doce

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Esperaban un taxi,pues Daishinkan odiaba el autobús, y mientras lo hacían el Gran Sacerdote, era conciente de ese sujeto que los vigilaba. Empezaba a molestarle porque su atención estaba puesta en él.

-olvide comprar algo. Espéreme aquí por favor-le dijo Daishinkan a Sayen.

Camino de vuelta a la tienda y el sujeto que lo vigilaba lo siguió con la mirada,hasta que se le perdió entre la gente. Subitamente aquel muchacho apareció tras él,poniéndole la mano sobre el hombro. Un escalofrío bajo por la espalda del hombre al oír:

-buenas tardes ¿hay algo en que yo pueda ayudarlo? Note que desde hace un rato,me ha estado observando y no es de muy buena educación vigilar a las personas ¿no lo cree?

El hombre discretamente intento sacar el arma en su chaqueta, pero al primer ademán, Daishinkan preciono el hombro del sujeto arrancandole un quejido.

-entregueme eso por favor-le solicitó el Gran Sacerdote y el hombre le dió el arma-el otro objeto también,si es tan amable.

El hombre le dió la cámara fotográfica y el Gran Sacerdote lo dejo escapar,pues Sayen no estaba a su visita. Fue a buscarla y la encontró hablado con un hombre jóven,mas ella no se veía muy cómoda. La llamó por su nombre y la muchacha fue hacia él,mientras le dedicaba una mirada a ese sujeto que era capaz de someter un ejército.

Consiguieron el taxi y volvieron a casa,fue cuando Sayen noto que Daishinkan, traía una cámara fotográfica en las manos y le preguntó porqué compro algo así si ella tenía una. Fue hasta un baúl y volvió con un artefacto  similar,pero que se veía mucho más sofisticado. Ella le enseñó indirectamente a usar la cámara y así Daishinkan, tuvo acceso al contenido. Fotografías de Sayen con él,durante ese paseo y unas previas de ella en la tienda,como también con su hija. Al parecer la venían observando hace tiempo.

Sayen tenía su atención puesta en el osito de peluche y lo sentó en la cama con mucho cuidado. La dejo ahí y con unas de sus nuevas prendas se fue al baño para darse una ducha y cambiarse. En ese mundo tenía la sensación de que casi todo lo ensuciaba y que los aromas se le quedaban impregnados en su cuerpo. Suspiro como quien lo hace tras un largo día de trabajo y luego metió a la tina. La sensación de  ser envuelto por agua tibia era agradable,como también lo era no oír a los Zen oh sama llamándolo para que los divirtiera de alguna forma. "Gran sacerdote" lo llamaban ¿habia otros sacerdotes? "Gran niñero" deberían llamarlo "Gran payaso"
Se sonrió al pensar en eso. No le molestaba su trabajo,tenía grandes ventajas;pero también grandes costos uno de ellos era...
El sonido de la puerta abrirse interrumpió sus reflexiones.

-hola Thala-le dijo Sayen al muchacho al dejarlo entrar.

-¿la hormiga atómica no está por aquí?-le pregunto mirando en el departamento a ver si lo encontraba.

-su nombre es Nahuel y esta en el baño-le dijo Sayen algo molesta.

-¿no que se llamaba Dai?-dijo luego recordó el asunto-digo ¡claro! Nahuel... Ten, te traje estos dulces de mazapan para que me disculpes por tratar de tomar tu dinero el otro día.

Le entregó una bolsa de papel con un movimiento tieso y algo nervioso.

-gracias-le dijo y cerro la puerta.

Thala camino hacia el sofá y se sentó o lo intento porque el cortez saludo de Daishinkan, lo hizo levantarse cual si se hubiera sentado en un cojín de espinas.

-ho...ho-la ¿que tal? Luces bien ¿ropa nueva?

-si, gracias por notarlo.

-Thala trajo dulces de mazapan-le dijo Sayen arrodillandose ante la mesa que estaba frente al sofá para poner un plato con las golosinas-¿qué les parece una taza de té?

-esta bien-dijeron a dúo Thala y Daishinkan.

Sayen se levantó y se fue a la cocina mientras Daishinkan, miraba insistentemente a Thala, quien empezaba a desear que el piso se abriera a sus pies o ese sujeto se quedara ciego subitamente.

-y dime Nahel-dijo esto golpeando sus rodillas con las palmas de sus manos para luego frotarlas-¿que cuentas?

-depende...¿qué le gustaría escuchar?

Thala lo miro. Daishinkan estaba ahí de pie con una leve sonrisa y las manos tras la espalda, en una actitud de gran señor que parecía estar diciendo "soy superior a ti, ni siquiera deberías mirarme a los ojos,insolente" bueno eso pensaba Thala. A Daishinkan no le agradaba Thala y a Thala, Daishinkan le daba desconfianza. El aire entre los dos se cortaba con una una hoja de papel,hasta que el Gran Sacerdote se inclinó para tomar uno de los dulces.

-¡eso no!-exclamó Thala-son los favoritos de Sayen...

Daishinkan apartó la mano y cuando la muchacha volvió con dos tazas de té,pues ella no quería,tomo el dulce que Daishinkan iba a tomar. El Gran Sacerdote,se les quedó viendo a ambos. Se notaba lo bien que se llevaban y lo mucho que se conocían. Se sentó allí en modo fantasma hasta que Sayen lo miro y se movió a su lado para ofrecerle un trozo de pastelito. Era obvio que quería dárselo en la boca y eso fue algo un atento desconcertante. Bueno ella le había dado comida antes en la boca,pero no directamente de sus manos y no es que le diera asco o algo semejante,sólo no comprendía el motivo de una acción como esa. Los humanos daban afecto de formas que involucraban  mucho contacto o cosas no muy lógicas. Pero bueno era parte de su papel así que abrió la boca y comió. El pastelito le dejó algo de polvo de azúcar en los costados de la boca y Sayen tomo la servilleta para limpiarlo. Eso fue también inusual y respondío con palabras adecuadas cargadas de gentilezas.

Thala los miraba y luego de un rato se retiró algo más tranquilo. Una vez que se fue,la muchacha se arrojó a los brazos de quien llamaba Nahel.

-gracias por no tratar a Thala mal esta vez-le dijo la muchacha-se que siempre has sentido celos de él,pero Thala es como un hermano para mi.

-lo sé así que tranquila, no presenciaras algo desagradable otra vez-le dijo Daishinkan entendido esas palabras.

-gracias... realmente estoy feliz de que volvieras a mi-le dijo Sayen-no te volverás a ir ¿o sí?

Daishinkan le peino los cabellos y para evitar la respuesta le dijo:

-hablame de ti,querida...

-pero si ya lo sabes todo-le dijo ella levantándose un poco para verlo a los ojos.

-pero quiero oírlo de tí,una vez más

Ella sonrió y comenzó. Tenía que conocerla para ayudarla y partir , mas de pronto la idea aquella lo angustiaba un poco y no estaba seguro de la razón.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora