al respecto y se fue. Dos horas después llegó otro hombre que hizo lo mismo. Se llevo unos quince libros al azar,pago y se fue. Sayen volvió por la tarde, sola,con un semblante muy triste. Cambio el cartel de abierto a cerrado y fue hasta Daishinkan, para saludarlo con una sonrisa amable,pero cansada.
-¿que tal el día?-le pregunto.
-creo que fue bastante fructífero-le dijo sonriente.
-¿en serio? Bueno ya cerraré caja, para ver las cuentas del día.
-disculpe y la pequeña Rayen ¿donde está?
-con su abuelo-le respondío con pesar.
Sus ojos tenían huellas de lágrimas. Era obvio que algo le sucedía,pero Daishinkan no se animaba a preguntar,sin embargo,tenía que sociabilizar con ella así que termino haciéndolo.
-¿por qué está triste?
Sayen lo quedo mirando algo confundida. Aunque a Daishinkan le dió la impresión de que hace mucho que no le hacían esa pregunta.
-¿quieres beber algo?-le pregunto Sayen.
La palabra "beber" fue lo que confundió a Daishinkan,pero claro que él no desconocía los licores. La muchacha lo invitó a su departamento y allí le dió un vaso con ron,además de ofrecerle unos bocadillos que él, probó por cortesía. El sabor del ron le resultó algo fuerte,mas lo bebió despacio. Los humanos adultos socializan bebiendo a veces,asi que él no vio algo inapropiado en lo que hacía. Hablaron un poco. Más que hablar Daishinkan,la interrogó sutilmente y descubrió que ella era maestra de arte,que no tenía más parientes que su hija y que esta, estaba enferma. Después de ese punto,ella no hablo más y se dedicó a beberse ese vaso con ron con el que jugueteaba.
-¿quieres salir un rato?- le pregunto.
Él aceptó y juntos terminaron paseando por las casi desiertas calles de la ciudad, cuyo cielo nocturno era cruzado por nubes grises. Daishinkan caminaba con las manos en la espalda,como era su costumbre,mas al pasar frente a una tienda en cuya ventana vio su reflejo,abandono esa postura. Su piel era blanca ahora y su halo no era visible ni a sus propios ojos.Sello su poderes para no usarlos bajo ninguna circunstancia y dejo atrás todo lo que era,su poder,su cargo y su ser para pasar a ser,sólo un hombre joven de baja estatura, nuevo en la ciudad. No tenía pasado o presente,estaba en blanco y curiosamente ella hizo un comentario semejante.
-la vida es un lienzo en blanco-dijo como pensando en voz alto-dime un cosa Dai...si tuvieras que dar tu vida por la de tus hijos ¿lo harías?
Daishinkan la miro. Caminando habían llegado a la playa y la muchacha se sentó en la arena, él se quedó de pie viendo las olas y reflexionando sobre esa pregunta. Solo Zen oh sama podía amenazar la vida de sus hijos ¿seria capaz de desadiarlo por defender a uno de ellos? Nunca se lo había preguntado. Creia ser capaz de convencerlo de cualquier cosa,asi que...
-cualquier padre diría de inmediato que sí-le dijo ella-tú lo has pensado ¿te sientes mal por eso?
Daishinkan no respondío,la miro nada más.
-mi hija morirá-le dijo subitamente-ella nació con un mal sin cura que consume su vida día a día. Ni todo mi amor puede protegerla o salvarla de ese mal. Se la entregue al padre de su padre para que tratara su enfermedad,pero él me la quitó y ahora debo mendigar un día a la semana que me dejen verla...
Daishinkan guardaba absoluto silencio.
-supongo que nada de esto te interesa,lo lamento sólo necesitaba decirle eso a alguien. No puedo quebrarme delante de ella... siempre actuó normalmente,pero esto me supera a veces-dijo y abrazo sus piernas mientras miraba el océano.
Daishinkan no dijo nada. Honestamente los problemas de esa mujer le eran irrelevantes. Podía haberle dicho palabras bellas que la consolaran,pero no le hizo mucho sentido hacer algo como eso,la razón es que él era para ella un extraño al que le contaba sus penas sólo porque no tenía a nadie más a quien contarselas,Sayen no debía esperar de él empatía o algo por el estilo. Si estaba parado a su lado es porque ella lo invitó a caminar y él aceptó,pero eso era todo.
-luces muy bien bajo la luz de la luna-le dijo Sayen.
La luna se asomaba entre un claro de nubes y ella lo miro a través de un cuadrado que formo con sus dedos. La luminosidad y el hecho de que estaba de pie mientras ella estaba sentada, le dieron a Daishinkan un aspecto más alto y más grave.
-te contaré un secreto-le dijo Sayen con una sonrisa traviesa- no se nadar...
Dicho eso se puso de pie y corrió hacia las olas desapareciendo en ellas ante los ojos del Gran Sacerdote, que se quedó ahí de pie. Tras dos o tres minutos se interno en las aguas sin prisa o urgencia para sacar a rastras a la mujer que estaba medio inconciente y en cuanto él la dejo en la arena ella se rio.
-eso fue gratificante-dijo Sayen.
-eso fue bastante irresponsable, por no decir estúpido-le dijo Daishinkan justo cuando ella lo tomaba del brazo para obligarlo a sentarse.
-tal vez,pero necesitaba que alguien me desahogara-le dijo y río divertida mientras Daishinkan levantaba una ceja.
-te dije que la sacaría del agua,me debes un chicloso-le dijo un Zen oh sama al otro.
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Insensible
FanfictionEstá historia comienza con una prueba y termina con un corazón roto. Por orden de los Zen Oh Sama, el Gran Sacerdote debe ir a la Tierra e interactuar con un humano para demostrar no es insensible, pero acaba demostrando algo más.