Sayen. A veces pensaba en ella mientras trabajaba. Pudo irse de una mejor forma,pero hacerlo de ese modo le pareció mejor. Buscaba que ella le guardara algún resentimiento,buscaba mostrarle que él podía lastimarla.
A veces miraba el mar preguntandose cuanto tiempo debia estar en ese mundo,queria volver ¿qué es un año o un milenio en la vida de un ángel? Un parpadeo en la inmensidad del tiempo de su existencia. Un sol nace y muere antes de que ellos siquiera lo adviertan. Una vida mortal es inferior a un segundo. No era el tiempo lo que le preocupaba,sino todo lo que hacía alla en su lugar y todo lo que no hacía.
Los humanos tienen vidas breves,pero tienen más experiencias en ellas de las que él podría tener en cien millones de años. No,él no anhelaba eso como los humanos no anhelaban la vida de un mono por ejemplificar el asunto y es que así era,en comparación,en muchos sentidos la visión que podían llegar a tener los ángeles de los mortales. Los humanos nunca entendería cosas como su moral, sus razones o sus acciones;las jugarían en base a las suyas humanizandolos y reclamando cosas absurdas. Pero claro que los humanos si piensan y si razonan a diferencia de un mono entonces,un mejor ejemplo sería la de un adulto y un niño. Un adulto puede hablar con un niño,
pero difícilmente este llegará a comprender el razonamiento del adulto.Sayen era una niña en comparación a Daishinkan. Hasta los planetas eran bebés en comparación a él y pensar en eso lo hizo sentir cansado aquella mañana que caminaba al astillero.Cansado,pero no físicamente sino cansado en espíritu. Su aspecto era el de un jovencito,pero no era un jovencito y su ánimo estaba cargado de energía,mas no así el resto de su ser. Últimamente hacia demasiada introspectiva.
-¡Dai! ¡Dai!-lo llamaba el jefe de carpinteros,un hombre viejo y de rostro de marino jubilado.
-digame señor-le respondío ya que era su jefe directo.
-hoy vendrán unos chicos de la escuela a ver cómo trabajamos y todas esas cosas. Eres el que mejor habla así que haste cargo por favor-le dijo el hombre.
-así será-le respondío Daishinkan.
Chicos de la escuela. Sólo había una escuela en esa zona y las posibilidades le jugaron a favor aunque él,no lo vio así en un principio,pero tampoco mal. La vio llegar en compañía de unos treinta alumno de unos trece años,que llevaban cuadernos de dibujo. Su maestra llevaba un vestido color violeta y el cabello tomado con una trenza. Se miraron,pero ella pronto aparto los ojos de él.Se concentró en lo que le decía una muchacha a la que le acomodaba el cabello y luego las gafas con esa ternura maternal que poseía.
-buenos días-le dijo el Gran Sacerdote aproximándose a ella- mi nombre es Dai y soy quien los guiará en esta visita. Encantado de conocerla señorita...
-soy la maestra Sayen-le dijo en forma cortante-bien chicos, pongan atención al señor Dai que nos dará una charla respecto a su trabajo.
-si,maestra-le respondieron algunos.
Dai manejaba la palabra muy bien y su sola actitud se ganaba la atención. Con un discurso simple le explicó a los jóvenes todo lo que allí se hacía. Tenía madera de maestro,de abogado, de gerente y muchas cosas que tuvieran que ver con la palabra y las personas. Su aspecto juvenil se ganó la atención de algunas chicas,pero él inmutable y distante no dió pie para ni una sola palabra o comentario fuera de lugar. Sayen se sentó atrás y allí se quedó mirando el mar, perdida en sus pensamientos. De lo que Dai habló no escuchó ni media palabra y cuando él, le hizo una pregunta al respecto su falta de atención quedó en evidencia causando las risas de sus alumnos.Daishinkan también se sonrió divertido,Sayen hizo un gesto semejante a un puchero y miro a otro lado.
La actividad siguió su curso y Sayen, iba hasta atrás de la fila de sus alumnos. Su mirada se posaba en cualquier cosa con tal de no ver a quién iba adelante. Daishinkan podría haberle dicho que ella estaba confundida,pero Sayen no lo estaba y en su certeza es que las palabras en la nota le dolieron aún más. Sayen creció desprovista de amor. Sayen creció como un animalito salvaje puesto en una jaula,pues en los hogares de niños ni siquiera hay consideración. A ella, como a todos,la trataban como un perro al que le lanzaban la comida en la calle y como una más de los perros se peleaba feroz por los alimentos,por un lugar cómodo donde descansar y por proteger su integridad después de una noche en que sus compañeras de habitación abusaron de ella.
Lo mismo les pasó a todas,era como una bienvenida al lugar. Sayen fue hasta su adolescencia como un perro rabioso que ladraba y mordía a cualquiera,
pero fue en esa época que después de recibir una paliza e ir al hospital para ser atendida,que Sayen decidió tomar las riendas de su vida.Se moría de dolor,
pero no la atendían por ser una niña sin hogar,por no tener dinero por ser nadie.-no quiero seguir siendo pobre, no quiero seguir siendo nadie ¡¡no quiero ser invisible!!-grito aquella vez y en su impotencia rompió un ventanal con una piedra.
Y en su afán de no ser pobre, junto a Thala se metieron en problemas al buscar dinero fácil, pero eso le duró poco a ella,pues ese dinero tenía el precio de la intranquilidad. Así que así llegó a estudiar y descubrió tenía talento para pintar.
-póngase el chaleco salvavidas por favor-le dijo Dai dandole la prenda.
La muchacha lo recibió y se lo puso para subir a la lancha que los llevaría de paseo por la costa. Sería un viaje de unos cuarenta minutos y todo iba bien. El hombre que llevaba la lancha les hablaba de naufragios y cosas de mar,pero Sayen iba en otro mundo para no verlo al Gran Sacerdote.Lo sintió ese día cuando lo conoció, cuando pasó corriendo bajo la lluvia y volteo a verlo;una descarga eléctrica que bajo por su espalda y un brinco en el corazón. Tan poderoso fue es especie de presentimiento,que lo llevo a casa para ayudarlo,pero Sayen había decidido ignorar ese sentimiento y con el tiempo,así, moriría. Todo lo que nace muere también el cariño y el amor. Estaba viendo las gaviotas volar cuando una maniobra brusca del capitán la lanzó al agua. El hombre tuvo que virar para evadir a unos sujetos en motos de agua,que por poco impactan con la nave. Sayen se había sacado el chaleco,pues el de una alumna estaba roto y ella le dio el suyo cayendo al mar sin ningún protección.
-¡la maestra no sabe nadar!-grito uno se los chicos y todos se asomaron a buscarla con la mirada.
-¡ahí está!-grito otro.
A unos veinte metros de la lancha,Sayen salió a flote por un momento luego desapareció.
ESTÁS LEYENDO
Insensible
FanfictionEstá historia comienza con una prueba y termina con un corazón roto. Por orden de los Zen Oh Sama, el Gran Sacerdote debe ir a la Tierra e interactuar con un humano para demostrar no es insensible, pero acaba demostrando algo más.