veintiuno

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-Creo que la lastimaron mis palabras. No quería hacerlo,pero no es bueno para ella que se...-se interrumpió en ese momento.

No lo pensaba,lo decía y el taxista lo miraba por el lente retrovisor,algo que al Gran Sacerdote le molestó.

-déjeme adivinar joven-le dijo el hombre obeso, de nariz redonda- estamos persiguiendo a su novia y por la cara que tiene,usted metió la pata.

Daishinkan arqueó una ceja y el hombre se sonrió.

-apostaría a que dijiste algo que no debías o de la forma inadecuada-le dijo y un leve asombro se apoderó del rostro de Daishinkan-bueno,bueno no eres el primero ni serás el último en cometer ese error.

-yo no cometí ningún error,fui sincero-le señaló Daishinkan algo molesto-ella no puede tener sentimientos por mí. Lo único que conseguirá con eso será aumentar su dolor. 

El sujeto lo miro por el lente retrovisor. Daishinkan estaba disgustado,eso era obvio hasta para ese hombre que conducía el taxi,pero ni él mismo comprendía bien el motivo. Sólo sentía que no estaba bien que ella dijera quererlo de esa forma. La verdad es que se enfado cuando lo escucho y bastante. Si ella le era una humana agradable. Era dulce,frágil y tierna; como un botón de rosa de color coral y era fragante,suave; pero tan triste. Incluso antes de la muerte de su hija,Sayen llevaba la melancolía en los ojos. Eso ojos negros,como ese cabello que siempre llevaba suelto y que era como el de Rayen. Esa niña se se parecía mucho a su madre, como sus hijos a él. Entre las razones por la que Sayen, le era grata era precisamente porque le recordaba a sus hijos con sus experiencias y reflexiones,luego estaba lo confortable de su compañía y después,esas sensaciones tan gratas como su perfume y su ternura. Ella le era  como una mañana de primavera con el sol tibio y las flores frescas abriendo sus pétalos lentamente,
perfumando la brisa,mas eso era todo.

Los ángeles guardan sus sentimientos en lo más profundo de sus esencias,pero no son insensibles. Ellos entienden las emociones mejor que cualquier otro ser de la existencia. Las experimentaban también,pero de forma semejante a meter tu mano del agua fría a la caliente súbitamente. Al principio sientes el cambio,pero sólo puedes sentir la intensidad del calor del agua conforme mantengas la mano en el interior del recipiente que la contiene. Eso mismo le pasaba a Daishinkan, en ese momento y ese paso de lo helado a lo tibio le era incómodo y lo alteraba. La quería y bastante. Le agradaba cuando la saco del agua,esa vez que Sayen se arrojó al mar. Y en el tiempo que llevaban juntos le tomo cariño. No,no era costumbre,por los Zen oh sama sentía una simpatía tejida en los años de convivencia, pero por ella sentía cariño,uno nuevo y distinto a los dos cariños que sentía el por sus hijos y el de la costumbre.

-con las mujeres,los hombres siempre metemos la pata jóven-le dijo el taxista-¿sabe cual es el misterio más grande del universo?

No habían misterios para Daishinkan en el universo siete o los otros,pero no podía responder eso.

-no...¿cual es?

-las mujeres-le respondió el hombre.

Daishinkan inclinó la cabeza algo dubitativo y no hizo comentarios.

Perdieron de vista el taxi donde iba Sayen y al desconocer su paradero Daishinkan, decidió volver a casa. No conocía la ciudad y no contaba con una forma de ubicarla. Su esperanza era que volviera a su hogar,pero las horas pasaban y ella no retornaba, por lo que cerca de la medio noche fue a un cuartel de policía. Había aprendido algunas cosas de ese mundo y sabía que ellos podían ayudarlo. Al notificar la desaparición de Sayen,señaló su estado mental y cuando le preguntaron quien era él respondió:

-un amigo.

Nunca se había llamado amigo de alguna criatura y ese vocablo, sonó muy fuerte de su boca. Volvió a la casa caminando sin prisa,algo le decía que ella volvería allí,no pronto al menos y comenzó a contemplar posibilidades que no eran muy favorables para la muchacha ¿por qué esos pensamientos negativos llegaban a su mente? Simple;estaba preocupado. La suerte de Sayen le era motivo de angustia. Era una mujer desorientada de la que alguien podría tomar ventaja o bien,ella misma terminar lástimadose ¿que tal si otra vez se arrojaba al mar y está vez no había alguien que la socorriera? Fue hasta a la playa entonces.

Sayen estaba dolorida y las palabras de Daishinkan, le abrieron heridas profundas que la hicieron revivir un pasado olvidado. Ella amaba a Nahuel, pero cuando se lo confesó este le dijo:

-tú eres una mujer muy bonita, estudias una carrera y todo eso, pero yo soy un hombre de familia con una posición muy elevada. Enamorarme de ti,seria un disparate.

Un mes después ella,descubrió estaba embarazada. Así pasaron las casas y las palabras de Daishinkan removieron su  memoria dormida despertandola de golpe. Fue una avalancha de recuerdos la que se le vino encima entre ellos el más doloroso de todos:la muerte de su hija. Bajo del taxi y salió corriendo al cementerio,busco la tumba de su hija y ahí se quedó. Allí la encontró Eluney,sentada frente a esa lápida casi dormida. Él jamás perdió de vista el vehículo donde ella iba.

-vamos a casa-le dijo-pero ella no se movió.

La cargo en brazos y la subió al auto para llevarla a su casa. Estaba bastante fría y húmeda. En la costa bajaba una neblina en las noches y era bastante espesa; en ocasiones empapaba cual lluvia.

Cuando Daishinkan abrió la puerta ya sabía que era Eluney, pero le sorprendió que cargará a la muchacha en sus brazos. La dejo en la cama sin decir una sola palabra,luego volvió sobre sus pasos hacia la puerta.

-supongo que tuvieron un pleito o algo así-le dijo Eluney-la próxima vez no la traeré de regreso ¿entendiste?

-no tendrá que hacerlo,ella puede volver por su cuenta. Le agradece que en esta oportunidad la haya auxiliado,ahora haga el favor de retirarse.

Eluney guardo silencio. La actitud de ese "hombrecito" le intimidaba bastante. La puerta se cerró tras él y luego el Gran Sacerdote fue con Sayen. Dormía profundamente así que no noto que él, le quitó la chaqueta y los zapatos.

-Rayen-murmuró al tiempo que una lágrima caía de sus ojos-Dai...

Oír su nombre en voz de Sayen, lo angustio un poco y dió un suspiro al tiempo que ponía su mano en la frente de la muchacha.

-creo que es mejor que me vaya-dijo en voz baja-tiene fiebre...

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora