treinta y tres

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Daishinkan abrió los ojos con la luz del sol que se levantaba del océano. Un hilo de saliva le caía de la boca y se lo limpio con el dorso de la mano,pues no tenía  servilleta o pañuelo. Miro el regazo de la muchacha y vio la marca que dejó allí su descuido. Se sintió algo incómodo al ver aquello. Miro a Sayen que dormía en una posición bastante incómoda que le permitió a él, reposar en sus piernas mientras ella se recostó en la arena. Debía estar algo dolorida. La arena era bastante áspera.

La llamó para despertarla y ella se agito en sueños para luego volverse hacia el otro lado balbuceando incoherencias. Aquello le saco una sonrisa divertida al Gran Sacerdote, que se quedo allí sentado viendola dormir un poco más. Fue el canto de las gaviotas lo que la despertó y la hizo quedar sentada en la arena. Era temprano aún y el sol daba caricias nada más,la bruma se había ido y el paisaje limpio le saco sonrisas a Sayen.

-buenos días-le dijo el Gran Sacerdote y ella lo miro con cándida expresa de sorpresa.

-dormimos en la playa y...-dio un pequeño estornudo.

-creo que a enfermado-dijo Daishinkan tranquilo,pero eso no era bueno-vamos a su casa para que se cambie.

Fue insensato dormirse allí con ella. Los doctores le dijeron que Sayen no podía enfermar,menos de un cuadro viral,podía ser muy peligroso.Ahora experimentaba algo de preocupación,sobretodo al verla temblar como una hoja al viento. La ayudo a recostarse en el sofá y le cubrió los pies con una manta,le dió algo caliente, pero no dejaba de temblar.

-no te preocupes,ya pasará-le dijo Sayen-vete al trabajo estaré bien.

-si la dejó sola podría volver a pasar lo del otro día. Me quedaré.

-no,lo hagas-le insistió Sayen,
pero con ternura-por favor...ve al trabajo. Yo estaré bien.

Fue una petición hecha con una intención difícil de definir. Sayen estaba cansada y respiraba con cierta dificultad,mas si ella quería quedarse sola,Daishinkan no iba a insistir. Se fue y pasó el día entero pensando en ella. No eran pensamientos constantes o inquietantes,eran ideas agradables. Como las tazas de café que bebían a veces. Sayen no lo noto,pero cuando dormía en la playa la madre perla se le cayó y el Gran Sacerdote la tomo. La llevó en el bolsillo el día entero y antes de volver a la casa de Sayen, la cambio a su ropa limpia. Era un maníaco de la limpieza y no soportaba que los aromas impregnaran su ropa y las ropas humanas parecían hechas con ese propósito. Se encaminó rápido,pero sin prisa hacia la casa de la muchacha,
ahora con las manos en los costados. Le fue difícil dejar ese hábito de ponerlas en su espalda,
pero lo logró. Así mismo su cabello en ocasiones andaba algo desaliñado a causa del viento del mar y no le importaba.

Al llegar a la casa de la muchacha este vio un automóvil estacionado fuera y escuchó la voz de Sayen gritarle algo a una persona. Las palabras de esa exclamación le dieron al Gran Sacerdote, la certeza de quien estaba dentro. No iba a intervenir a menos que fuera necesario y a los pocos minutos vio salir a Nahuel furioso.

-¡Muérete de una vez! A nadie le importas-le grito mientras bajaba la escalera para salir a la calle.

-a mi me importa-le dijo Daishinkan,que estaba sentado sobre el barandal.

Nahuel lo miro con ira y desprecio; Daishinkan,con su habitual sonrisa.

-el que no le importa a nadie es usted-le dijo el Gran Sacerdote -se de una fuente muy confiable,que ni siquiera conoció a su hija. Se también que sus padre dejaron todo a Rayen y que al morir la pequeña,la herencia iría a sus progenitores,pero al estar sus abuelos con vida y ver que usted es un fracaso de ser humano, decidieron darle todo a Sayen, como una compensación por quitarle a su hija...por eso vino ¿no es así?

Thala le contó todo eso cuando Daishinkan fue a hablar con él al taller. Lo averiguó después de que por un conocido en la policía,que estuvo presente cuando ella hizo la denuncia,se enterara de lo que Eluney le hizo a la muchacha. Averiguando esto es que llegó a lo otro y moviendo unos hilos por aquí y por allá,se encargó de que el hermanito de Nahuel recibiera un buen escarmiento. Daishinkan no aprobó esa conducta de parte de Thala,pero los humanos tienden a actuar de esa forma.

Tal como el Gran Sacerdote, lo dijo. Sayen heredaria una gran fortuna y Nahual quería que Sayen renunciara a ella,mas la muchacha le dijo que era irrelevante. A ella no le quedaba mucho tiempo de vida y todo ese dinero volvería a él. Pero Nahuel quería estará seguro,por eso fue a presionarla. Momento que ella aprovechó para cantarle sus verdades.

La muchacha los veía ahora desde la puerta. Nahuel la miro y se río.

-¿asi que este enano es tu nuevo amante? ¡pero que mal gusto tienes!-le dijo a Sayen-¿quien eres tú para presumir que ella te importa? ¡eres un pobre diablo!

-¿mal gusto? Bueno si estuvo con usted,no lo discuto. Yo diría que mejoró sus estándares-le
Daishinkan con desdén y bajo del barandal para ir con Sayen.

-¡te atreves a..!-le grito el hombre e intento sujetarlo por el hombro.

Ni Nahuel,ni Sayen vieron que pasó exactamente,pero Daishinkan subitamente estaba unos pasos más adelante del hombre haciendo que este perdiera el balance y se estrellara
contra los peldaños de concreto.

-oh pero...¿se encuentra bien? Debería poner más cuidado en donde pisa-le dijo el Gran Sacerdote, mirándolo por encima de su hombro-ahora le voy a pedir que por favor no vuelva a molestar a la dama.

La mirada de Daishinkan se tornó oscura,como una amenaza de muerte. Como si en ese preciso instante hubiera tenido a Nahuel por el cuello con una mano y le hubiera estado hundiendo un cuchillo con la otra. El hombre retrocedió murmurando algo que le revolvió el estómago al Gran Sacerdote,pero lo ignoro después y miro a Sayen con el mismo ánimo de siempre.

-¿como está? ¿se siente mejor?-le pregunto.

-un poco-le dijo ella,se veía cansada-¿quieres cenar conmigo?

-será un placer-le dijo y entró en esa casa.

La muchacha se lavó el rostro en el lavado de la cocina y después se pudo a hacer la cena lentamente, mientras en la sala, Daishinkan miraba la madre perla entre sus manos.

-la quiere...-murmuró Whis.

-es pacífica y alegre...dulce también-añadió Mojito.

Ninguno más hizo comentarios y con rostros apacibles siguieron viendo.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora