ocho

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Sayen se quedó abrazándo a Daishinkan tanto tiempo como él, se lo permitió. Realmente estaba feliz de ver al hombre por el que lo estaba confundiendo,
eso noto el Gran Sacerdote que medio dubitativo se quedó allí,sintiendo la suavidad de esos brazos y ese perfume amoroso. Le era incómodo,pero no como para reaccionar mal ante ese gesto. El dolor a veces transtorna y ella lo estaba.Un estado mental frágil en que no podía culparla por hacer cosas como esa.

-¿por qué no vaz a bañarte?-le dijo con gentileza-yo haré algo de comer...

-pero si tú no sabes cocinar-le dijo Sayen apartándose un poco de él.

-he aprendido-le dijo sonriendo.

-¿si? Que bueno-le dijo y se levantó para ir al baño.

La vio caminar hasta allí y hasta su paso era diferente al de antes.
Desde el punto de vista de Daishinkan era útil que ella lo confundiera con alguien que conocía,pues así Sayen estaba más dispuesta a oírlo. Lo veía ahora, antes ni siquiera eso,pues él era un extraño para ella que no tenía influencia alguna en su persona. Sería difícil socializar con esa mujer ahora,pero al fin que todo era un juego para él y no le dió la importancia pertinente a asumir ese papel.

Hizo algo de comer para la muchacha y para él,no era algo que considerará digno de mérito,fue rápido y sencillo. Vio a Sayen en bata atravesar la cortina de abalorios y perderse detrás de un biombo, para salir de allí con un vestido azul y descalza. Podía verla a través de la cortina peinar sus cabellos con un cepillo,tan ajena al dolor del día anterior que aquello parecía nunca haber sucedido. La mente humana es muy curiosa y poderosa,puede alterar la percepción de la realidad al nivel de crear mundos paralelos en los que las personas, pueden perderse por completo y para siempre. Ella parecía haber sufrido una especie de retroceso.

Sayen lo miro y le sonrió de una forma tan bella que era desconcertante. La llamó a comer y lo hizo muy agusto,parecia realmente felíz,como una niña a la que le han dado su comida favorita. Todo iba bien hasta que Sayen, le acercó la cuchara con yogurt a la boca.

-anda,abre la boca-le dijo la muchacha con una sonrisa dulce y algo coqueta.

Daishinkan la quedo viendo, tomándose todo el tiempo del  mundo para asimilar ese gesto algo atrevido y algo tonto. Él tenía su plato y podia comer solo, además no se le hacía muy higiénico poner en su boca, la cuchara que estuvo en la boca de alguien más,pero claro que sabía que los humanos hacían ese tipo de cosas con sus parejas y cuando ella lo llamó "mi amor" supo que este tal Nahuel,debía haber sido una pareja que Sayen tuvo,por lo que ya que había decidido tomar ese papel,pues debía estar dispuesto a hacer cierto tipo de cosas.Claro está había un límite para todo,mas comer como ella pretendía que lo hiciera no tenía nada malo,salvo por la higiene. Abrió la boca y comió sintiéndose absolutamente ridículo,ella en cambio estaba complacida.

-realmente estoy feliz de que volvieras-le dijo-aunque imagino que tu familia no lo está verdad...
No hace falta que te quedes yo, puedo hacerme cargo sola de...

Alguien toco a la puerta y ella se apresuró a abrir. Era el mismo chico que él sorprendió robando en la tienda,que ahora traia un ramo de flores que le dió a la joven. Venía a verla por la muerte de su hija,pero cuando le dió ese motivo ella lo miro sin entender,fue cuando Daishinkan intervino diciéndole a Sayen que pusiera esas flores en agua mientras él hablaba con su amigo. De manera concisa le explicó el problema por el que estaba pasando,asi como que lo confundía a él con otra persona y con una mirada intimidante le dijo que no quería que la agitara más de la cuenta.

-¿me hago entender?

-si... Así demás con lo del otro dia tuve suficiente ¡casi me partiste la espalda,amigo!

-yo no soy su amigo,mi nombre es Dai. Diríjase a mi de esa forma-le señaló el Gran Sacerdote.

-esta bien...Dai-le dijo el sujeto haciendo énfasis en el nombre-me llamo Thala,por cierto, y respecto a lo de Nahuel,pues si te parece un poco,sólo que él tenía el cabello negro y los ojos verdes,
ademas era más alto,como de mi estatua. No te ofendas,pero estas bien chiquito ¿cuantos años tienes?

-muchos más de los que podría imaginar y si no le molesta me gustaría que se retirará-le dijo Daishinkan en un tono poco amigable.

-ah no eso si que no -le dijo Thala-¿como crees que voy a dejar a mi amiga, junto a un tipo que no conozco y que ella confunde con el imbécil de su ex novio? ¿y si luego te aprovechas de ella? ¿como voy a vivir con eso?

-¡yo jamás cometeria un acto tan ruin como ese!-replico Daishinkan.

-caras vemos corazones no sabemos y tu cara de niño bien no me convence,ademas se me hace muy raro esto-le dijo Thala.

Bueno tenía que admitir que muy normal no era por donde se mirase,pero tampoco tenia que entrometerse un sujeto como ese, que llamaba descaradamente amiga a la mujer a la que le robaba. No iba a rebajarse a interactuar con un tipo de esa calaña,así que tras una advertencia respecto a su conducta consiguió disuadirlo.

-vivo en el piso e arriba y si escucho o sospecho algo vendré a darte una paliza-le dijo Thala y Daishinkan sólo se sonrió antes de cerrar la puerta.

Un ruido en la cocina lo hizo ir hacia allí y se encontró con Sayen levantando los trozos de cristal de un florero roto. Iba a advertirle que no hiciera aquello de esa forma,pues se podía lastimar cuando ella ya se había cortado. Sus dedo sangraba de forma abundante y él tomó una servilleta de tela para envolver la herida.

-que descuidada es,peor que una niña-le dijo Daishinkan.

Ella lo miraba nada más y cuando él lo noto le respondío la mirada sólo que con un reproche,uno que se borró rápidamente porque ella le hizo una caricia con la mano sana y le preguntó:

-¿por qué me dejaste? ¿No me amas? ¿o es que una maestra de arte es muy poca cosa para ti?

No se esperaba esas preguntas y se tomó un tiempo para responder,pues él nunca había estado en situación semejante o visto una con mucha atención. Sabía que sucedía ,pero le eran cosas muy muy remotas a su realidad y a su persona. La miro atentamente con la expresión más amable que pudo lograr y le dijo:

-lo importante es que he vuelto.

-pero te irás otra vez... siempre vienes y te vas-le replicó ello-siempre estoy sola...

-no hay nada de malo en estar solo,pero yo...

-claro que si es malo estar solo. Te haces apático e insensible-le dijo Sayen para luego abrazarlo contra su pecho-tú siempre decías que estabas solo,conmigo no lo estarás más... pero no puedo obligarte a quedar...si te tienes que ir,al menos,despídete está vez.

¿Por qué los humanos se tocaban tanto? ¿No conocen el espacio personal y los límites? Pensó en Gokú,el amigo de los Zen oh sama y en esa mujer que lo abrazaba y se respondió "no", pero al pensar en los Zen oh sama y Gokú cayó en cuenta de una cosa...ellos lo llamaban amigo y lo preferían por encima de los demás mortales. No tenía que ver con que fuera poderoso, era otra cosa.Quizá algo similar a lo que esa mujer,perdida en su memoria, le hacia sentir en ese abrazo.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora