veinticuatro

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Daishinkan no fue por ella,se dio la vuelta y tomo el timón, mientras el capitán se lanzaba al agua. Miraba de reojo a ver si la sacaban,pero nada. Los minutos pasaban y de Sayen no había una sola señal. Por la radio se notificó el incidente y pronto una patrulla de la guardia costera se unió a la búsqueda,pero a la maestra no la encontraban. Llevaron a los chicos al muelle, donde estaba la policía y una ambulancia. Los minutos se hicieron una horas y pronto se declaró que estaban buscando un cadáver.

Daishinkan tuvo que dar declaración a la policía y cuando descubrieron que uno de los chalecos estaba roto se armó un gran lío,pues aquello fue una gran negligencia de parte de ambos. Tanto como del Gran Sacerdote como del capitán y el primero se preguntaba cómo no lo noto. Bueno él, sólo le dio una a Sayen y no se fijo en los demás. La noche cayó y se revisó las playas cercanas en busca del cuerpo,pero no había ninguna noticia de la muchacha. Todos decían que estaba muerta. La prensa local llegó y con ella algunos curiosos.

...
-¿por qué no fue a salvarla?-le pregunto un Zen oh sama al otro.

-no sé...podía hacerlo,sólo no quiso-le dijo el otro.

-esto no está bien-señalo el primero.

-creo que aún no logra "eso"-le dijo el segundo.

-es que pasó hace demasiado tiempo-le dijo el primero-de seguro ya se le olvidó.

-es posible,pero la muchacha murió y eso está mal ¿cierto?-dijo el segundo.

-no estoy seguro,pero mortales hay muchos-le respondió el primero-que se busque otra y ya.

-pero es que si la cambia así de rápido es porque no logro nada -dijo el segundo.

-si hubiera pasado la hubiera salvado si-dijo el primero.

-si tienes razón-dijo el segundo.
...

Daishinkan había salido a navegar algunas veces,para probar los botes,así que conocía la zona más o menos y recordó que el jefe de carpinteros le habló de unas cuevas que se inundaban con la marea alta del otro lado del cabo. En aquellas playas las corrientes marinas eran fuertes y arrastraban todo hacia el oeste,así que había una posibilidad de que el cuerpo de la muchacha hubiera sido arrastrado hacia las cuevas. Quizo darle su teoría a los oficiales,pero no lo escucharon así que hablo con el jefe de carpinteros y este,que le tenía bastante aprecio a Daishinkan,lo apoyo. Juntos salieron en un bote a revisas la aquella zona.

Sayen no sabía nadar así que simplemente se hundió en el mar y la atrapó una corriente. Cuando abrió los ojos estaba en un suelo duro,áspero y filoso. Se levantó despacio y se encontró en un espacio de unos dos metros cuadrados entre dos escarpados muros de piedra. Tal como lo supuso Daishinkan,la muchacha estaba en las cuevas,pero no dentro si no entre ellas;en un lugar que no era visible desde el mar. Aquel sitio era conocido como el refugio de los enamorados,pues antes de un gran terremoto había allí una isla diminuta donde las parejas escapaban para estar solas,pero la historia original era menos bonita. Los piratas abandonaban allí a los cobardes o traidores a su muerte dejándolos encadenados a unas argollas incrustadas en las rocas. Aún estaban ahí esos grandes aros de hierro. Anochecia y hacia frío, estaba empapada,descalza; desorientada. Así gritara hasta perder la voz,el sonido de las olas no permitiría que la escucharan. La marea subía y acorralada allí, terminaría por ahogarse y tenía un brazo lastimado.

-¿por qué no sólo me matas?-preguntó mirando al cielo con reclamó.

Se sentó allí un momento abrazándo sus piernas. Temblaba de frío y no sabía cómo salir de ahí,sintió que iba a morir;pero entonces miro la argolla por encima de su cabeza. Se puso de pie y estiro las manos tratando de alcanzarla,pero no lo logró y apoyar el pie en las piedras filosas era algo bastante doloroso. Se desgarro el vestido y se envolvió los pies en los trozos de tela para treparse hasta alcanzar aquel aro,se sujeto de el y logro subir un buen tramo, después usando ese mismo objeto se trepó más arriba.

La muchacha podía estar muerta y sentía un pequeño malestar respecto a eso. Pudo salvarla, pero escogió no hacerlo porque entonces volvería a crear un lazo con ella y eso sería problemático. Esa mujer tenía que hacer su vida y en esa vida no incluirlo a él. Arrepentido,una palabra común entre los mortales,pero no entre dioses o ángeles,menos común para Daishinkan,mas en esos momentos estaba experimentado algo similar.

-la visibilidad no es buena,Dai-le dijo el jefe de carpinteros-es mejor volver.

-entiendo-le respondió el Gran Sacerdote, justo cuando sobre una roca se paraba la figura de una mujer.

Sayen veía el bote y alzó los brazos para llamarlo,mas  la exaltación del momento le jugo mal y resbaló quedando colgada de una saliente. Daishinkan suspiro profundamente como si tuviera que hacer algo muy pesado y se arrojó al agua con un chaleco salvavidas en la mano. No le costó mucho alcanzar la roca y menos treparse a ella para luego tomar la mano de la joven y levantarla, como si ella fuera una muñeca. La sostuvo en vilo un momento ante la sorpresa de Sayen,que para empezar no sabia que hacía él ahí y menos como podía levantarla de esa forma,sin hacer ningún esfuerzo.

-buenas noches-le dijo-me alegra encontrarla en tan buen estado.

Ella no respondió y él la tomo  por la cintura para que lograra apoyar los pies en la roca sin resbalar.Así Sayen,quedó sentada allí,a los pies de ese sujeto que por su postura tan erguida sobre esa roca parecía un faro.

-póngase esto por favor-le dijo el Gran Sacerdote, dándole el chaleco.

-úsalo tú-le respondió Sayen abrazándo sus piernas.

-no sea terca y póngase esto por favor-le insistió Daishinkan.

De mala gana se puso el chaleco y se quedó allí. Temblaba de frío; los dedos de sus pies como los de sus manos se estaban poniendo morados,la mandíbula le temblaba mientras trataba de evitar que el calor de su cuerpo no escapara. Era obvio que estaba experimentado la hipotermia y si seguía así, moriría antes de que llegaran a rescatarlos. Se arrodilló junto a ella y la llevó hacia él, para brindarle calor.

-un cuerpo vivo transmite calor mejor que cualquier máquina inventada con ese propósito-le dijo Daishinkan-lamento que mi cuerpo sea... pequeño y no pueda ampararla de mejor forma...

Sayen se quedó quieta allí,cerro los ojos,mas él empezó a hablarle para que no se durmiera.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora