La comida humana cambiaba de sabor según quien la preparaba o eso le parecía a Daishinkan. La comida de Sayen era buena. Dejaba un calor suave en la lengua y formaba pequeños fuegos a su paso entibiando su interior. Disfrutó esa comida sencilla,apartada de los elaborados y exóticos platos que él probaba allá en lo alto,pero que era más satisfactoria que todas esas.Sayen estaba de buen ánimo,pero cansada. Su rostro delata la fatiga de su cuerpo y mientras hablaban en la sala se durmió. No le quedaba mucho tiempo,de eso estaba seguro. La muchacha era ligera y de estatura media, llevarla a la cama no fue difícil. Tenía que descansar en un lugar cómodo y el sofá no lo era. Hacia un poco de frío así que la cubrió con un par de mantas y se sentó a su lado viendo la ventana a medio cubrir por las cortinas azuladas.
Él nunca inclinaba la balanza. Él nunca intervenía así la destrucción de seis universos fuera inminente;así la de ocho fuera inminente. Los "SI o NO" no eran parte de su vocabulario,ni el negro ni el blanco. Era una postura cómoda la mayoría del tiempo. Le permitía controlar todo y no cargar la culpa o responsabilidad de nada,pues él sólo hacia la voluntad de Zen oh sama, pero tan así no era.Estaba ahí por ellos de hecho ¿por qué lo permitió? Nunca se respondió esa pregunta,él podría haber evadido todo ese asunto con tacto y discreción;pero en lugar de eso aceptó todo,incluso suprimir sus propios poderes. ¿por qué? El era Daishinkan no tenía que demostrar nada. Si él decía que tenía sentimientos ellos le debían creer,porque así era siempre. A cualquier cuestionamiento él, se enfrentaba con poderosos argumentos que volvían polvo la ofensiva verbal de los reyes de todo o cualquier otro ser. Entonces ¿por qué?
Era más poderoso que todos los dioses juntos,ni los doce ángeles en funciones,atacandolo todos a la vez,lo derrotarian. Hacia su voluntad desde la sombra de Zen oh sama,pero estaba solo. Solo y aburrido a más no poder. Salir del templo de Zen oh sama fue un respiro liberador y encontrarse con Sayen fue un mundo nuevo que explorar. Ella lo llevó de paseo por muchas emociones adormecidas. Le brindaba momentos tan tranquilos y agradables que hasta llegó a quedar totalmente vulnerable en su presencia,sin temor o vergüenza. No tenía que impresionar a Sayen,ni darle algo para que ella le sonríera con cariño y la limpia gratitud, que se aparta de la única relación que él conocía:la de amo y sirviente. Porque ni su paternidad la había vivido,porque ni él mismo se vivía. A fin de cuentas era sólo un sirviente más y estaba bien. Era un labor importantísimo,pero extenuante y minimizante.¡Qué cansado se sentía Daishinkan! ¡que cansado y que solo! Su vida era tan monótona que él mismo se hizo aburrido. Aburrido para los Zen oh sama y por eso lo enviaron a la tierra. Se sonrió con desdén por lo descubierto y por él mismo. Hace mucho hicieron algo parecido sólo para volverlo un poco menos serio y en aquel entonces,ese ser con el que entró en contacto sufrió mucho.Él no y hasta lo olvidó, pero ahora era diferente...y estaba algo asustado porque aquello sería algo totalmente nuevo para él. Nuevo y doloroso.
Alguna vez sintió la congoja de imaginar a sus hijos ser borrados,pero eso fue sólo algo que imagino y de hecho fue algo que consideró gracias a Sayen, mas lo que estaba por suceder sería real y estaba sintiendo una especie de tormenta dentro de él.
Los humanos mueren. Lo hacen todos los días a cada instante, ahora mismo alguien está muriendo. Es natural para nosotros,pero Daishinkan era un ser que no conocía la muerte como nosotros y si bien comprendía aquello.También sabía todo lo que venía después, de alguna forma, no podía evitar sentirse acongojado. Pobre Sayen,tan joven y tan difícil le fue la vida. Que enorme soledad y cuánta falta de amor. Una flor que creció en medio del pantano y que nadie saco de allí,sólo se detuvieron a verla e intentar cortarla. Es que los humanos son tan insensibles.
-¿qué estás haciendo?-le pregunto Sayen subitamente.
Daishinkan apartó la vista de la ventana y la miro con una sonrisa gentil auténtica.
-¿qué estás haciendo aquí?-le pregunto nuevamente.
-nada realmente... sólo pensaba-le dijo el Gran Sacerdote.
-¿en qué?-le pregunto Sayen sentándose en la cama.
-en... ángeles-dijo en voz baja y encogiéndose de hombros.
-mi madre me hablaba de ángeles-comento la muchacha.
-¿si? ¿y que le decía de ellos?
-que eran unos hijos de puta que no hacían nada bueno por nadie-le respondío-lo siento ella se expresaba así... siempre se lamentaba diciendo que esos seres sólo veían a los humanos y apenas si eran capaces de susurrar. Decía: "nos aconsejan en el oído,pero y ¿qué hacen cuando alguien nos daña? ¿qué hacen cuando somos maltratados por otros? ¿cuando no hacemos mal y somos víctimas? ¿que hacen? Te diré que hacen ¡nada! No creas en ángeles Sayen. Cree que puedes salir tú sola de esta mierda.." luego se bebía media botella de vino. Pero cuando mamá no estaba y yo me quedaba horas sola en casa con hambre y frío. Miraba al cielo esperando que los ángeles aparecerán. Rogaba por que uno apareciera y no para rescatarme sino para saber que había algo mejor,algo bueno...algo que la maldad humana no pudiera alcanzar...nunca ví uno claro esta y con el tiempo me dije :"Sayen, los ángeles no existen",pero siempre termino pintandolos-le dijo y se sonrió divertida.
Daishinkan se sonrió también. No podía decirle quien era él.
-¿y tú Dai? ¿creias algo de niño?-le pregunto.
-nada como eso-le dijo divertido.
-ah bueno...¿y deseas algo ahora? ¿algo especial?
-es posible,pero es un secreto.
Sayen hizo un puchero.
-bueno yo tengo un deseó,pero no se si se vaya a cumplir-le dijo.
-¿qué es?
-es algo egoísta.
-dígame ¿de que se trata?
-los humanos somos seres muy particulares...a veces tenemos presentimientos e incluso premoniciones-le dijo Sayen.
Daishinkan entendio esas palabras. No sabía que decir,sus declaraciones siempre eran tan frías y sonaban tan insensibles.
-no quiero estar sola está noche-le dijo-quiero que ¿te quedes conmigo por favor?
Se quedó. La verdad es que no pensaba irse,pero no imagino terminar recostado a su lado sosteniendo esa mano morena entre las suyas.
-no te duermas antes que yo-le dijo Sayen.
-no lo haré.
-júralo.
-lo juro,no me dormiré antes de usted.
-Dai ¿alguna vez has pensado en que te gustaría ver antes de morir?
-no.
-yo si...
-¿qué es?
Sayen se sonrió y cerro los ojos aferrada a la mano de Dai y viéndolo con una expresión de calma se durmió.No,ya no quedaba mucho para ella,pero no sería esa noche,mas él se quedó a su lado hasta que la vio abrir sus oscuros ojos en la mañana.
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Insensible
FanfictionEstá historia comienza con una prueba y termina con un corazón roto. Por orden de los Zen Oh Sama, el Gran Sacerdote debe ir a la Tierra e interactuar con un humano para demostrar no es insensible, pero acaba demostrando algo más.