cinco

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Lo comprendió,ella quería ser rescatada. Se lanzó al agua porque contaba con que él, la sacará de ahí ¿por qué supuso que lo haría si apenas si podían decir que se conocían?. Bueno ella lo llevó a su casa sin saber nada de él,quiza sólo esperaba que le devolviera el favor. Por lo que haya sido,ella casi se ahoga y la miro con reprobación,pero Sayen se veía tan tranquila,tan complacida que era difícil permanecer enfadado,ademas él no era de enojarse demasiado.

-hace frío,está mojada-le señaló Daishinkan-volvamos a su casa.

-esta bien-le dijo y la vio levantarse.

En el movimiento que hizo Sayen para ponerse de píe,su espalda quedó al descubierto y eso le permitió a Daishinkan ver una cicatriz a la altura del riñón. La siguió después de eso y en silencio volvieron a casa. Bueno él volvió en silencio porque ella iba cantando y caminado por la orilla de la vereda como una niña pequeña. Hacia frío,pero Sayen no parecía sentirlo,pese a estar empapada. Aunque al llegar al edificio dió un pequeño estornudo.

-a enfermando-le señaló Daishinkan casi como un reproche-no debió meterse al agua a esta ahora y con este clima.

-no pasa nada es sólo un estornudo-le dijo Sayen.

Iban a cruzar la calle cuando algo en el interior de la tienda de libros,llamó la atención de Daishinkan. Le dijo a la muchacha que esperará ahí, donde estaba, y camino hacia el lugar. La puerta estaba cerrada,
pero le basto empujarla en el lugar correcto para ingresar.
Unos segundos después Sayen, escuchó una voz familiar que la llamaba y fue hasta el lugar para ver que pasaba. Hay estaba Dai reteniendo a un chico contra el piso.

-Sayen ayúdame por favor,este chico me atacó y me está partiendo el brazo-le dijo.

-¿lo conoce?-le pregunto Daishinkan y vio la expresión de fastidio en la muchacha.

-para mi mala suerte si...suéltalo Dai,es uno de mis inquilinos.

-pues estaba tomando el dinero recaudado durante el dia-le señalo Dai.

-¡no es cierto! Yo solo buscaba las llaves-dijo el muchacho.

-miente-afirmó Dai.

-¿quien eres tú,chico? Tienes mucha fuerza.

-no es un chico,su nombre es Dai y vivirá aquí desde ahora-le dijo Sayen-suéltalo por favor.

Algo en la mirada de Sayen le dijo que debía dejar ir al ladrón. Que subió la escalera frotándose el brazo que Daishinkan le sujeto.

-su nombre es Thala,vive en el piso de arriba y te creo cuando dices que trataba de tomar el dinero de la caja,pero es que es un esclavo-le dijo Sayen y fue a recuperar el efectivo.

La muchacha le dijo que debería dormir en el sofá de nuevo,pues no tuvo tiempo de ordenar el ático. Daishinkan no opino al respecto sólo la miraba ir y venir por la casa,hasta que se metió al baño para salir de ahí con un camisón algo ceñido a su figura. Al gran sacerdote le recordó el atuendo que usaban unas mujeres en un planeta del universo once,que ya no existía. Ella se despidió de él que se recostó en el sofá a fingir que dormía porque no tenía sueño. Desde allí escuchaba a la mujer dormir tras la cortina de abalorios. Su tranquila respiración parecía un murmullo que le hacía pensar en el motivo por el cual la saco del agua.

No tenía porque hacerlo,si debía interactuar con humano simplemente podía buscar otro y ya, pero se sintio,de alguna, manera obligado a rescatarla. Quizá porque sentía que le debía algo o sólo porque quería hacerlo. Convivir con los humanos era difícil. No estaba muy seguro de porque Sayen dejo ir a Thala,pero se daba una idea bastante precisa y entonces pensaba en esa mujer, que por algún motivo,ayudaba a personas desconocidas y recordaba a los últimos mortales que vio. Los del torneo del poder eran los más cercanos a su vista por así decirlo,pero esos entraban en otra categoría,eran excepcionales. Esa mujer y el chico que trato de robarle eran seres comunes,que por alguna razón le causaban mayor curiosidad. Se levantó y fue a ver a la muchacha dormir un momento,luego salió al balcón para ver el firmamento. Se quedó ahí absorto en sus pensamientos hasta la mañana.

Ese día ella parecía bastante atareada. Preparó un desayuno rápido,se cambio y apenas termino de comer se puso un bolso en el hombro,para luego levantar varios libros y unos royos de papel. Apenas si podía caminar con todo eso y él le abrió la puerta para que pudiera salir,le pregunto a donde iba y ella le dijo que a la escuela.

-es donde trabajo y voy atrasada-le respondío justo cuando se le cayeron la mitad de las cosas que cargaba.

-puedo acompañarla si quiere-le dijo mientras levantaba los papeles del suelo.

-te lo agradecería-le dijo ella con alivio.

Le tocó correr tras ella por las calles y tomar un autobús en que le dijeron a Sayen que "el chico no pagaba",la muchacha se sonrió,pero a él no le hizo gracia el comentario,menos ver violado su espacio personal. Estaba tan apretado abordo de ese vehículo, que ni siquiera podía moverse. Para colmo un sujeto toco inapropiadamente  a la joven y a nadie le importo,por supuesto que le llamó la atención a ese hombre,pero el tipo lo ignoro.

Al fin se bajaron de allí y les tocó correr otra vez.Ahora cuesta arriba,hasta un edificio de dos pisos en el que ella ingreso a prisa. Iba tras ella,sin perderse detalle de lo que había a su alrededor,eso hasta que alguien lo tomo por el brazo.

-¿a donde cree que va jovencito?-le pregunto un hombre gordo-las clases ya iniciaron,deberías estar en el salón y ¿por qué no traes uniforme?

-yo no soy un...

-no importa...a la oficina del director ahora-le dijo el hombre y lo arrastró hacia el lugar señalado sujetandole el brazo.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora