dieciséis

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Sayen lo tomo del brazo y lo obligó a caminar por la calle, diciéndole que la acompañara a un lugar que no estaba lejos de allí y bueno,ni siquiera le dió la oportunidad de negarse. Caminaron varios minutos hasta que llegaron a una heladería. La muchacha revisó sus bolsillos y encontró unas monedas que puso sobre el mesón para señalarle al vendedor que el diera algo de una lista colgada en la pared. Un helado con sabor a fruta, de esos con dos palitos que están hechos para partir a la mitad y de hecho eso hizo ella para darle un trozo a Daishinkan,mas no era allí donde quería llegar si no a la playa.

El día estaba soleado así que había muchas personas en el
lugar; demasiadas para el gusto del Gran Sacerdote y todas en atuendos bastante extravagantes, pero los ignoro. La muchacha fue hasta una pequeña cabaña y le dijo a Daishinkan que la espera ahí.Salio a los pocos minutos con un traje de baño y un pareo atado a la cintura. Parecía conocer a la mujer que estaba atendiendo el lugar,pues hablabaron muy amigablemente.

-¿vino a nadar?-le pregunto Daishinkan,cuando ella volvió a su lado.

-no,sólo quería tomar el sol y ver personas...es que me siento algo sola. No es que tu compañía no me gusta o sea suficiente;es que siento que algo me falta-le dijo la muchacha mirando el osito de peluche.

-comprendo-le dijo Daishinkan.

La piel de Sayen era morena. Una piel algo inusual para Daishinkan.Su oscuro cabello negro le cubría la mitad de la espalda y el color se su atuendo era agradable. Se ganó algunas miradas,pero ella estaba pérdidas en sus pensamientos, que parecían estar buscando algo. Se sentó bajo un quitasol que estaba enterrado en la arena, pues era parte de lugar y allí se quedó viendo el océano. Era sin duda para ella un sitio agradable.

-Dai...

-digame...

-¿que hacías alla de donde vienes?-le pregunto mirando el mar.

-digamos que tenía varios deberes-le respondío.

-¿te molesta si me apoyo en tu espalda?

-n...-no alcanzó a decir el monosílabo,cuando la muchacha ya estaba recargada contra él.

Así hablaron de algunas cosas, pero nada muy concreto. Algunos curiosos los miraban y Daishinkan, no veía el motivo de aquella curiosidad que parecían despertar,pero la verdad es que llamaban bastante la atención. Para empezar el aspecto del Gran Sacerdote y su atuendo que en nada tenía que ver con el lugar; era bastante llamativo y la atención sobre él,aumento cuando Sayen término dormida allí.

Parecía ser que el mar la ayudaba con sus emociones. Cuando despertó lo hizo con más ánimo y le dijo que quería volver a casa. Se ponían de pie cuando llegó a su lado un hombre que Daishinkan, reconoció como el subdirector de la escuela donde ella trabajaba. La saludó y comenzó a hablarle respecto a algunas cosas,mas antes de que llegara a cierto punto Daishinkan, le pidió a Sayen si podía conseguir para él, un vaso con agua. En ese lapso aprovechó de explicarle a ese hombre el estado de la muchacha.

-pienso que le haria bien volver a dar clases,al menos unas horas a la semana. Tiene que recuperar su vida-le dijo el hombre.

-opino igual-dijo Daishinkan.

-bien entonces que se presente mañana a la clase de la mañana, puedes acompañarla si quieres. Me alegra saber que Sayen por fin encontro un hombre que la cuide. Ese Thala no me agrada-señalo el hombre.

Daishinkan levantó una ceja. Parecía que en la tierra ver a un hombre y a una mujer juntos era signo de que mantenían una relación romántica. Ignoro eso y se concentró en el otro punto.

-no quiero ser indiscreto,pero ¿por qué se refiere de esa forma a Thala?-le pregunto el gran sacerdote.

-es un buen muchacho,pero se mete en demasiados problemas-le dijo el hombre.

Camino a casa,Daishinkan le comunicó a Sayen que podía volver a la escuela. Las vacaciones habían terminado,  ella pareció muy feliz con el asunto y no hizo comentarios. Llevaban al edificio cuando unos policías sacaban a Thala del lugar para,con las manos esposadas, meterlo en un vehículo. La muchacha salió corriendo hacia él,pero le prohibieron acercarse.

-estaré bien-le dijo el muchacho antes de que se lo llevaran.

Hace unos días habían robado un pequeño banco a unas cuadras, parte del dinero estaba en el departamento de Thala. Eso averiguó Daishinkan. Sayen pareció bastante triste al ver como se llevaban a su amigo,mas no hizo comentarios al respecto. Entró en su casa y se fue a su cama.No quizo comer y el Gran Sacerdote, no le incistio más de la cuenta.

Thala le disgustaba más ahora. La muchacha estaba de buen ánimo,pero gracias a ese desagradable evento,volvía a estar triste.Se durmió un rato. Dormía demasiado,según Daishinkan y eso no era bueno. Según tenía entendido ella, tenía sólo un riñón y eso podía afectar su salud además no estaba comiendo bien.Sayen no podía seguir así y él deseaba volver a su puesto,mas no podía dejarla tan desvalida como estaba,menos ahora que ella estaba,realmente, sin un apoyo.Se estaba preocupando demasiado por ella. Demasiado la verdad y no venía a lugar tal cosa,bueno era su amiga y los amigos se preocupan el uno por el otro, pero para él todo eso le resultaba demasiado ajeno y en ocasiones incómodo.

-Dai...

-digame-le dijo y la miro.

Sayen dormia y lo llamaba en sueños. Algo que no dejo de llamarle la atención al Gran Sacerdote.

-Dai... te qu...-no dijo más y calló.

No,no podía dejarla sola y su preocupación por ella, tenía una índole nueva para él,una que lo hizo recordar y dudar respecto a su conducta;de todo su ser. La miro,la cubrió con una manta y le hizo una caricia de cumplido en el cabello. Sayen,entre sueños, sonrió.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora