veintiséis

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La vio detenerse en una casa, al pie de una cuesta. Abrió una pequeña puerta metálica y subió una escalera se diez peldaños hasta una linda puerta de madera pintada de verde. Daishinkan le sonrió justo cuando ella,cerraba la puerta y ele respondío con un portazo que se escuchó del otro lado de la calle.

-empiezo a pensar que el hombre del taxi tiene razón-se dijo y siguió su camino.

Sayen lo miro por la ventana alejarse por la acera,luego volvió la vista a la sala. Era una casa muy pequeña. En el primer piso estaba la sala una pequeña cocina y el comedor. Arriba una amplio dormitorio y el baño. Adelante un pequeño jardín y en la parte posterior otro algo más amplio. Al costado de la casa había una habitación pequeña que ella acondiciono como tienda,para cuando ya no pudiera salir a trabajar y ese momento había llegado. Su salud estaba muy mal,asi no podía dar clases de modo que era mejor presentar su renuncia. Había vendido el edificio que heredó para comprar esa casa que se adaptaba más a su condición actual y la buscó cerca de la playa,para disfrutar del mar cuanto pudiera. El dinero sobrante lo guardo en el banco, para los días venideros y todo lo pensó para pasar los días que le quedaban de vida en relativa paz y sobretodo para poder valerse por sí misma. Siempre se valió por si misma. 

Subió al baño y se metió en la tina,al salir de ella se encontró desnuda frente al espejo y contemplo las marcas de aquella noche. Eluney fue a verla,era tarde y estaba borracho. Ella no lo dejo entrar,pero él incistio un rato luego fingió irse,mas entró por la ventana de la tienda y fue a buscarla,le decía que sólo quería hablar. Le pedía perdón por lo que hizo,le decía que la amaba;más cuando ella intento llamar a la policía él,no reacciono bien y pasó lo que pasó. Aún sentía su aliento a licor  y cigarro mezclados con el perfume de hombre rico que siempre usaba.En las noches sentia sus manos sobre ella y despertaba aterrada. Lloraba a veces en otras ocasiones sólo se desvelaba recordando la manera en que Eluney le pedía perdón por la mañana y como ella le arranco el ojo con la pluma. Claro que después de eso le dió una paliza y le tiró dos muelas además de dejarle varios hematomas. Lo denuncio,pero él era abogado y estaba el antecedente de que le quitó a su hija;en resumen ella fue cuestionada severamente y al fin término por mandar todo al diablo. Al fin que la audiencia se realizaría en seis meses y para entonces ella, ya no estaría en este mundo.

¿Sayen creía en dios? No,para ella no había dios o ángeles y si los había eran unos hijos de puta que no se interesaban en los mortales. A veces pintaba ángeles y les dibujaba rostros de niños porque sin duda debían ser insensibles como ellos. De los niños se dice son crueles y es verdad,en cierto modo, No entienden las emociones por lo que no saben de tacto o eso pensaba Sayen a si mismo sucede con las personas demasiado dispersas,como alguien que ella conocía.

Miraba su cuerpo desnudo con las huellas casi extintas de los golpe y camino así hasta ese espacio donde tenía sus pinturas. Tomo una paleta y un pincel para ir al espejo junto al ropero. Se miro y comenzó a pintar sobre su piel. Partió por su vientre donde hizo una semilla bajo la tierra,subió hasta sus pechos para convertirlos en dos manantiales e hizo de su garganta una cascada para cubrir su rostro con una máscara. Sus piernas y brazos; todo lo que de ella pudo pintar lo hizo con cuidado. Al terminar se quedó parada frente al espejo y con media sonrisa se fue hacia el baño,lleno la tina y se metió dentro. El agua se pintó de arcoiris y ella se sonrió con agrado. Los malos ratos,como su tristeza por dejar se ser maestra se fueron. Si,ella sabía animarse y consolarse sola. Le hubiera gustado tener con ella a alguien que la ayudará con eso,pero no lo necesito antes y tampoco ahora.

Por la mañana fue a presentar su renuncia y luego camino por las calles. Era el día en que pasaba el camión de la basura y eso era bueno porque Sayen,que encontraba cosas interesantes. Había tomado la costumbre de tomar objetos rotos que la gente tiraba,llevarlos a casa y repararlos para luego venderlos en su tienda. Ese día encontró varios libros,un reloj, una casa se muñecas de madera, un viejo joyero y una muñeca de trapo con un osito de peluche. El que le consiguió Daishinkan lo tiró a la basura. Estaba feliz con lo que llevaba hasta que se encontró con Daishinkan. Estaba parado fuera de la puerta de su casa y lo miro como a su peor enemigo. Realmente no lo quería cerca de ninguna forma.

-buenas tardes-le dijo Dai,pero ella no respondío.

Sayen entro en su casa con prisa y salió un momento después con un trozo de papel en la mano que le dió al Gran Sacerdote.

-ten,es un cheque pon ahí el precio de la ropa que compraste y déjame en paz-le dijo para volver a su casa.

A Daishinkan de nada le servía un cheque,pero lo guardo en su bolsillo.

-supongo que la lastime bastante y aunque ese era el objetivo...-se dijo y miro esa pequeña casa.

Daishinkan se sentía como un pez hablando con una gaviota. Tenían en común el mar,pero no se entendían. Bueno si él le explicaría que y quien era él,ella entendería muchas cosas,pero al verse obligado a verse como un humano,pues...¡pues ahí estaba la solución! Si seguía abordando las cosas desde su lógica,moral y raza tardaría demasiado en llegar a ella. Debía actuar un poco más humano. Se quedó parado allí meditando mientras ella, lo miraba por la ventana. Queria que se fuera, realmente no lo quería serca.

Nunca creyó en el amor a primera vista,pero cuando lo vio algo muy dentro de ella se agito. No tenía que ver con el aspecto, fue algo muy en su interior que se estremeció y le dió un presentimiento o algo parecido,pero ya no era así. No es que dejara de sentir cosas por él,sólo que nunca mendigo absolutamente nada.

Un par de horas después alguien toco a la puerta y fue abrir para encontrarse con Daishinkan. Por poco le cierra la puerta en la cara,pero él lo impidió.

-usted y yo tenemos que hablar-le dijo Daishinkan-por favor, escúchame...

-nada de lo que digas me interesa-le respondío Sayen y logro cerrar la puerta apoyando su espalda contra ella.

-quiero disculparme-le dijo Daishinkan.

Sayen casi da un grito cuando lo vio a su costado.

-¡¿como entrast...?! ¡sal de aquí!

-por favor sólo le tomará un momento.

-¡fuera!-le grito la muchacha-bien quédate ¡yo me voy!-le dijo e intentó salir,pero una bocanada de sangre cayó sobre las baldosas y un segundo después se desplomó sobre el piso.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora