diecinueve

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-No la recuerdo-articulo Sayen después de un tiempo-no la recuerdo y me duele más no recordarla que saber que se ha ido para siempre.Ayúdame,por favor ayúdame...te lo ruego... ayúdame.

El rostro de Sayen estaba empapado en lágrimas y sus ojos suplicantes,adquirieron un dramatismo conmovedor y dulce a la vez. Pero no fue eso lo que dejó a Daishinkan viéndola con una expresión particularmente sensible."Ayúdame" le dijo ella y era esa la primera vez que un ser, de entre todos los seres de los doce universos le solicitaba ayuda,no para reparar algún mal causado o para que intercediera ante los Zen oh sama,sino porque simplemente no era capaz de lidiar con su propio ser deshecho,pero más importante que eso,porque confiaba en él. Sayen confiaba en Daishinkan o Dai,como ella lo llamaba.  

-haré lo que pueda-le dijo y le seco las lágrimas con los dedos.

Se sentía extraño humedecerse la piel,con las lágrimas de una persona,pero no le disgusto la sensación.

-es tarde,descanse un poco-le dijo y le dió la mano para ponerla de pie.

La muchacha término sentada en la cama y luego gateo hasta alcanzar las almohadas.Abrazo una de ellas y se quedó allí. Daishinkan le cubrió las piernas con una manta y luego se sentó a su lado. A veces los Zen oh sama le pedían que hiciera algo semejante,pero ahora era diferente porque lo hacía por su voluntad. 

-ella está ahí,no la olvidado-le dijo Daishinkan-sucede que no la recuerda y eso se puede remediar.

Sayen acercó su mano a Daishinkan y él la tomó;así se durmió. El Gran Sacerdote,la veía dormir tranquilamente. Era la primera noche en que Sayen, descansaba sin interrupciones. Durmió hasta la mañana bajo el cuidado del más poderoso de los ángeles. Literalmente estaba en el sitio más seguro de la existencia, pero ni Daishinkan,le podía borrar el dolor de un momento a otro o tal vez si,pero seguiría como un fantasma dentro de su alma y corazón.

El Gran Sacerdote,la veía tan desolada y dolorida por la muerte de su hija,que por primera vez se sintió feliz de que todos los suyos vivieran. Es difícil para un ser tan poderoso, con una prole capaz de vencer a más de un dios de la destrucción,
sentir que su familia podía,un día,morir o desaparecer. Por eso el temor a perderlos no existía,
mas ahora experimentaba ese inseguridad con gratitud.

A la mañana siguiente Sayen despertó temprano y descubrió a Daishinkan,aparentemente dormido en una posición bastante incómoda. Tenía una ternura infantil así de tranquilo y con los ojos cerrados,sin esa postura de gran señor y su mirada arrogante,le pareció encantador. Lo tomo por los hombros y lo recostó sobre las almohadas,para luego cubrirlo con una manta. No estaba dormido,así que percibió lo que ella había. La mano de Sayen en su frente y en su cabello,no se movió; regresó a sus pensamientos.

A media mañana sonó el teléfono de la casa,pero Sayen estaba en el baño de modo que el Gran Sacerdote se levantó y fue a responder. Fue una llamada breve y para cuando la muchacha salió del baño, Daishinkan estaba en la cocina bebiendo té. Se quedó mirando a la muchacha,era la primera vez que la veía usando pantalones y eso no sólo acentuaba su figura sino que la hacia ver más alta. Su semblante estaba triste y se peinaba el cabello lentamente.

-Thala llamó-le dijo Daishinkan.

Sayen frunció el ceño.

-no estoy de humor para hablar con él.

-sólo ví a su hija una vez-le dijo Daishinkan-él la conoce a usted y a ella, mejor que yo.Sólo él podría reconstruir,en parte,la memoria de su hija.

-quiere que lo vaya a ver a prisión ¿no es así?

Daishinkan asintió con la cabeza.

Sayen suspiró y se pasó el dorso de la mano por la nariz,al tiempo que sus ojos se humedecian.

-yo...yo no...

-esta bien... piénselo.Imagino que debe ser difícil que un amigo la decepcione de esta forma y me atrevo a decir,no es primer vez que esto sucede-le dijo el gran sacerdote.

-no...él nunca aprende-le dijo Sayen-dice que me quiere,que me cuida y que puedo contar con él, pero nunca está y siempre soy yo quien va a socorrerlo a él...por eso es que nunca...

-nunca a aceptado ser su pareja -dijo Daishinkan y ella lo miro-es obvio la clase de interés que tiene,Thala,en usted.

-si,es obvio-murmuró la muchacha.

Fue Daishinkan quien se encargo  de cocinar ese día,pues Sayen estaba muy triste y decaída,aun así se dio los ánimos para abrir la tienda y atenderla,mas su rostro reflejaba la terrible congoja que sentía. Por la tarde, casi al cerrar la tienda, un hombre apareció y le dejó unas flores de parte de Eluney. La muchacha las tiró a la basura,lo que ella no sabía era que él, estaba observando todo desde un auto del otro lado de la calle.

Eluney era el hermano mayor de Nahuel y se enamoró de Sayen cuando la conoció. Ocurrió cuando ella fue a la casa de sus padres para pedir ayuda,pero resultó que termino quitándole a la niña,por orden de su padre. Eluney era un prestigioso abogado. Para cuando se dio cuenta de que sentía y sobretodo, de lo que había hecho ya se había ganado el resentimiento de Sayen.

Esa tarde la muchacha se sentó en la escalera,que estaba por fuera del edificio y que subía a los departamentos,a contemplar el panorama nada más. No podía evitar derramar algunas lágrimas a veces y para cuando Daishinkan llegó a sentarse a su lado ella estaba medio dormida.

-no es un buen lugar para descansar-le dijo el Gran Sacerdote.

Ella no respondió y se sentó en peldaño más abajo,para apoyar su cabeza en él,en silencio.

-no quería descansar...buscaba recuerdos de mi Rayen-le dijo.

Daishinkan le dió una grulla de papel que había hecho hace poco.

-hay una historia que dice que si hace mil grullas de papel se le cumplirá un deseó-le dijo-¿lo intentamos?

-no,mi deseo es imposible...

-pero no creo que sea el único-le dijo Daishinkan.

-no...No lo es-le dijo ella mirándolo con ternura-¿te han dicho lo grande que eres,Dai?

El Gran Sacerdote, la miro sin entender.

-realmente eres muy grande y eres... eres muy importante para mi -le señaló y le dió un beso en la mejilla.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora